Precisamente ayer hablábamos de la pugna entre cine comercial y cine de autor, una dualidad que también se manifiesta en el ámbito del cómic. Y precisamente ayer disfruté de una de mis lecturas más gratas con lo que podría considerarse un cómic de autor, dado que es una única persona quien escribe, dibuja, entinta y rotula, además de que el resultado final es completamente ajeno a los intereses del mercado.
Me refiero a Nuestro verdadero nombre, de Luis Durán, editado exquisitamente por Edicions De Ponent, y que no dudo en considerar como una obra maestra del cómic español reciente.
Aunque en breve me referiré más extensamente a él en una columna para EPDV, no quiero dejar pasar la ocasión de recomendar esta joya, que aglutina lo costumbrista con lo fantástico y que cuenta con personajes que rozan lo memorable.
Aunque la historia arranca con Samuel y su familia, en cuanto estos se pierdan, yendo a parar a un pequeño pueblo de la costa, descubriremos que los verdaderos protagonistas de la narración son los habitantes de este último, y el pasado que los ha marcado, representado por esos calamares gigantes que aparecen misteriosamente en la playa.
No obstante, y pese a esos otros méritos expuestos aquí, el mayor logro de Luis Durán es sugerir más que mostrar, de forma que el lector llegue a cuestionarse muchos aspectos de la realidad una vez concluye la lectura de esta obra, cargada de simbolismo y de fascinantes lecturas.
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