Abandonad toda esperanza

lunes, 11 de marzo de 2013

Local: Quemar naves, echar raíces




Tenía mucha curiosidad por leer Local, porque las críticas (por lo general excelentes) que había venido recibiendo desde su aparición y lo que estas destacaban en cuanto al guion de Brian Wood, nada tenían que ver con lo que yo había leído de este último... que, lo confieso, era bien poco: sin haber degustado sus obras más populares (Demo, DMZ, Northlanders), de este escritor solo conocía Supermarket... y me parecía y sigue pareciendo un título menor que solo funciona (y tampoco demasiado) como un tebeo de evasión ligera, lejos por lo tanto de la presunta autenticidad de la obra que nos ocupa.




Una vez leída la serie de doce números que este volumen de Dibbuks recopila al completo, me veo en la tesitura de tener que señalar que, más allá del protagonismo femenino, no veo ningún otro rasgo en común entre ambos títulos. Tanto mejor, claro, y ya les adelanto que la presente obra, que se publicó entre los ya lejanos años 2006 y 2008 y que permanecía lamentablemente inédita hasta la fecha en España, es junto con El rayo mortal de Daniel Clowes y Castilla Drive de Anthony Pastor (de esta les hablaré pronto, aunque no aquí) el único tebeo editado en lo que va de año del que he sentido apenas terminado de leer la absoluta seguridad de que merecerá una pronta relectura. Lo cual es señal inequívoca de que, finalmente, será uno de los tebeos de este 2013 en nuestro país; tiempo al tiempo...




Dicho esto, cabe preguntarse: ¿qué tiene de especial Local? O más sencillamente: ¿qué es Local? La respuesta más obvia es señalar que se trata de una serie de doce números, publicados por la editorial independiente Oni Press, que en un principio iba a ser de periodicidad mensual, pero que al final -como ocurre con otros tantos títulos que no cuentan con una gran maquinaria editorial detrás y una legión de seguidores delante esperando que llegue cada entrega a la librería- se prolongó a lo largo de dos años y medio. No fue este el único cambio respecto del propósito inicial, pues en estas doce entregas el citado guionista Brian Wood y el dibujante Ryan Kelly (American Virgin) pretendían contar otras tantas historias más o menos costumbristas con un único nexo en común: el personaje central de Megan McKeenan, una joven que en busca de un hogar donde asentarse definitivamente realiza un largo periplo por una docena de ciudades del continente americano.




Llegado este punto, hay que señalar que el proyecto que vendieron sus autores a Oni Press dista mucho de lo que acabó siendo la serie una vez terminada. Y es que, tal como describe el propio guionista, Local iba a incluir "una historia completa e independiente por número" (véase el material extra incluido al final del volumen, página 344); y el personaje de Megan, centro neurálgico del relato, iba a caracterizarse por ser "universal, una persona con la que pueda identificarse la gente. Resumiendo, será el vehículo por el que nuestros lectores entrarán en las historias" (íbidem, pág. 349). En cambio, conforme la historia fue avanzando, los propios autores se percataron de la importancia que adquiría para ellos el personaje de Megan, cuyas múltiples aristas a base de dudas e imperfecciones la acabaron convirtiendo en un personaje casi real, al que valía la pena ver crecer físicamente y evolucionar emocionalmente desde los diecisiete a los veintinueve años de edad, a razón de un año por entrega aproximadamente.




Así pues, y aunque tal y como ha quedado Local incluye en efecto doce capítulos ambientados en sus respectivas localidades -de Portland a Vermont pasando por Minneapolis, Richmond, Missoula, Halifax, Brooklyn, Tempe, Chicago, Norman, Austin y Toronto-, cada una de las historias pierde fuerza por sí misma para, en cambio, crecer si se la considera como un capítulo de una historia mucho más larga y ambiciosa. Así, y centrándonos en el primer tercio de la obra, la inicial "Diez mil pensamientos por segundo" parece en principio un arranque titubeante que no sabe muy bien por dónde encaminarse; acto seguido, "Novio de polaroid" y "Theories and Defenses" funcionan algo mejor por sí mismas; para que luego la muy negra "Dos hermanos" -que no habría desentonado en una obra que, dejando al lado su protagonismo coral, guarda ciertas concomitancias con la presente en ritmo y atmósfera: Balas perdidas de David Lapham- no acabe de casar del todo con lo leído previamente...




Si el lector supera este escollo, pronto se encontrará con algunas sorpresas de lo más agradables: a mi parecer, el quinto capítulo de la obra, "Últimos días solitarios en el cine Oxford", es el primer punto de inflexión del relato en cuanto al interés que despierta la protagonista (aquí, en uno de sus episodios más turbios a la par que emotivos); una sensación que los dos capítulos siguientes, el segundo protagonizado por su primo adolescente Nicky y donde Megan queda reducida a una presencia en off a través de las postales que le envía regularmente a aquel, se encargan de subrayar. Finalmente, y siempre según mi opinión, es la entrega undécima y penúltima de Local, "Las nuevas generaciones", la que acaba confiriendo a la serie el empaque del que puede presumir leída en su totalidad. Sin adelantar demasiado de su (sorprendente) anécdota, señalaré que no me parece casual que sea precisamente esta historia, que sitúa en perspectiva a Megan y su periplo vital a través de los ojos de Nancy Bai, compañera de trabajo y artista conceptual en desarrollo, la única cuya acción no tiene lugar en Estados Unidos, sino que se desarrolla en la distancia (física y emocional) y con la perspectiva que supone la ciudad canadiense de Toronto, en Ontario.




Cualquier lector que, impulsado por los elogios vertidos por guionistas como Warren Ellis (aquí, a mi parecer mucho más atinado que en su entusiasmo por Kung Fu Infinito) o Brian K. Vaughan, o por críticas elogiosas como -ya lo habrán adivinado- esta misma que están leyendo ahora, le haya dado una oportunidad a Local habrá descubierto que, sí, las doce entregas de la serie pueden leerse de forma independiente sin que carezcan por completo de sentido, pero que en efecto la obra adquiere su verdadero peso y entidad considerada como un todo. Algo de lo que incluso el propio escritor y creador del personaje protagonista tardó un tanto en darse cuenta: "Cada vez soy más consciente de la forma en que Local puede leerse como obra unitaria, y creo que el resultado será mayor que la suma de sus partes. Demo, la predecesora de Local se anunció como un libro de doce historias cortas. Local se parece más a una novela en doce partes".




Efectivamente, esta es una de esas ocasiones en las que no chirría que a un tomo recopilatorio de un puñado de comic books publicados antes de forma independiente se le etiquete como novela gráfica. Ocurre pocas veces, desde luego, y es el caso de grandes títulos del medio como Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, V de Vendetta del mismo Moore y David Lloyd, Maus de Art Spiegelman, Agujero negro de Charles Burns o La vida es buena si no te rindes de Seth. A esta ilustre lista se suma ahora Local: no se la pierdan, aprovechando esta, por cierto, espléndida edición en cartoné por parte de Dibbuks (que incluye un jugoso apéndice con comentarios de los autores sobre cada entrega de la colección), y compruébenlo de primera mano. Me juego lo que sea a que no se arrepentirán... sobre todo si no desfallecen y la leen (y gozan) como se merece: entera de principio a fin.


Título: Local
Autores: Brian Wood (guion) / Ryan Kelly (dibujo)
Editorial: Dibbuks
Fecha de edición: febrero de 2013
352 pp. (b/n) - 28,50 €

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