"He visto el futuro del terror, y su nombre es Clive Barker."
- Stephen King
Si nuestros cálculos no fallan, Rex Cabezacruda es uno de los relatos más extensos, posiblemente el segundo después de "La última ilusión", de los Libros de Sangre de Clive Barker. Tanto que, siempre con la inexactitud que provoca este tipo de cuestiones, podríamos hablar casi de una novela corta más de la mano de un autor que luego pasaría a extensiones más considerables (recuerden la voluminosa Imajica, editada en España en dos volúmenes por La Factoría de Ideas).
Por ello, y como "La última ilusión", es uno de los escasos relatos de estos libros del escritor de Liverpool que se han visto trasladados al cine. Si fue el propio Barker el encargado de llevar a la gran pantalla este último con la fallida pero interesante El señor de las ilusiones, "Rex Cabezacruda" se vio en imágenes muy temprano, en 1986, de la mano del oscuro George Pavlou y con el título del relato original (que conservó la versión española en las primeras traducciones): Rawhead Rex.
Fue el propio Pavlou quien un año antes había realizado Underworld (conocida en Estados Unidos como Transmutations) con guión del propio Barker, y por lo visto fue la ineptitud de este realizador la que llevó al autor de The Hellbound Heart a debutar como cineasta adaptando esta novela corta y pariendo la genial Hellraiser.
Pero olvidémonos de la faceta cinematográfica de los Libros de Sangre y centrémonos en "Rex Cabezacruda", un relato que pone de manifiesto la dicotomía entre fondo y forma y la abismal diferencia que en este último aspecto separa a Barker de casi todos sus compañeros de generación y género.
Porque lo que cuenta "Rex Cabezacruda" no es ni de lejos nada novedoso: la acción se ambienta en Zeal, una pequeña población de la campiña inglesa, no muy alejada de la bulliciosa Londres, y refugio ideal para algunos de sus habitantes, "lo bastante lejos de la ciudad como para que el viaje resultara una aventura, pero lo bastante cerca como para una retirada rápida si el tiempo se estropeaba".
Con el paso de los años, muchos de estos turistas han acabado convirtiéndose en ciudadanos de Zeal con todas las de la ley. Y aquellos que desconocen su pasado acaban por desenterrarlo por accidente: un nuevo lugareño, Thomas Garrow, decide cultivar por fin en el Campo de los Tres Acres, dedicado extrañamente al barbecho durante décadas. Para ello se ve en la obligación de arrancar una enorme piedra que dificulta el arado de la tierra. Lo que desconoce es que haciéndolo liberará una fuerza primigenia y muy peligrosa sobre el pueblo de Zeal...
Con "Rex Cabezacruda", Barker incide en la línea teológica ya vista en relatos como el magistral "El blues de la sangre de cerdo" o, sobre todo, "Las pieles de los padres". Pero aquí lo hace más directamente y sin cortapisas: Rex Cabezacruda es un ser que existió antes que la civilización, antes que Jesucristo, y que para el alucinado Declan, como el conde Drácula lo fue para Renfield, se convierte en una encarnación de Dios Todopoderoso en la Tierra.
Por ello, el reverendo Coot será uno de sus principales enemigos, y quien tendrá la clave para acabar con el monstruo: una vetusta talla en piedra, una figura femenina, encarnación de la menstruación, de la natalidad, de la vida en definitiva, como amuleto contra un ser que viene a significar todo lo contrario: la destrucción, el apocalipsis, la Antivida.
Como decíamos, nada nuevo que no se haya contado ya, pero a lo que Barker consigue imprimir un estilo literario de primera categoría, añadiendo una soberbia joya más a esa corona de piedras preciosas que son sus Libros de Sangre: una reedición que, sin esfuerzo, se convierte en una de las mejores obras de la literatura de terror contemporáneo que podrán encontrar en las librerías.
"Rex Cabezacruda", en Libros de Sangre (vol. 2)
Clive Barker
Madrid, La Factoría de Ideas, 2005, pp. 141-198.
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3 comentarios:
Pues me ha llamado la atencion. Espero pillarlo. Ahora, que las fotos de la peli son canallas :P
¡Qué desilusión recordaba un monstruo mucho más tétrico! Ví la película una sola vez y, hasta ahora (¡¡¡Maldito seas!!!), recordaba a la criatura como una figura terrible parecida al Swamp thing pero en carnico pestilente. Parece que todo esos recuerdos me los he inventado, recreándolo sin querer de una manera mucho más sombría, de modo que las escenas que alguna vez he rememorado caminando a ciegas por las fragas del Eume pueden ser mentira... La corriente del raquítico arroyuelo de mi memoria arrastraba al monstruo corriendo por el campo para avalanzarse sobre un pequeño coche, que avanzaba por una carretera estrechísima y muy bella con bajos muros de piedra. También, la misma escena del relato en la que el troll realizaba un bautismo con sus meados.
Estas fotos de la peli me decepcionan, recordaba un monstruo de un verde extraño, con la piel irritada pero extrañamente fosforescente y un cabeza casi rala llena verrugas y manchas. Solo espero que luzca unos gordos genitales como los del cuento. Espero que, al menos, no le clavaran con chinchetas una de esos postizos estilo Marvel para taparle las pelotillas.
El cuento es muy chulo y el monstruo resulta tan encantador como cualquier otro niño destronado. El ataque a la 'casita de muñecas' y la cuadra me enterneció, casi lloré con la posibiolidad de que mi desheredado amigo se quedase sin probar aquellos tiernos huesecillos. Aunque mi parte favorita llega cuando la criaturita gigante se va a la cama cubriéndose apenas con unas pocas ensoñaciones consoladoras en las que resuelve que estos nuevos tiempos serán para él tan buenos como los antiguos. El momento en que ve a la vieja gordota y su repulsión hacia las mujeres que menstruan es un bonito e importante detalle (más de una vez he imaginado que Cabezacruda no es más que una caricatura de Nabokov y sus novelas de ninfas, el parecido entre los caretos del escritor y el bicho de la película me parecen notables).
Me parece que cuentas que la peli se dejó por el camino los orígenes bestiales de Cabezacruda (vida en los bosques, cuevas y cavernas, imposibilidad de que las mujeres humanas concibiesen híbridos pese a las frecuentes violaciones y el temor a la menstruación, el fuego y el lento declinar de su especie) cristianeándolo con gozo. ¡Jo!, espero que la desacralización de la naturaleza (ese pueblecito turístico tiene su miga) y su salvador redescubrimiento en la forma de un pequeño objeto de cultura.
¡¡¡El maldito cine siempre cristianeando la condición trastemporal de la literatura de horror!!! [Cine = PARÁSITO]
Ismael, el Tití Ribiera.
También puede tratarse de una crítica a la anorexia femenina... ¡¡¡Jarl, apiticaown!
(Seguro que existe algún crítico de verdad que piense que es un cuento de horror feminista. Eso sí que sería horrible.)
Ismael, el Espermatozón Rodríguez.
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