El personaje de Sherlock Holmes parece maldito estos días, y no es que la magnífica serie de la BBC no nos haya gustado, o que la versión de Guy Ritchie no nos parezca un divertimento muy digno: es que además del desaparecido John Neville, que interpretó al personaje en Estudio de terror, también nos ha dejado recientemente otro de los actores que encarnó al inmortal personaje de Arthur Conan Doyle: el igualmente británico Nicol Williamson... que falleció a finales del año 2011, aunque su muerte no había trascendido a los medios hasta ahora. Y dada la admiración que nos despertaba su trabajo, no queremos dejar pasar la oportunidad de brindarle un muy pequeño y humilde pero sincero homenaje...
Nicol Williamson dio comienzo a su carrera como actor cinematográfico de manera muy discreta: en 1956 intervino en el film Faldas de acero... interpretando al hombre que le encendía un cigarrillo al protagonista encarnado por el humorista Bob Hope. Un papel tan nimio que su presencia ni siquiera fue recogida en los créditos. Después se dedicaría a la televisión, y no sería hasta doce años después cuando volvió a intervenir en un largometraje: El cañón Bofors, adaptación de una obra teatral de John McGrath donde Williamson coincidió con otros estupendos actores ingleses, como Ian Holm, David Warner y Peter Vaughan.
A partir de entonces, y durante los años 70 y 80, Williamson no dejaría de trabajar para el cine: ese mismo año 1968 protagonizaría la adaptación de un drama del prestigioso John Osborne escrita por el propio autor, y al año siguiente intervendría en tres películas más: The Reckoning y dos títulos dirigidos por Tony Richardson, Risa en la oscuridad (coprotagonizada por Anna Karina, según la novela homónima de Vladimir Nabokov, el autor de Lolita) y Hamlet, donde Williamson encarnó al inmortal príncipe de Dinamarca creado por Shakespeare.
A comienzos de la década de los 70 el actor intervino en un par de películas destacadas, como El monje de Ado Kyrou (según el guion de Luis Buñuel y Jean-Claude Carrière a partir del clásico de la literatura gótica de Matthew Lewis) y La conspiración (donde coincidió con Sidney Poitier y Michael Caine), para acto seguido encarnar a dos personajes de la literatura popular: el primero fue 'Little' John, mano derecha del héroe bandido Robin Hood, en Robin y Marian, obra maestra dirigida por Richard Lester y donde Sean Connery y Audrey Hepburn encarnaron a la pareja protagonista.
El segundo personaje fue, claro está, Sherlock Holmes, al que Williamson dio vida en Elemental, Dr. Freud, film de Herbert Ross que adaptaba el pastiche literario de Nicholas Meyer The Seven-Per-Cent Solution, y donde el padre del psicoanálisis -al que Viggo Mortensen ha dado vida recientemente en Un método peligroso- se cruzaba en el camino del detective más famoso del mundo. En este film Alan Arkin interpretó a Freud, Robert Duvall al doctor Watson y Laurence Olivier al temible Moriarty.
Ya a finales de los años 70, Williamson fue uno de los actores del espectacular reparto -encabezado por Peter Falk- de Un detective barato, dirigida por Robert Moore según un libreto del celebrado Neil Simon; y protagonizó El factor humano, adaptación de la novela de Graham Greene dirigida por el veterano Otto Preminger y donde Williamson lideró un soberbio casting de intérpretes ingleses integrado también por Sir Richard Attemborough, John Gielgud, Derek Jacobi y Robert Morley.
En 1981 Williamson realizaría uno de los trabajos por los que será más recordado: fue el mago Merlín de la alucinada (y soberbia) Excalibur, versión del mito artúrico firmada por John Boorman y a la postre uno de los mejores títulos del cine fantástico de la década. Durante esa década también intervino en filmes como Veneno (donde fue el jefe de Policía que se enfrentaba a los secuestradores Klaus Kinski y Oliver Reed), Oz, un mundo fantástico o El caso de la viuda negra, sobrio film noir protagonizado por un duelo de féminas de antología: Debra Winger y Theresa Russell.
Durante los años 90 Williamson espació mucho más sus apariciones en la gran pantalla, interviniendo solo en cuatro filmes: El exorcista III, dirigida por William Peter Blatty, el novelista que lo empezó todo; The Hour of the Pig, donde volvió a coincidir con Ian Holm y también con Donald Pleasence y el hoy oscarizado Colin Firth; Viento en los sauces (adaptación de un clásico de la literatura infantil inglesa firmado por el Monty Python Terry Jones); y Spawn, mediocre adaptación del cómic de Todd McFarlane que ha acabado convirtiéndose en un muy discreto punto y final puesto en 1997 a una filmografía breve -apenas supera la veintena de títulos- pero donde Nicol Williamson demostró ser, como hizo (sobre todo) en televisión y teatro, uno de los mejores actores ingleses de su generación. Lo que no es poco, precisamente...
Nicol Williamson nació en 14 de septiembre de 1936 en Hamilton, Escocia (Reino Unido), y falleció en 16 de diciembre de 2011 en Amsterdam, Holanda. Tenía por tanto 75 años. Descanse en paz.
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