"Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años..."
- Johnny ‘Guitar’ Logan (Sterling Hayden), en Johnny Guitar (Nicholas Ray, 1954).
"Yo soy lo que persigo."
- Vincent Hanna (Al Pacino), en Heat (Michael Mann, 1995).
Atrápame si puedes: Mentiras piadosas
La última película de Steven Spielberg va a tener que lidiar con el sambenito de ser considerada una película "ligera", por el simple hecho de que, como siempre, volverá a confundirse forma (lo que es peor, apariencia) con fondo. Se la comparará con sus producciones más ambiciosas a nivel de qualité -La lista de Schindler, Salvar al soldado Ryan, A.I. (Inteligencia artificial)- por un lado, y con sus cintas más lúdicas (pero, ay, "de género") -Tiburón, la trilogía de Indiana Jones, Parque jurásico- por otro, quedando así en una peligrosa "tierra de nadie" a consideración de muchos. Como ocurre siempre, habrá que esperar a que el tiempo la coloque con justicia en el lugar que merece.
Ya desde los espléndidos títulos de crédito iniciales, que a grandes rasgos adelantan el esqueleto de la trama, y que remiten a las creaciones del mítico Saul Bass, Atrápame si puedes ubica al espectador en un espacio y tiempo muy concretos: los Estados Unidos de América en la década de los 60 (la acción del film abarca de 1963 a 1969).
El protagonista de esta peculiar historia "basada en hechos reales" es Frank W. Abagnale Jr., adolescente que ve su anodina existencia dinamitada de improviso por un pequeño drama familiar: la precaria situación económica de su padre y modelo de conducta, y el consecuente divorcio de sus progenitores.
Esta anécdota, en principio anodina salvo para el que la vive en primera persona, desata una particular crisis de identidad, que se manifestará en la elaboración por parte de Abagnale de una serie de ficciones sobre su propia persona: se convertirá sucesivamente en piloto de unas líneas aéreas, médico y abogado... y llegará a ser el hombre más buscado por el gobierno de los EE.UU., acusado de fraude.
A partir de ese momento, la historia de Frank Abagnale se convierte también en la historia de Carl Hanratty, agente del FBI encargado de su busca y captura, que hace de su misión una cuestión de honor.
De esta forma, uno de los principales atractivos del film (que no carece precisamente de ellos) es la identificación entre perseguido y perseguidor, encarnados respectivamente por Leonardo DiCaprio y Tom Hanks, en un juego del gato y el ratón que atrapa la atención del espectador durante los 147 minutos que dura el film. En este juego, el director de El diablo sobre ruedas conduce la simpatía del público a favor del criminal... Si bien no cae en la uniformidad del punto de vista, y las tornas cambian por un momento cuando, precisamente, Hanratty se percate de la razón de la conducta de Frank Abagnale: en ese momento, éste tendrá que darse por vencido... Cuando ya no tiene a nadie pisándole los talones, la fuga ya no tiene sentido alguno.
Con todo, la personalidad de Frank es el punto fuerte del film, y en él recae casi todo el peso de la trama: su modo de vivir, no por ser agradable deja de ser un comportamiento esquizoide, basado en carencias de su infancia y adolescencia... Sus "representaciones" tienen como finalidad gozar de una situación económica desahogada, de la que su padre nunca dispuso; y en menor medida facilitar la reconciliación de sus progenitores (dicho sea de paso, encarnados por un antológico Christopher Walken y la también soberbia Nathalie Baye, una de las musas del añorado François Truffaut y la Nouvelle Vague).
De esta forma, Spielberg dibuja una sociedad (la norteamericana, pero que a este respecto funciona como reflejo de todo el mundo occidental) que se deja engañar con suma facilidad porque, en el fondo, necesita vivir engañada (resulta reveladora la escena de la conversación entre Frank y su futuro suegro -encarnado por Martin Sheen- en el despacho, cuando este último no entiende siquiera la confesión del primero como tal). Recuérdese, por ejemplo, el cambio de actitud del director del banco, que niega el préstamo a Frank en un primer momento, para atenderlo cordialmente en su segunda visita, ya vestido como piloto de la Panam.
En cuanto a la apariencia "ligera" del film, lo único que ha hecho Spielberg -y que no es poco- ha sido apropiarse de las constantes estéticas de una época, a partir de elementos visuales (no sólo hablamos del vestuario, maquillaje y peluquería; ahí está la escena de la huida de Frank tras la noticia del divorcio, filmada cámara en mano, al más puro estilo de los nuevos cines europeos, surgidos, precisamente, en la década que nos ocupa), auditivos (la gloriosa partitura de John Williams -y van...-, expresivamente lúdica; la acertada selección de temas de Sinatra, Paul Anka, Nat King Cole, etcétera) y, en definitiva, de referencias culturales (James Bond contra Goldfinger, el recordado serial Dr. Kildare, los cómics DC de Flash...).
Antes de dar por concluidas estas líneas, nos permitiremos recordar algunos momentos del film, cargados de significación visual: Frank y su padre a través del enrejado del comercio cerrado, como prisioneros tras los barrotes de una celda; la muerte de este último, elidida y narrada por Hanratty, sugiriendo un posible suicidio que supondría una amarga revisión de "la historia de los dos ratones" comodín del fallecido; docenas de aviones de juguete sumergidos en la bañera de la habitación de hotel; Frank observando a su madre (y la nueva familia de esta) a través de la ventana, en silencio, rodeado de luces navideñas; el billete que surge por debajo de la puerta, movido por una corriente de aire como la pluma de Forrest Gump, ante la mirada estupefacta de, precisamente, Tom Hanks; o el momento -uno de los más divertidos del film- en que este se introduce por el retrete del avión gritando el nombre de su prisionero, de nuevo evadido...
En definitiva: Atrápame si puedes esconde, bajo su liviana apariencia, una historia no menos compleja por no ser nueva, por haber sido contada ya muchas veces de distintas formas y con diferentes estilos, que deviene en casi dos horas y media de magnífico entretenimiento... a cargo de un cineasta que sabe hacer películas, rodeándose cada vez del mejor equipo posible según las características del proyecto -compárese la fotografía luminosa de este film con la oscura y agobiante de Minority Report, su otra joya del 2002, ambas responsabilidad de Janusz Kaminski-, e incluyendo en este caso a esas dos estrellas que no siempre tendrán oportunidades similares de hacer unos trabajos tan repletos de matices. Porque Atrápame si puedes es tanto un caso de cine de autor como cine de actor, del cual muchos parecen negar incluso su mera existencia: el bagaje de DiCaprio como ídolo de adolescentes y de Hanks como ciudadano estadounidense medio no están al margen de los logros finales de esta magnífica película, que ganará con los años. Al tiempo.
(Ante una reciente revisión de esta película recuperamos la crítica que escribimos para MundoDVD.com en el momento del estreno español de la película; de ahí que se hable de ella como la última cinta de su realizador y no haya referencia a títulos posteriores como Munich o Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal).
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1 comentario:
Una gran película del Sr Spielberg que me hizo pensar que incluso DiCaprio podría llegar a ser actor. Yunos títulos de crédito sublimes y elegantes.
Saludos
Nos leemos
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