Esta mañana desayunaba con la triste noticia del fallecimiento de Maurice Jarre, uno de los compositores más importantes de la historia del cine, autor de bandas sonoras tan recordadas como las de Lawrence de Arabia -por la que ganó su primer Oscar- o Ghost, una película por cierto que pese a su descomunal éxito merecería estar con todos los honores en esta sección de "Bodrios que hay que ver"... Y es que hay que ver cómo odio a Whoopi Goldberg.
Pues hete aquí que anoche, cuando todavía no tenía noticia de la triste ídem, estuve viendo una película con banda sonora de este gran autor... aunque, la verdad, menudo homenaje involuntario que le hice: la película en cuestión era una producción tan infausta como Guerreros del sol, estrenada en el ya lejano 1986.
Algunas películas de la década de los 80 han envejecido bastante bien; los títulos con los que muchos nos criamos pueden volverse a ver hoy en día sin que se nos caiga la cara de vergüenza: las entregas segunda y tercera de las sagas de Star Wars e Indiana Jones, Gremlins, Cazafantasmas, Los Goonies o Regreso al futuro -sobre todo esta última, que todavía me parece una obra maestra del cine fantástico- siguen siendo estupendas muestras de cine familiar, todas ellas muy dignas, con las que puede disfrutar un público adulto. Lamentablemente, este no es el caso de Guerreros del sol.
Y es que en su día un título como Guerreros del sol, para qué engañarnos, molaba lo suyo... sobre todo gracias a ese cartel tan ochentero, tan en la línea de los trabajos de Drew Struzan, que podía recordar a las aventuras del arqueólogo Henry Jones Jr. o a filmes como Mad Max III. Pero si hubiéramos sabido algo de inglés y supiésemos que el film que nos ocupa en realidad se titulaba Solarbabies, un título que recuerda más bien a Los Lunnis, igual no nos habría molado tanto.
La película está ambientada en un futuro distópico, donde el tiempo se cuenta ya de otra manera -ronda el año cuarenta y tantos-, el planeta es un gran desierto y el agua está bajo el control de un gobierno fascista que tiene a los adolescentes más rebeldes en reformatorios que no son sino prisiones gobernadas bajo el régimen severísimo de sus directores y alcaides, que ríete tú de Prison Break.
Un grupo de estos adolescentes juegan a una violenta variante del hockey para pasar los ratos libres -un remedo, claro, de lo visto en Rollerball de Norman Jewison-, mientras que un niño que ejerce de mascota del grupo y que es sordo -quién lo diría, viendo el tamaño de sus orejas- encuentra una bola que brilla, que tiene nombre -o eso dicen- y que le cura su sordera. Esta bola será la culpable de que el niño decida fugarse, para que, acto seguido, el resto de sus amigos huyan en busca del anterior.
Para liarlo un poco más todo, entre los internos se encuentra un joven taciturno que habla muy poco -porque es taciturno, ya lo hemos dicho-, que dibuja símbolos mágicos en la arena y que siempre está acompañado por un búho. Así no resulta extraño que no se trate del individuo más popular del centro... Por cierto: los seguidores de la serie Héroes reconocerán debajo del maquillaje y los ropajes al más puro estilo Duran Duran o Spandau Ballet a Adrian Pasdar, el mismísimo senador Nathan Petrelli, con veintipico años menos.
Obviamente, los protagonistas principales del film son la mentada pandilla de adolescentes, liderados por Jason Patric y Jami Gertz -él en su debut en la gran pantalla-, una pareja romántica que al año siguiente repetiría en una película fantástica y juvenil mucho mejor que esta: la vampírica Jóvenes ocultos de Joel Schumacher. Junto a ellos pueden verse, entre otros, a un juvenil James LeGros y al pequeño Lukas Haas, el niño que un año antes sorprendió a propios y extraños en Único testigo junto a Harrison Ford, y que aquí, gracias a sus orejas sin igual, parece un cruce entre los niños del Paracuellos de Carlos Giménez y un seiscientos con las puertas abiertas.
Como siempre, los villanos de la función son lo más atractivo del film, y eso que en realidad tampoco hacen nada del otro mundo: el veterano Charles Durning es el director del internado, y apenas sale en una secuencia; Sarah Douglas, que venía de ser la mala de Superman II, aparece poco más y no sé sabe muy bien a cuento de qué; y, sobre todo, el malogrado Richard Jordan ejerce de militar malvado y sádico que persigue incansablemente a los Solarbabies en cuestión -menudo nombre- y al final paga por su iniquidad.
En fin... Guerreros del sol es una tremebunda ordinariez producida por la factoría de Mel Brooks que, de tan ridícula, da más risa que muchas de las comedias dirigidas por aquel. El director de la misma es Alan Johnson, coreógrafo de algunos títulos de aquel -Los productores, Sillas de montar calientes, La loca historia del mundo- que debutara como realizador tres años antes con Soy o no soy, aquel remake suicida del clásico Ser o no ser de Ernst Lubitsch que produjera y protagonizara el mismo Brooks. Pero para dato marciano, destacar que el guión de esta nadería lo firman al alimón el debutante Douglas Anthony Metrov... y nada más y nada menos que Walon Green, guionista de Grupo salvaje de Sam Peckinpah, que se ve que se había hecho mayor y se le había ido la pinza. Porque si no no se entiende.
Bueno, en realidad no se entiende casi nada a la hora de justificar que se rodaran películas como esta, como no fuese unas vacaciones pagadas en España, que fue donde se filmó esta... cosa. Y hasta aquí hemos llegado.
martes, 31 de marzo de 2009
lunes, 30 de marzo de 2009
Los mejores del mundo, según Darwyn Cooke
Superman y Batman son los dos personajes más conocidos y representativos del Universo DC, así como, por extensión, los dos superhéroes más célebres de la historia del cómic norteamericano. Tanto es así que, gracias a sus múltiples colecciones, a los seriales radiofónicos y -sobre todo- a su salto a la pequeña y la gran pantalla, en series televisivas, seriales y sagas cinematográficas de la mano de directores como Richard Donner, Bryan Singer, Tim Burton, Joel Schumacher o Christopher Nolan, han acabado convirtiéndose en dos de los iconos culturales más mundialmente reconocibles de todo el siglo XX.
Darwyn Cooke es un autor que no teme el peso de la herencia de las obras originales a la hora de dar su propia visión de personajes míticos de la historieta. Ahí está su The Spirit, nada más y nada menos que revisitando al personaje más célebre de Will Eisner, para demostrarlo. Y ahora, de la mano de dos publicaciones muy recientes de Planeta de Agostini Comics, tenemos la oportunidad de descubrir cómo han sido tratados la pareja de World's Finest, que todavía hoy comparten una cabecera también editada por Planeta, por parte de este autor que no teme a las fatales comparaciones.
El primer volumen en ver la luz es Batman: Ego, que no solo recoge la historia que le da título, sino otra narración extensa -"El gran golpe de Selina"- y cuatro narraciones breves más. Pero se le ha dado principal protagonismo al que fuera el primer trabajo de Cooke para DC, "un primer intento meritorio pero fallido" en palabras del propio autor, pero que no nos parece para nada desdeñable. Esto se debe a que, aunque efectivamente no aporte nada nuevo a la mitología del personaje, se trata de un relato que se lee con agrado y que se nos antoja influenciado por la idea del doppelgänger de Otto Rank y por ficciones que han tratado dicho tema, con El extraño caso del doctor Jekyll de Robert Louis Stevenson a la cabeza.
Efectivamente, "Batman: Ego" retrata a un Bruce Wayne desdoblado, a la manera de su archivillano Harvey Dent / Dos Caras, que durante un momento de estrés postraumático consigue dialogar con su alter ego, el Hombre Murciélago, el Caballero Oscuro de Gotham City. En esta narración, y este es un aspecto que deja entrever la ambición lógica de un autor joven en cuyas manos cae un personaje tan emblemático, Cooke recupera buena parte de la mitología del personaje, revisitando por enésima vez el asesinato de Thomas y Martha Wayne y trayendo a colación a los villanos más representativos del universo de Batman, caso del Joker, Catwoman, el Pingüino o el citado Dos Caras.
Pero pese a las carencias de un relato, como decimos, nada novedoso, destaca el trabajo de Cooke a los lápices, una labor que fruto de ser un cómic de autoría única, deja entrever el dominio narrativo de su responsable, que compone aquí las páginas y diseña las rejillas de viñetas subrayando en todo momento el carácter dual del relato que tiene entre manos y del personaje que lo protagoniza.
Pese a que el balance final de esta historia es claramente positivo, más interesante nos parece -y a Darwyn Cooke también, pues sigue siendo su trabajo completo favorito- "El gran golpe de Selina", el otro relato largo del volumen y donde el autor cede el protagonismo a Selina Kyle, alias Catwoman, en su faceta de ladrona de guante blanco. Para ello construye un relato influenciado por la novela y el cine negros, recuperando a dos personajes de gatillo fácil, Stark y Jeff, que creara en la inédita "Deja Vu", un relato breve que también puede leerse en este Batman: Ego.
Según Cooke, Stark es su particular versión del actor Lee Marvin y del personaje que compusiera para A quemarropa, la película de mediados de los 60 dirigida por John Boorman y que adaptaba la novela de Donald Westlake Point Blank, firmada con el seudónimo de Richard Stark. Por su parte, Jeff está inspirado en el actor asiático Chow Yun Fat, protagonista de varios de los adrenalíticos y coreografiados thrillers de John Woo. Por ello, el citado "Deja Vu", inspirado en "La noche del merodeador", un relato de Batman de los 70 creado por Steve Englehart, Vik y Sal Amendola y Dick Giordano, es el complemento ideal de este "El gran golpe de Selina".
Completan el volumen dos relatos en blanco y negro, "Donde reinan los monstruos" y "El monumento", y que ya pudimos leer en la tercera y última entrega de Batman: Black & White, pero cuya recuperación se agradece aquí para tener en un solo volumen los relatos del Hombre Murciélago en los que Darwyn Cooke ha tenido algo que ver: así, en el primer caso Cooke se pone al servicio de un guión de Paul Grist (Jack Staff), mientras que en el segundo escribe la historia y deja los lápices en manos de un acertado Bill Wray, cuyo Batman está a medio camino entre el pesado y rocoso de Frank Miller y el cartoon de Bruce Timm o el propio Cooke.
Igualmente, "Cita con un caballero" fue publicado en el volumen de Solo dedicado a Tim Sale, aquí el ilustrador que se pone al servicio de un Darwyn Cooke que se limita a escribir el guión. De nuevo, el apartado gráfico de este encuentro entre amoroso y bélico entre un Batman y una Catwoman alejados de sus facetas cotidianas es lo mejor de la función, y revela la perfecta conjunción de talentos que se produce cuando Cooke y Sale trabajan juntos.
Esta colaboración vuelve a demostrar su alcance en Superman: Kryptonita, que frente a la recopilación de historias de lo más variado de Batman: Ego presenta un relato único protagonizado por el Hombre de Acero, y que cuenta con Darwyn Cooke al guión y Tim Sale al dibujo. El atractivo volumen editado por Planeta, como suele ser costumbre en el mercado editorial español, recoge los seis comic books originales -Superman: Confidential números 1 a 5 y 11- al completo.
En esta ocasión, de nuevo, Cooke se plantea acercarse a un personaje con una larga tradición detrás sin miedo a las comparaciones, recuperando buena parte de su mitología, empezando por su herencia como último hijo del planeta Krypton que es recogido por el matrimonio Kent, así como los personajes que giran alrededor del periódico Daily Planet -Lois Lane, Jimmy Olsen, Perry White- o el archivillano de la colección, el megalomaníaco Lex Luthor.
Para ello, Cooke regresa a los primeros años de Kal-El en el planeta Tierra, valiéndose de su aprendizaje como superhéroe al servicio de la humanidad que todavía tiene que aprender cuáles son sus propios límites, qué puede hacer y qué no puede hacer, en qué medida es invulnerable o si hay algo que pueda matarle, y que sería un arma mortal en manos de sus múltiples enemigos.
De esta manera, y sin traicionar la continuidad de Superman, a su vez dentro de la del Universo DC, Cooke redefine la relación entre el protagonista y el planeta Krypton, así como la mortífera kryptonita, que aquí está en manos de Anthony Gallo, un empresario hotelero, director del Casino de Gotham City y del que Perry White, el director del diario donde trabaja el alter ego humano de Superman, sospecha que no es trigo limpio. Estos dos elementos, propios de géneros tan dispares como la ciencia ficción y el género negro, confluyen con solidez y sin estridencias en una única línea narrativa esbozada por un Darwyn Cooke que sabe muy bien el peso del material que tiene entre manos.
Por su parte, un Tim Sale ahora en la cumbre de la fama gracias al poder mediático de la televisión -suyos son los cómics y los cuadros que aparecen en la exitosa serie Héroes-, ofrece aquí uno de sus mejores trabajos, sobre todo en lo que al retrato más humano de Clark Kent, Lois Lane y compañía se refiere, sin dejar de lado episodios tan conseguidos como el de Superman y el volcán en erupción, posiblemente el favorito del propio Darwyn Cooke.
Como conclusión, señalaremos que Batman: Ego y Superman: Kryptonita, narrativamente hablando, no suponen dos hitos en las respectivas historias de sus personajes, pero ofrecen magníficos ejemplos que demuestran el estatus actual de dos autores como Darwyn Cooke y Tim Sale. Si, además, el lector es un completista acérrimo de los defensores de las ciudades de Gotham y Metrópolis, estos dos volúmenes se convierten sin dificultad en un must al que será difícil renunciar.
Título: Batman: Ego
Autores: Darwyn Cooke et alii (guión y dibujo)
Editorial: Planeta de Agostini Comics
Fecha de edición: febrero de 2009
208 páginas (color) - 15,95 €
Título: Superman: Kryptonita
Autores: Darwyn Cooke (guión) / Tim Sale (dibujo)
Editorial: Planeta de Agostini Comics
Fecha de edición: marzo de 2009
160 páginas (color) - 15,95 €
domingo, 29 de marzo de 2009
Películas que queremos ver...
... y cuanto antes. Ya podemos ver los carteles de algunos de los filmes más esperados del año. El primero en estrenarse en España será Wolverine, que llegará a nuestros cines el día 30 de abril. Después llegarán nuevas aportaciones a la saga de Star Trek y la filmografía protagonizada por Sherlock Holmes, de la mano de J. J. Abrams (Alias) y Guy Ritchie (Snatch) respectivamente. Y entre ambas, en otoño de este año, llegará a la cartelera de los Estados Unidos la esperada Shutter Island de Martin Scorsese, protagonizada por Leonardo DiCaprio y basada en la novela homónima de Dennis Lehane.
sábado, 28 de marzo de 2009
Las recomendaciones del sábado
Cómic:
BIZARRO CÓMICS
Varios autores
(Planeta DeAgostini Comics, 2009)
¿Quién dijo que el cómic de superhéroes estaba agotado? DC Comics demostró en su día que no hay buenos o malos personajes, sino creadores novedosos o acomodados, y se propuso dinamitar el género desde dentro dejando sus personajes en manos de una nómina interminable de los mejores autores indies... Y aunque algunos guiones recurran al chiste fácil, solo por ver la visión que de estos héroes tienen autores como Millionaire, Baker, Horrocks, Cooper, Brunetti, Bagge, Pekar o los Hernandez Bros -por citar solo unos cuantos- ya vale la pena sobradamente este contundente e irreverente volumen que por fin ve la luz en español.
Libro:
CABALLEROS
Klas Östergren
(Mondadori, 2009)
Un escritor atemorizado se esconde en un apartamento para escribir la historia de los anteriores inquilinos, los carismáticos hermanos Morgan, el encantador Henry y el provocador Leo, y su vinculación con un oscuro secreto de la historia reciente de Suecia... Se publica en España la novela revelación de la literatura sueca actual -que no es solo Stieg Larsson-, todo un éxito en su país de origen, contando ya con una secuela y con traducciones a catorce idiomas. Un libro que flirtea con el género negro, que ha recibido críticas deslumbrantes y que parece llamado a engrosar las listas de lo mejor del año.
(De: El Periódico de Villena, n.º 173, 27-III-2009).
viernes, 27 de marzo de 2009
Películas invisibles que han dejado de serlo
Tomando como excusa la reciente publicación de Cineclub de David Gilmour, un libro que por cierto no nos cansamos de recomendar, reflexionamos acerca del llamado "cine invisible", esas películas que nunca llegan a estrenarse y que solo pueden verse gracias a Internet. Este es el caso de filmes tan interesantes como Peur(s) du noir o Martyrs.
De todo ello hablamos en la columna de Abandonad toda esperanza de hoy:
Cineclub privado
De todo ello hablamos en la columna de Abandonad toda esperanza de hoy:
Cineclub privado
jueves, 26 de marzo de 2009
Hoy arranca Unicómic XI
Os recordamos que hoy, jueves 26 de marzo, arranca la undécima edición de Unicómic, las Jornadas del Cómic de la Universidad de Alicante, y lo hace con la primera sesión de charlas teóricas durante la mañana y el encuentro con dos autores por la tarde.
Estos dos autores son la argentina Diana Raznovich y el español J. M. Ken Niimura. Os invitamos a visitar sus webs personales pinchando sobre sus nombres destacados, así como recordaros que podéis consultar la programación completa de las jornadas -que traerán nada más y nada menos que a Chris Claremont mañana viernes y a Doug Braithwaite el sábado-, y que para encontrar más información lo mejor es visitar la web oficial del evento.
Ya podéis ver que el asunto promete bastante. Como siempre, esperamos veros por aquí.
Estos dos autores son la argentina Diana Raznovich y el español J. M. Ken Niimura. Os invitamos a visitar sus webs personales pinchando sobre sus nombres destacados, así como recordaros que podéis consultar la programación completa de las jornadas -que traerán nada más y nada menos que a Chris Claremont mañana viernes y a Doug Braithwaite el sábado-, y que para encontrar más información lo mejor es visitar la web oficial del evento.
Ya podéis ver que el asunto promete bastante. Como siempre, esperamos veros por aquí.
miércoles, 25 de marzo de 2009
Rising Stars / Top 10: Mitología o filón
Cuando el creador o los creadores originales de una colección o unos personajes -hablamos del mundo del cómic, pero es una cuestión perfectamente extrapolable a otros ámbitos como el cine o la televisión- abandonan a su suerte a sus retoños dejándolos en manos de otros padres adoptivos, sobre todo en el caso de los spin offs o series derivadas, suele hablarse de ampliar la mitología o de explotar el filón según el resultado final y el parecer particular de cada cual.
Así ha ocurrido con dos series estupendas, Rising Stars y Top 10, la primera creada para Top Cow por J. Michael Straczynski (el padre de la serie Babylon 5 y responsable de una estupenda etapa de The Amazing Spider-man, alguien que por tanto sabe bastante de mitologías y filones), y la segunda parida por Alan Moore y el dibujante Gene Ha para la línea ABC Comics, donde también ven la luz otras creaciones del genio de Northampton como Tom Strong, Promethea o Tomorrow Stories.
"Como nunca llueve a gusto de todos, no faltarán los lectores que critiquen la publicación de estas historias aprovechándose del tirón (...). Pero desde aquí apoyamos la decisión de la editorial española recordando que el lector patrio suele abogar por la edición de todo el material inédito posible, prefiriendo las obras completas, y quejándose enérgicamente cuando las editoriales autóctonas no respetan su voluntad. La cuestión, ya saben, es quejarse... y más de uno se quejará cuando -imaginamos- se publiquen Rising Stars: Bright y Rising Stars: Untouchable, ambos de nuevo escritos por Fiona Avery, en el que debería ser quinto y último volumen de esta edición. No así nosotros, que aquí en este vuestro blog comentaremos su contenido en cuanto vea la luz". Estas son las palabras con las que despedíamos el comentario acerca del volumen 4 de Rising Stars publicado por Norma Editorial, y como somos gente de palabra no hemos dejado pasar el volumen 5 y último de esta estupenda colección, a la que la editorial española responde con una igualmente espléndida edición en tapa dura.
Efectivamente, este Rising Stars 5: Intocable se abre con Bright, la miniserie de tres entregas protagonizada por Matthew Bright, uno de los 113 especiales de Pederson, que ahora bajo el nombre falso de Brendan Miller pretende llevar una vida normal. La serie, con un trabajo tan convencional como efectivo de Dan Jurgens a los lápices, explota la vertiente policíaca de la serie -recordemos que el sueño de Bright siempre fue ser policía, siguiendo la tradición familiar-, que ya se tocaba tangencialmente en la serie madre.
Más interesante, aunque sin llegar nunca al nivel de Straczynski, nos parece Untouchable, la miniserie de cinco números escrita por Avery y dibujada por Brent Anderson y que a la postre supone el grueso del volumen. Este relato está protagonizado por Laurel Darkhaven, la especial capaz de manipular los elementos naturales y artificiales más pequeños -"Lo diminuto" se titula el primer capítulo-, un hecho que la llevará a ser contratada por la CIA para convertirla en una espía perfecta. Así, desarrollo de la trama se mueve en un mundo de conspiración y paranoia que recuerda a una serie televisiva como Alias, protagonizada igualmente por una mujer espía.
El volumen se completa, a modo de material extra y como colofón de la serie, con una breve pero muy interesante entrevista con Straczynski, acompañada de bocetos de algunos de los personajes principales realizados por Christian Zanier. En resumidas cuentas: una serie de cinco tomos que hay que tener y leer.
De todas formas, mejor suerte ha corrido a nuestro parecer Top 10, la colección policíaca del universo de ABC Comics y en la que Alan Moore demostraba su gran sentido del humor a la hora de retratar un mundo superheroico alejado de la seriedad, la trascendencia y el pesimismo de su Watchmen.
Norma Editorial ha editado en un solo volumen Top 1o: Más allá del último distrito, una miniserie de apenas cinco números que supone el trabajo más relevante en el mundo del cómic del escritor Paul Di Filippo, autor de ciencia ficción con más de veinte libros a sus espaldas muy conocido entre el fandom de Estados Unidos pero que aquí apenas pasa por ser un escritor de culto para minorías muy minoritarias.
Para este su trabajo más importante en el campo del arte secuencial -luego escribiría Doc Samson para la competencia Marvel-, Di Filippo ha contado con el apoyo gráfico de Jerry Ordway, del que recomendábamos hace muy poco La amenaza roja y hace algo más de tiempo el crossover Planetary / JLA, uno de esos autores nada espectaculares ni llamativos pero del que siempre es una gozada ver, leer con imágenes, cualquier obra caracterizada por su trazo clásico y su estupendo sentido de la narración.
Más allá del último distrito expande la mitología -no diremos explota el filón porque hemos disfrutado mucho con su lectura- del universo de ficción construido por Moore y Ha alrededor de la ciudad de Neópolis, y donde los policías del Distrito 10 luchan contra el crimen en un universo donde los superhéroes y supervillanos, los dioses nórdicos, los robots rebeldes y los espíritus que vuelven de más allá de la muerte están a la orden del día. En esta ocasión, la amenaza es un alma errante que está causando el caos en la ciudad... Aunque en realidad eso es lo de menos, y no pasa de ser el mcguffin argumental que sirve de excusa a Di Filippo y Ordway para, en primer lugar, seguir hablándonos de los personajes creados por Moore, desarrollando su dibujo a partir de las relaciones que se establecen entre ellos, en una narración que debe mucho a las novelas policíacas (y policiales) de Ed McBain y a series televisivas como Canción triste de Hill Street, Policías de Nueva York o The Shield.
Por otro lado Di Filippo, con Ordway como cómplice perfecto, sigue homenajeando a las creaciones más (y menos) populares de la historia del tebeo a modo de cameos apenas entrevistos en el fondo de la viñeta: como ya hicieran Moore y Ha, la Neópolis de Di Filippo y Ordway está poblada por personajes del cómic comercial e independiente, norteamericano y europeo, superheroico o costumbrista. Por supuesto, lo que más verá el lector en una urbe tan particular como esta son superhéroes y supervillanos de Marvel y DC, de Spiderman a Batman pasando por Iron Man, algún Green Lantern o Thor y otros dioses mitológicos de Asgard. Pero si prestan atención también verán a Spirit y Ellen Dolan, Buddy Bradley de Odio, Asterix y Obelix, Tintín, Haddock y otros personajes de la línea clara, Popeye, el Bruto, Félix el gato, Vampirella o los ratones de Maus... por citar solo a algunos de los cientos que pueblan las páginas de Más allá del último distrito.
Así pues, estos dos volúmenes resultan una adquisición imprescindible tanto para completistas como para los que buscan un espléndido y digno divertimento, si bien podrían defraudar a los más puristas que solo quieren poseer las obras completas de Moore o Straczynski. Avisados quedan, unos y otros, y solo la lectura personal de ambas obras les permitirá asegurarse a ciencia cierta si están ante una mitología que se amplía o solo un filón que se explota.
Título: Rising Stars (Vol. 5: Intocable)
Autores: Fiona Avery (guión; según personajes de J. M. Straczynski) / Dan Jurgens & Brent Anderson (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: diciembre de 2008
200 páginas (color) - 18 €
Título: Top 10: Más allá del último distrito
Autores: Paul Di Filippo (guión; según personajes de A. Moore) / Jerry Ordway (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: febrero de 2009
128 páginas (color) - 12 €
Nota bene: A aquellos que la lectura de Top 10: Más allá del último distrito les haya despertado la curiosidad acerca de su guionista Paul Di Filippo, sepan que Grupo AJEC editó allá por marzo de 2004 y con una estupenda portada de Alejandro Terán su antología de relatos Páginas perdidas, un puñado de cuentos que han hecho a la crítica convocar los nombres de Kafka, Dick, Ballard o Pynchon, y que bien merecen nuestra atención.
(+) Previously on Abandonad toda esperanza:
- Rising Stars (Vols. 1 y 2)
- Rising Stars (Vols. 3 y 4)
- Top 10
- Top 10: The Forty-Niners
martes, 24 de marzo de 2009
Bodrios que hay que ver: Encarnaçao do demonio
José Mojica Marins tiene bastante predicamento entre los aficionados al cine fantástico más cutre y psicotrónico, entre los que como bien sabrán me cuento sin remilgos ni vergüenza alguna. Yo mismo vi hace muchos años una película de las de antaño protagonizadas por su emblemático 'Zé do Caixao' (esto es, 'José del Ataud'), el enterrador siniestro y taciturno al que interpreta el propio realizador, y no me disgustó del todo. Eso sí, no me pregunten cuál era porque todas hacen gala de títulos bastante estrambóticos -A medianoche me llevaré tu alma, Esta noche poseeré tu cadáver, Delirios de un anormal (pedazo de sic)- y todas acaban pareciéndome iguales.
Pero hete aquí que con el paso de los años he vuelto a darle una oportunidad gracias a su último trabajo, Encarnaçao do demonio, la película que el pasado año supuso el regreso por la puerta grande del que para los brasileños es como para los norteamericanos Bela Lugosi o para nosotros Jacinto Molina, aka Paul Naschy. Solo esta consideración explica el reciente premio a la Mejor Película del Jurado Jove en el festival de Sitges. O eso, o es que el jurado era verdaderamente jove y no pasaba de los seis años de edad (mental).
Porque qué quieren que les diga... Menudo engendro, oyes. Estamos ante una de las películas más aburridas de todos los tiempos, en dura competencia con aquella de Andy Warhol que mostraba a alguien durmiendo y que duraba once horas, y creo que la de Mojica Marins acaba ganando por poco. Porque Encarnaçao do demonio es un tostón de mucho cuidado, que cuenta con una anécdota banal a más no poder, y que no pasa de ser una mera excusa para volver a pasear el uniforme apolillado, el sombrero a juego y las uñas más largas del cine de terror -más aún que las cuchillas de Freddy Krueger, y eso que estas eran artificiales-, y a ver si podemos seguir viviendo de las rentas.
Veamos ante qué nos encontramos exactamente: al principio del film Zé do Caixao se encuentra encerrado bajo llave, pero no recuerdo muy bien por qué consigue liberarse... A partir de ese momento, y en compañía de un particular Sancho Panza satánico, paseará su oscura figura por las calles de Sao Paulo mientras recluta a varios seguidores que le adoran como a un profeta.
Este deambular de Zé por el Brasil contemporáneo sirve, por un lado, para que Mojica Marins realice una crítica del chapucero estado de las cosas en su país hoy en día, y por otro para llevar a cabo un patético intento de ponerse a la altura de realizadores místicos y visionarios como Federico Fellini o Alejandro Jodorowsky, aunque finalmente no le llegue ni a la suela del zapato al autor de Fando y Lis o El Topo, no digamos ya al genio que firmó joyas como La Strada, 8 y 1/2 o Amarcord.
Por otra parte, el film se permite algo de gore para tener contento a los espectadores de nuevo cuño, mientras que a los mitómanos se les satisface incluyendo algunas escenas de películas clásicas -por no decir anticuadas- del realizador, con la excusa de que anteriores víctimas de Zé lo visitan a modo de ánimas en pena para atormentarle -sí, las presencias pueden recordar a Giulietta de los espíritus; seguimos sableando a Fellini-... Si bien la razón real, que no se le escapará a nadie, es alargar como sea la trama del film para alcanzar los 90 minutos de rigor.
En fin... Encarnaçao do demonio es una pesadilla para olvidar. No se dejen engañar por el (¿inmerecido?) prestigio del realizador, y dediquen su tiempo libre a disfrutar del arte de verdaderos genios del género (el cine cutre, no el fantástico), como Ignacio F. Iquino, Pedro Lazaga, Javier Aguirre o el nunca lo suficientemente ponderado, por mucho Goya que le den, Jess Franco. Me lo agradecerán eternamente. O por lo menos un rato.
Pero hete aquí que con el paso de los años he vuelto a darle una oportunidad gracias a su último trabajo, Encarnaçao do demonio, la película que el pasado año supuso el regreso por la puerta grande del que para los brasileños es como para los norteamericanos Bela Lugosi o para nosotros Jacinto Molina, aka Paul Naschy. Solo esta consideración explica el reciente premio a la Mejor Película del Jurado Jove en el festival de Sitges. O eso, o es que el jurado era verdaderamente jove y no pasaba de los seis años de edad (mental).
Porque qué quieren que les diga... Menudo engendro, oyes. Estamos ante una de las películas más aburridas de todos los tiempos, en dura competencia con aquella de Andy Warhol que mostraba a alguien durmiendo y que duraba once horas, y creo que la de Mojica Marins acaba ganando por poco. Porque Encarnaçao do demonio es un tostón de mucho cuidado, que cuenta con una anécdota banal a más no poder, y que no pasa de ser una mera excusa para volver a pasear el uniforme apolillado, el sombrero a juego y las uñas más largas del cine de terror -más aún que las cuchillas de Freddy Krueger, y eso que estas eran artificiales-, y a ver si podemos seguir viviendo de las rentas.
Veamos ante qué nos encontramos exactamente: al principio del film Zé do Caixao se encuentra encerrado bajo llave, pero no recuerdo muy bien por qué consigue liberarse... A partir de ese momento, y en compañía de un particular Sancho Panza satánico, paseará su oscura figura por las calles de Sao Paulo mientras recluta a varios seguidores que le adoran como a un profeta.
Este deambular de Zé por el Brasil contemporáneo sirve, por un lado, para que Mojica Marins realice una crítica del chapucero estado de las cosas en su país hoy en día, y por otro para llevar a cabo un patético intento de ponerse a la altura de realizadores místicos y visionarios como Federico Fellini o Alejandro Jodorowsky, aunque finalmente no le llegue ni a la suela del zapato al autor de Fando y Lis o El Topo, no digamos ya al genio que firmó joyas como La Strada, 8 y 1/2 o Amarcord.
Por otra parte, el film se permite algo de gore para tener contento a los espectadores de nuevo cuño, mientras que a los mitómanos se les satisface incluyendo algunas escenas de películas clásicas -por no decir anticuadas- del realizador, con la excusa de que anteriores víctimas de Zé lo visitan a modo de ánimas en pena para atormentarle -sí, las presencias pueden recordar a Giulietta de los espíritus; seguimos sableando a Fellini-... Si bien la razón real, que no se le escapará a nadie, es alargar como sea la trama del film para alcanzar los 90 minutos de rigor.
En fin... Encarnaçao do demonio es una pesadilla para olvidar. No se dejen engañar por el (¿inmerecido?) prestigio del realizador, y dediquen su tiempo libre a disfrutar del arte de verdaderos genios del género (el cine cutre, no el fantástico), como Ignacio F. Iquino, Pedro Lazaga, Javier Aguirre o el nunca lo suficientemente ponderado, por mucho Goya que le den, Jess Franco. Me lo agradecerán eternamente. O por lo menos un rato.