Dejando a un lado a la crítica especializada, de la cual una gran parte siempre se muestra reticente al cine popular y taquillero (y el género superheroico no es precisamente una excepción), la primera Iron Man consiguió conciliar a los aficionados de todo el mundo, que coincidieron en calificarla como la mejor película de superhéroes Marvel hasta el momento (recordemos que todavía no existía Los Vengadores, que acabó por desbancarla del primer puesto). En cambio, con Iron Man 2 las opiniones al respecto fueron menos unánimes, y hubo muchas voces en contra (no la mía, como se puede comprobar leyendo lo que dije entonces al respecto). Ahora, con esta Iron Man 3 recién llegada a los cines españoles (y que no debutará en los de Estados Unidos hasta mañana viernes), la división entre los que la consideran una buena película y los que la califican de gran decepción ha sido todavía mucho mayor, y al parecer no se aceptan las medias tintas...
Robert Downey Jr. encarna a Tony Stark por cuarta vez
Ya les adelanto que un servidor se cuenta entre los primeros, y es que las mayores críticas vertidas al primer film de la saga que no dirige Jon Favreau (aquí reducido a su labor como intérprete de Happy Hogan, ex chófer de Tony Stark y ahora jefe de seguridad de su empresa) se deben sobre todo a motivos extracinematográficos, basándose en la supuesta necesidad de ser fiel al material literario (en este caso, los cómics originales) del que se parte. Y más allá de que no se haya aprovechado todas las posibilidades de la saga "Extremis" escrita por Warren Ellis, que inspira buena parte del argumento de la cinta, lo que ha molestado hasta la exasperación al marvel zombie irredento es, y adelanto que a partir de ahora se encontrarán con algún spoiler importante, el empleo que se ha hecho de la figura del Mandarín, como muchos saben uno de los principales villanos, si no el que más, del universo exclusivo del Hombre de Hierro.
Ben Kingsley: un actor de renombre para la saga
Frente a cualquier adaptación, ya sea al cine, al cómic o cualquier otro medio, no soy ningún talibán de la fidelidad a los materiales originales siempre y cuando la supuesta traición a los mismos no malogre demasiado sus puntos de interés (véase otro villano Marvel que tanta polémica inane despertó: el Kingpin encarnado por Michael Clarke Duncan en Daredevil) o, de hacerlo, al menos genere algo diferente pero igual de interesante o productivo. Y me parece que en este Iron Man 3, y dejando a un lado que en algún momento se pueda intuir por dónde van a ir los tiros (como fue mi caso, aunque inmediatamente deseché la hipótesis que finalmente acabaría por confirmarse) y por tanto se termine malogrando el factor sorpresa, resulta todo un acierto convertir al archienemigo del héroe protagonista en un actor fracasado y a la postre un verdadero pelele con ecos de Osama Bin Laden en manos de sujetos y/o multinacionales cuyo principal interés es puramente económico. El signo de los tiempos, que suele decirse.
Rebecca Hall interpreta a la doctora Maya Hensen
Esto, unido a la patente posibilidad de que resulta imposible fiarse de nadie (véase el giro respecto del personaje de Maya Hansen, encarnado por la estupenda Rebecca Hall y no por la inicialmente prevista Jessica Chastain), potencia todavía más la sensación de inseguridad de los personajes positivos del relato, y por extensión, del propio espectador. Precisamente este apunte era uno de los pocos de interés de la reciente última aventura de John McLane / Bruce Willis, La Jungla: Un buen día para morir, en la que no quedaba claro quiénes eran los verdaderos villanos de la historia hasta bien avanzado el metraje... frente a los característicos enemigos interpretados por actores de renombre (nada menos que Alan Rickman, Franco Nero y Jeremy Irons) en las tres entregas anteriores de la saga.
Máquina de Guerra, ahora Iron Patriot para conseguir popularidad
Así ocurre en Iron Man 3: frente a los personajes de Obadiah Stane, Justin Hammer e Ivan Vanko, que antes encarnaron Jeff Bridges, Sam Rockwell y Mickey Rourke respectivamente, aquí el relato pivota entre unos roles y otros, y el espectador solamente puede confiar del todo en el trío estelar de la saga: Robert Downey Jr., Gwyneth Paltrow y Don Cheadle, que encarnan respectivamente a Tony Stark, Pepper Potts y Jim Rhodes. De este último, señalar que se apropia definitivamente del personaje (y de sus identidades superheroicas Máquina de Guerra y el nuevo Iron Patriot) tras sustituir a Terrence Howard (¿alguien se acuerda de él ahora?) en la entrega anterior; y en cuanto a Paltrow, el guion le confiere a su personaje un peso hasta ahora inédito en la saga, que eclosiona en la parte final potenciando la relación entre Pepper y Stark y transformándolo (literalmente) de una forma inaudita. Algo que, por supuesto, también ha molestado a buena parte de la platea...
Pepper Potts adquiere más importancia que en los filmes anteriores
En cuanto al rol de Tony Stark y la interpretación de Downey Jr., rey indiscutible de la función, se vuelve a confirmar lo que ya sabíamos: la simbiosis entre ambos es perfecta, y el protagonista del nuevo Sherlock Holmes parece haber nacido para interpretar el papel. Al respecto, señalar que el libreto subraya todavía más el humor en el personaje (conforme más peligrosas resultan ser las situaciones a las que se ve abocado a enfrentarse, mayor es la ironía que demuestra el álter ego civil de Iron Man), y que incluso se atreve a introducir un elemento que nos remite al cine popular de los años 80 y 90: la presencia de un niño como contrapunto humorístico y sensible (que no sensiblero, al menos aquí) al protagonista. Si les emocionó tanto como a mí esa vuelta al cine popular de aquellas décadas que fue Super 8, no les defraudará esta parte del relato... que, claro está, también ha levantado ampollas.
Los dos rostros de un mismo personaje: Iron Man y Tony Stark
Pero, como decíamos, la figura del Mandarín (o mejor dicho, el empleo que se hace de ella) ha sido la que más ha molestado a los aficionados de todo el mundo. Más aún, a decir de estos, después de que haya recaído en un actor tan encumbrado como el británico Ben Kingsley, varias veces nominado a los Oscar y premiado con la estatuilla dorada por su protagonista en Gandhi. Paradójicamente, cuando se supo de su contrato se produjo una situación de la que dije en su día (cito textualmente): "Lo que no se sabe es a qué villano interpretará, y aunque los fans del personaje parecen obstinados en creer que se tratará del temible Mandarín, los productores están igualmente obstinados en negarlo" (!). Mira por dónde, por una vez no nos engañaron del todo... Sea como sea, al parecer muchas de las quejas al respecto se deben a que nadie parece darse cuenta de que es una operación llevada a cabo con toda la intencionalidad del mundo para intentar asegurar el efecto sorpresa del relato. Y si Christopher Nolan hizo algo parecido en su día en Batman Begins con el rol de Ra's Al Ghul (que, al fin de cuentas, sí aparecía como tal en la historia, aunque encarnado por dos actores distintos), más aún hay que perdonárselo al film que nos ocupa si de lo que se trataba era de sorprender al espectador y distraerle de la importancia del papel que encarna Guy Pearce, a la postre verdadero villano de la cinta.
Killian intenta convencer a Potts de que su empresa financie su proyecto
Por lo demás, destacar en el reparto la presencia de dos actores veteranos de probada solvencia como William Sadler y un recuperado Miguel Ferrer en la piel del presidente y el vicepresidente de los Estados Unidos respectivamente, así como de James Badge Dale, actor eminentemente televisivo (fue el yerno de Jack Bauer en 24 y el protagonista de la excelente Rubicon) al que también vimos en Infiltrados, aquí como mano derecha (y ejecutora) del científico y empresario al que encarna Pearce. Y, por supuesto, también nos encontramos con un par de cameos: el inevitable de Stan Lee, quizá algo más fugaz que de costumbre últimamente... y el de otro actor / personaje del universo cinematográfico de Marvel, en la también inevitable escena post créditos del film, que da unidad al relato subrayando el humor de la cinta y justificando su estructura a modo de flashback relatado por el propio Tony Stark. Un papel este del que Downey Jr. podría separarse ahora que ha terminado sus compromisos por contrato con Marvel, situación a la que el final abierto del film parece dejar la puerta abierta subrayando, al modo del último bond Skyfall, hasta la posibilidad de un reboot.
El film cuenta con un gran número de armaduras en acción
Llegado este punto, todavía no hemos citado al director del film, lo que en un principio tampoco debería resultar demasiado llamativo tratándose de un blockbuster, una de esas grandes producciones en las que a veces el cineasta que firma la cinta no pasa de ser un coordinador de un gran número de departamentos artísticos y técnicos. Pero en esta ocasión sí parece relevante, a tenor del resultado final, que tras las riendas del proyecto esté Shane Black, cuya fama se cimenta en su labor como guionista para títulos definitorios de una cierta sensibilidad popular respecto a cómo entender el cine de entretenimiento repleto de referencias cinéfilas (o de otro tipo): llevan su firma nada menos que los guiones de la saga Arma letal y cintas como Una pantilla alucinante, El último boy scout y la multi y metarreferencial El último gran héroe. Cabe señalar que hasta la fecha, Black solo había firmado (en el ya lejano 2005) una película como director, la espléndida Kiss Kiss Bang Bang, donde ya trabajó con Downey Jr... el cual opina, según ha dicho en alguna entrevista, que probablemente aquella podría ser su mejor película como actor. No sé si esto será cierto, pero qué duda cabe ante estas declaraciones que no es extraño pensar en la posibilidad de que haya sido la propia estrella de Hollywood quien ha conseguido que Shane Black se suba al carro de Marvel Studios. Visto el resultado, ninguna queja. Por mi parte, claro.
2 comentarios:
Yo la vi ayer y me ha encantado.
Saludos.
Después de ver IM3 creo que la franquicia Iron Man está a sólo una entrega más de rendirse a los chistes de pedos y tener a Adam Sandler como estrella invitada. ¿El ego de Robert Downey, Jr.? Desatado no, lo siguiente. ¿Más? El colega Rhodes desaparecido en combate. Jon Favreau interpretando el papel del amigo lelo que en una comedia de Ben Stiller recaería en Owen Wilson o Vince Vaughn. Y el Mandarín... Oh, Dios... No se cuánto habrán pagado a Ben Kingsley por dejarse humillar de esta forma en pantalla, pero si yo fuera él devolvería el Óscar que le dieron por por 'Ghandi' y no volvería a asomar el careto en una película. Jamás. Y yo creía que Marvel no podía hacerlo peor que con la segunda parte... Madre mía, qué horror. Para la próxima espero que traigan de vuelta a los guionistas de IM1 y dejen de contratar a los amiguetes de Downey. Jr.
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