Abandonad toda esperanza

jueves, 2 de septiembre de 2010

Mi madre: Un acto de amor



"Mi madre se llamaba Edna Akin y nació en 1910, en el lejano rincón noroccidental del estado de Arkansas, Benton County, en un lugar de cuya localización exacta no estoy ni he estado nunca seguro". Así de prosaicamente arranca Mi madre, obra que el escritor Richard Ford publicó en el ya lejano 1988 y que ahora, más de dos décadas después, la editorial Anagrama, que publica habitualmente en nuestro idioma al norteamericano, recupera en su línea "Panorama de narrativas". Una obra de escasa extensión pero hondo calado que demuestra que a veces, y siempre en manos de un gran narrador, menos es más.



El libro podría haberse llamado Retrato de una mujer con escritor al fondo. Pero Ford, lejos de querer recurrir a florituras innecesarias, opta por un escueto Mi madre. No obstante, este título puede llamar a engaño: el protagonismo real de la obra no recae en Edna Ford, Akin de soltera, sino en el propio autor, que construye -según sus propios términos- un acto de amor para llegar a conocer algo más a su madre -ya fallecida tras padecer un segundo cáncer- pero que en el fondo enseguida se descubre como un artilugio que sirve para conocerse algo más a sí mismo.



A lo largo de poco menos de ochenta páginas, Ford desgrana la relación que mantuvo con su madre, tanto durante su niñez como durante su vida adulta. Unas vidas, las de ambos, donde hubo amor y respeto, ambos sinceros pero sin aspavientos, y donde la muerte del esposo y padre supuso irremediablemente un antes y un después. Dicha relación es reflejada por Ford con juicio y sin presiones, ya que el autor se muestra lejos de querer dibujarla de forma idílica pero tampoco tendente a un dramatismo tremendista, ni siquiera en los momentos más duros (el fallecimiento del padre, el diagnóstico de la enfermedad terminal, etc.).



Así, conforme el lector va pasando las páginas del libro, y mientras el propio Ford va viendo pasar los años, ambos descubren a Edna Akin no ya como madre sino como mujer, una persona real, repleta de aristas y recovecos, con identidad propia más allá de ser la hija de, la esposa de, la madre de. De esta forma, Mi madre es, como decíamos al principio, un periplo de autoconocimiento, un viaje a la semilla según la terminología del cubano José Lezama Lima. En definitiva, una pequeña pero valiosísima pieza de orfebrería literaria.



Finalmente, y respecto a este último punto, cabe señalar que se entiende la sorpresa inicial al ver a Ford redactando una pequeña pieza de cámara, pues nos tiene acostumbrados a grandes novelones bigger than life, caso de los tres volúmenes que integran la trilogía protagonizada por Frank Bascombe, su personaje más emblemático: El periodista deportivo, El Día de la Independencia y Acción de Gracias. Pero si nos acordamos de alguna de sus narraciones breves, o sobre todo de la monumental -e indispensable, si no la tienen ya no sé a qué esperan- Antología del cuento norteamericano que confeccionó hace unos años, llegaremos a entender que Ford conoce al dedillo los secretos de la mejor literatura, sea esta de la extensión que sea. Mi madre es una buena muestra de ello.


Mi madre
Richard Ford
Barcelona, Anagrama, 2010
88 pp. - 12 €

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1 comentario:

Ajenjo dijo...

Se publicó hace tiempo, "Mi madre, In Memoriam", y no me pude hacer con él. Me alegro que lo publique ahora Anagrama. Ford siempre fue de mis preferidos, desde su colección de cuentos Rock Springs


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