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domingo, 11 de septiembre de 2011

El cine de autor (ruso) triunfa en Venecia

Carlos Boyero debe estar que trina: como vaticinó muy bien, en el Festival de Venecia cuyo palmarés se dio a conocer ayer ha vuelto a triunfar el cine de autor tal y como se entiende en el viejo continente, y no las aplaudidas propuestas de Cronenberg, Polanski, Alfredson o Clooney (como director, se entiende)... por las que apostaba claramente el popular y en muchas ocasiones polémico crítico español.


Alexander Sokurov, el gran triunfador de Venecia


Y es que el jurado del Festival, encabezado por Darren Aronofsky (Cisne negro), ha decidido que el León de Oro haya recaído esta vez en Faust, del ruso Alexander Sokurov, un director de esos a los que adoran en los festivales, de los que huyen el público en masa y de los que son aplaudidos por el 99% de los críticos especializados (es decir, más o menos todos menos Boyero). Así la definía ayer el crítico de El País: "Es una película insufriblemente retórica, espesa en sus imágenes y en sus diálogos, complementada por una voz en off que va vomitando la retorcida visión del protagonista sobre las personas, los sentimientos y las cosas". Pues eso: Boyero estará que trina.


Un fotograma de Faust, la vencedora del festival


En cambio, la que partía como favorita en todas las quinielas -Shame, de Steve McQueen, al que no se le confundirá con el célebre actor de Bullitt porque este murió hace varias décadas-, se ha tenido que conformar con la Copa Volpi al mejor actor para Michael Fassbender... Por cierto, un intérprete que ha venido decidido a comerse el mundo, y que parece que lo va a conseguir: llamó la atención en Malditos bastardos, fue el mejor del reparto de X-Men: Primera generación interpretando a un joven Magneto, y en el presente Festival hacía doblete participando como Carl Jung en Un método peligroso, el Cronenberg a concurso.


Fassbender y Carey Mulligan, en un instante de Shame


El premio a la interpretación femenina fue para la veterana actriz hongkonesa Deannie Yip por Tao Jie de Ann Hui, mientras que el premio Marcello Mastroianni al Actor Emergente fue ex aequo para Shôta Sometani y Fumi Nikaidô, del film japonés Himizu, lo último del radical Sono Sion (Suicide Club); por su parte, el considerado como mejor director resultó ser el chino Shangjun Cai por Ren shan ren hai. Por si esto fuera poco, Shinya Tsukamoto, el director de los Tetsuo y de Bullet Ballet, también fue premiado con el Orizzonti Award por Kotoko. Cuatro premios que suponen por sí solos casi medio palmarés y que confirman el empuje del nuevo cine asiático en los festivales cinematográficos de todo el mundo.


Himizu: el último film del pujante Sono Sion


Completando el palmarés, el premio al Mejor Guión fue para Alpeis, lo último del director de la fascinante Canino, el griego Giorgos Lanthimos; la mejor fotografía fue para la adaptación de Wuthering Heights (Cumbres borrascosas) que firma Andrea Arnold; y el Premio Especial del Jurado se lo llevó la película italiana Terraferma, dirigida por Emanuele Crialese.

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