Aunque lo parezca, esto no son notas sobre un film exploit de semejante título. La leyenda viene al hilo de haber visionado recientemente dos thrillers de reciente factura que parten de una premisa parecida: el secuestro de una joven por parte de un misterioso psicópata en el marco de los Estados Unidos de hoy en día. Y avisamos: los párrafos que siguen incluyen importantes datos sobre la resolución de ambas intrigas. Vaya, los consabidos spoilers...
La primera de ellas es Captivity, también conocida como "La película con la que Roland Joffé defraudó a todo el mundo". Pese a que films como La ciudad de la alegría o La letra escarlata ya anunciaban cierta decadencia, resulta todavía sorprendente que el director que arrancó su filmografía con Los gritos del silencio o la deslumbrante La misión se descuelgue ahora con este despropósito.
En el film, la joven estrella Elisha Cuthbert (La vecina de al lado, conocida también como la hija de Jack Bauer en la serie 24) interpreta a una top model en el candelero: es portada de revistas y rostro de vallas publicitarias, y la entrevistan a toda hora en televisión y publicaciones diversas. Pero su idílica existencia experimentará un giro cuando se vea raptada por alguien cuya identidad desconocemos y que la mantiene en cautividad mientras la observa y estudia a través de cámaras de vigilancia...
La intriga del film, por llamarla de alguna manera, avanza sin despertar ningún interés, porque Captivity peca, a fuerza de querer sorprender, de todo lo contrario: el espectador ya se imagina que, posiblemente, quien parezca un personaje positivo no lo es tanto. Y además el film de Joffé comete el mismo enorme error de otras producciones: darle el papel de villano misterioso a un actor reconocido precisamente por roles de ese tipo y al que apenas se le ha visto anteriormente en el devenir de la intriga. No hace falta estar muy despierto para atar cabos...
De esta forma, lo que podría ser una reflexión sobre la belleza, el narcisismo y el culto al cuerpo, construyendo una ficción alrededor de la figura de alguien indudablemente hedonista y que vive de su físico, sometida a la pesadilla de un voyeur obseso y homicida, es en manos de Joffé un thriller de lo más convencional y previsible, al que no salva la atmósfera de la casa del criminal (enésima variación de Psicosis, La matanza de Texas, El silencio de los corderos y Seven) o la (solo presuntamente) claustrofóbica prisión donde los protagonistas son retenidos.
Y si el film defrauda a los fans de Joffé, no digamos ya a los seguidores de Larry Cohen, el autor de Special Effects, la trilogía de ¡Estoy vivo! y otras muchas películas de culto. Un cineasta que, sin ser un genio del séptimo arte, siempre ha ofrecido historias contundentes y de interés, hasta cuando ha trabajado para otros realizadores: véanse Yo, el jurado, Bestseller o la reciente Última llamada. Pero su talento no brilla en Captivity, un film que es mejor dejar pasar de largo.
Algo más interesante, sin ser nada del otro jueves, es la todavía inédita I Know Who Killed Me, que no dudamos se estrenará pronto dado el tirón comercial de su protagonista absoluta, la polémica y conflictiva Lindsay Lohan.
El argumento del film, no lo negarán, es puro Brian de Palma: una joven, hija modelo, universitaria aficionada a la escritura y a la música, es secuestrada una noche y despierta en manos de un psicópata que la tortura de diversas maneras, entre ellas amputándole un brazo y una pierna. Pero en un momento dado logra escapar y es encontrada inconsciente en una carretera comarcal. Una vez recobra la conciencia, afirma ser otra persona -una stripper vulgar y malhablada, fruto de una mísera infancia- y no reconocer a sus padres o a su novio, y sospecha que la única explicación es que se trata de un caso de hermanas gemelas separadas al nacer, por lo que acudirá en busca de su hermana...
Este film, dirigido por el desconocido Chris Sivertson y escrito por el igualmente ignoto (y debutante) Jeff Hammond, y que bebe descaradamente de films del citado De Palma como Hermanas, Doble cuerpo o Femme Fatale, explora mucho mejor que Captivity la tensión del cautiverio (a pesar de que dicha etapa se reduce a apenas unas secuencias del film) y la crueldad de la tortura (resulta agradablemente chocante y provocador ver a un icono sexual de los adolescentes norteamericanos como Lindsay Lohan sin un brazo y una pierna), al mismo tiempo que subraya la temática de la dualidad ya desde el principio, con el reflejo de los neones del local donde trabaja la protagonista, adelantando la duda de si estamos ante un caso de esquizofrenia y doble personalidad, o la protagonista está en lo cierto y la actriz interpreta dos roles distintos.
No adelantaremos dicho final, pero sí mencionaremos que la intriga por conocer la identidad del asesino es lo de menos, y la vulgaridad de su ejecución le resta muchos puntos al resultado final: de nuevo, tenemos el consabido concurso de una nutrida nómina de posibles sospechosos (los padres perfectos, interpretados por Neal McDonough y Julia Ormond; el novio insatisfecho; el vecino libidinoso...), para al final, tratando de epatar al público, establecer como culpable a ese del que todo el mundo no debería acordarse pero que precisamente por eso permanecía en el punto de mira como posible culpable.
Por lo demás, el reclamo del film no es otro que la propia Lindsay Lohan, de ahí que el realizador adelante el numerito en la barra a los créditos iniciales. Y pese a resultar mucho menos erótico que los bailes del cine de Robert Rodriguez (ya saben, Salma Hayek en Abierto hasta el amanecer y Rose McGowan en Planet Terror), marca desde el principio la intencionalidad provocadora y casi pulp de un producto, como ya decíamos, del montón, pero mucho más digno, gracias a su desvergüenza y descaro, que una "producción A" tan decepcionante como la olvidable Captivity.
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1 comentario:
Si esta no es la sección de Bodrios que hay que ver, se parece mucho. Lástima que haga un par de meses que me viera la de Captivity...
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