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Dirigida por John Guillermin, Shaft en África lleva a John Shaft, como su título indica, al continente de sus antepasados, contratado por un emir para infiltrarse en una red de inmigración ilegal: la esclavitud del siglo XX, como afirma uno de los personajes secundarios. Y del siglo XXI, podríamos añadir desde nuestra perspectiva...
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Como puede verse, la presencia de la temática social sigue presente en la saga iniciada por Las noches rojas de Harlem, si bien aquí es menos explícitamente racial y atañe también a cuestiones puramente económicas.
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En esta ocasión, estamos ante un guión original de Stirling Silliphant, basado claro está en los personajes creados por Ernest Tidyman en la novela original, y que aquí subraya aún más que en su predecesora la carga sexual del personaje, capaz de convertir a la villana para una mejor causa y de evitar una ablación de clítoris de una africana que ha descubierto que el sexo también sirve para dar y recibir placer y no solo para engendrar descendencia.
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A falta de ver la otra cinta de la saga, Shaft’s Big Score!, esta Shaft en África nos parece una secuela digna de la película original, y lo que perdemos del retrato de la ciudad neoyorquina lo ganamos en paisajes etíopes y su confrontación con países (presuntamente) civilizados, como esa Francia donde los modernos esclavos son explotados.
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