Mientras la población de Montenegro optaba por independizarse de Serbia y unos zombis finlandeses dejaban a las Ketchup a la altura del betún en Europerversión, por mi parte intenté disfrutar del fin de semana todo lo posible, después de que diversos incidentes, alguno no muy agradable, nos mantuvieran bastante liados durante los fines de semana anteriores...
Como siempre, hubo películas, libros y cómics... La excursión cuasi religiosa a un cine fue para ver Tránsito, cinta de la que les hablo más arriba en otro post; en casa, aparte de adelantar bastante la revisión de la segunda temporada de Alias, esa serie rabiosamente entretenida de J. J. Abrams, pude volver a gozar de El ángel exterminador, posiblemente la película que más me gusta del director español más interesante y personal de todos los tiempos: Luis Buñuel.
La cinta mexicana se revela como una obra artística inagotable, que me emociona y sobre todo me inquieta cada vez más: una crítica furibunda hacia la burguesía y, por extensión, el ser humano, atrapado en una jaula construida por sí mismo a base de convenciones, compromisos y falsos remilgos.
Asistir al duro proceso de abrir un boquete en busca de agua corriente por parte de los invitados y el mayordomo, justo al lado de esa puerta abierta que por una razón inexplicable no pueden cruzar para escapar de su prisión, sigue pareciéndome uno de los momentos más mágicos a la par que angustiosos de la historia del cine.
El ángel exterminador es, a todas luces, una de esas películas que denomino películas isla: títulos que pueden gustarte más o menos, como Psicosis de Hitchcock, Taxi driver de Scorsese, Apocalypse now de Coppola o Carretera perdida de Lynch. Cintas que no pueden confundirse con ninguna otra, y que una vez vistas resultan, para bien o para mal, inolvidables.
También terminé de leer Carta blanca, primera novela de Carlo Lucarelli protagonizada por el comisario De Luca, del que les hablaré más adelante. Y en cuanto a cómics, además de la dosis habitual de Marvel (Spiderman, Capitán América, Patrulla X), gocé como un poseso con el segundo volumen de Torpedo y con Escombros, de Dave Cooper.
No me detendré más en la inmortal obra de Abulí y Bernet, dado que a ellos dedicaré la columna del próximo viernes; me limitaré a adelantar que es una obra maestra del cómic español, absolutamente imprescindible para los fanáticos del género negro.
En cuanto a Escombros, confesar que ha sido mi descubrimiento de un autor que desconocía hasta el día de hoy. Pese a no contar con el prestigio de un Ware o un Clowes, Dave Cooper justifica con esta obra el tenerlo en cuenta como uno de los autores más interesantes del cómic underground USA.
La historia, que en ocasiones recuerda al mundo enfermizo y amoral de Charles Burns (también editado, como Cooper, por La Cúpula), está ambientada en una Tierra alternativa donde los hombres, que habían dominado el cotarro hasta la fecha, advierten con temor creciente cómo las mujeres van tomando las riendas poco a poco.
Un cómic tan misógino como revulsivo, que recomiendo encarecidamente. Sobre todo ahora que puede encontrarse saldado en librerías especializadas.
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2 comentarios:
¿Y para disfrutar te tragas "El Ángel Exterminador"?
Qué raros eres, Frankie.
Anónimo ;-)
Así que fue usted quien compró este cómis en Ateneo con el chico del bolso que pita?
No lo olvide, le estoy vigilando...un poquito.
L.G.
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