miércoles, 18 de abril de 2012
Omni-Visibilis: Soy una cámara
Omni-Visibilis, novela gráfica publicada este mismo mes por Norma Editorial, es la primera colaboración entre dos grandes nombres del cómic francés actual, por no decir del europeo: por un lado, escribe el guion Lewis Trondheim, creador de La Mazmorra y Lapinot; por otro, se hace cargo de los dibujos Matthieu Bonhomme, co-autor de El Marqués de Anaon y El espíritu perdido, títulos todos ellos igualmente publicados por la editorial barcelonesa.
Tengo que reconocer que ambos autores eran hasta el momento prácticamente desconocidos para mí: la citada El espíritu perdido sigue en la pila de lecturas pendientes, mientras que, en el caso de Trondheim, y aunque sí leí en su día La Isla de Borbón 1730, esta no me llamó la atención lo suficiente como para seguir su producción... pese a las continuas buenas críticas que sus cómics en general, y La Mazmorra en particular, llevan recibiendo desde hace años.
Esto, sobre todo en lo referente a Trondheim, podría cambiar ahora a partir de la lectura de la presente obra, cuyo título en latín podría traducirse literalmente como "todo visible" (y que, como veremos, da una pista de por dónde van los tiros del relato). Omni-Visibilis es una obra de lo más recomendable, ya que trata temas universales, y de una importancia enorme, pero con la naturalidad y la cercanía que solo están al alcance de los grandes maestros.
Hervé, el protagonista del relato, es un tipo que aparenta unos cuarenta años, que vive solo y trabaja en las oficinas de una empresa. Algo obsesivo e hipocondríaco, pero sin llegar a niveles preocupantes, va de casa al trabajo y del trabajo a casa día tras día sin que su vida parezca destinada a cambiar de rumbo en ningún momento. Pero, de la noche a la mañana y sin ninguna explicación lógica que lo justifique, sucederá un hecho fantástico que le dará un vuelco total a su mundo: Hervé se ha convertido en una suerte de antena universal de sensaciones: todo aquello que él ve, lo ve todo el mundo; y lo mismo sucede con lo que oye, huele o siente físicamente.
A partir de ahí, la vida íntima de nuestro protagonista se convierte en pública, y esto desatará una serie de consecuencias imprevistas e intereses creados, desde querer convertirlo en un tablón de anuncios viviente a un intento de secuestro de lo más accidentado, en un relato cuya aparente ligereza, gracias sobre todo a un sentido del ritmo envidiable, no esconde en ningún momento su discurso sobre aspectos verdaderamente importantes de la condición humana, como el derecho a la privacidad y a la intimidad.
Cabe destacar también el oído de Trondheim para los diálogos, que en todo momento suenan naturales y creíbles pese a lo fantástico de la propuesta, así como sus indudables dotes de observador de sus semejantes, a los que nos muestra tal y como somos ya estemos solos en la intimidad del hogar o de un baño público, ya nos encontremos rodeados de nuestros amigos o compañeros de trabajo. El resultado de estas cualidades del guionista, unidas al buen hacer de Bonhomme a los lápices, convierten a este Omni-Visibilis en un cómic que trasciende cualquier etiqueta referente a géneros y códigos artísticos (relato fantástico, fábula moral, tebeo de autor) para erigirse en una obra que hay que leer sí o sí.
Título: Omni-Visibilis
Autores: Lewis Trondheim (guion) / Matthieu Bonhomme (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: abril de 2012
160 pp. (bitono) - 18 €
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