Abandonad toda esperanza

viernes, 4 de septiembre de 2009

Clásicos literarios ilustrados



Aunque a primera vista pueda parecerlo por el título que encabeza estas líneas, aquí no glosaremos los pros y contras de "Joyas literarias juveniles", la última colección de Planeta que recupera las adaptaciones al cómic de clásicos de Verne, Stevenson o Salgari -por citar solo tres- que durante los años 70 y 80 publicó Bruguera... y que, de paso, aprovechamos la ocasión para recomendar. Los párrafos que siguen versarán sobre dos adaptaciones de textos literarios mucho más recientes -las adaptaciones, queremos decir-, una de ellas una novedad estricta y otra una reedición en formato de lujo.



Empecemos por esta última: ya habíamos tenido la oportunidad de leer todo el Ibicus de Pascal Rabaté en cuatro tomos, pero la reciente publicación de Glénat de la versión completa dentro de su "Colección Integral", donde ya hemos podido leer títulos como León el Terrible, El triángulo secreto o el Peter Pan de Loisel (por mencionar algunos), permite disfrutarla convenientemente de un tirón y a un precio bastante asequible: justo la mitad de lo que costaría adquirirla por entregas. En cuanto a sus dimensiones, y para hacerse una idea, imagínense un volumen superheroico absolute pero un poco más pequeño y por tanto más manejable.



Este absolute Ibicus tiene el empaque físico de una contundente novela rusa, bastante apropiado dado el caso de que estamos ante una (aplaudida) versión de la novela de Alexis Tolstoi, autor de relatos como "El vampiro" o "La familia del vurdalak" (¿recuerdan la versión cinematográfica de Mario Bava, Las tres caras del miedo, con el gran Boris Karloff?), y al que no conviene confundir con su compatriota León Tolstoi, el autor de Guerra y paz.



La acción de Ibicus arraca en Petrogrado, Rusia, a comienzos de 1917. La primera reflexión de la obra es que "la crisis de aprovisionamiento de las grandes ciudades sólo es pasajera"; hoy sabemos que no fue tan pasajera, y que la revolución rusa era en ese momento un hecho inminente e imparable. Es en este marco histórico en el que se moverá el protagonista de la narración, Simeón Nevzorof, un individuo apocado, casi pusilánime, del que no se puede decir que no tenga ni oficio ni beneficio pues ejerce de contable... pero poco más.



Cuando la situación politíca de la nación sea insostenible, Nevzorof recordará las palabras de una adivina gitana que le dijo estas palabras en el pasado: "¡Cuando el mundo se hunda envuelto en fuego y sangre, cuando la guerra entre en las casas, cuando el hermano mate al hermano, tú te harás rico! ¡Vivirás aventuras extraordinarias, pues serás rico!". Y, efectivamente, Siméon llegará a ser rico... pero a qué precio.



De esta forma, el lector podrá preguntarse si efectivamente la pitonisa adivinó el futuro, o bien si el protagonista tomó determinadas decisiones movido por la predicción de aquella. Y a lo largo de más de quinientas páginas de lectura apasionante seremos testigos priviliegiados de la gran aventura vivida por Nevzorof -que, según la adivina, vive bajo el signo de Ibicus, la calavera parlante-; una serie de peripecias que lo llevarán de hacerse pasar por conde en Rusia frecuentando los cenáculos de intelectuales y flirteando con la cocaína hasta convertirse en proxeneta en Estambul, pasando por distintas etapas en las que hará las veces de espía, fugitivo o vagabundo.



En definitiva: Ibicus es una lectura de creciente interés, una crónica de las grandezas y las miserias de la condición humana, servida en bandeja por el personal trazo de su autor, profundamente expresionista, y cuyo balance final justifica con creces el consenso crítico de considerarla como la obra maestra del autor de Río abajo. No la dejen pasar; me lo agradecerán.



De menores dimensiones pero también gran calado se nos antoja Encender una hoguera, la adaptación que ha realizado un compatriota de Rabaté, Christophe Chabouté, de un cuento de Jack London... un autor este que, por cierto, sí estuvo muy presente en la línea de "Joyas literarias juveniles" que citábamos al principio.



Los que se hayan acercado en alguna ocasión a la obra de London sabrán que, salvo en contadas excepciones, su producción literaria giró siempre alrededor de la relación del hombre con la naturaleza, la comunión del primero con la segunda; textos como Colmillo blanco o La llamada de la selva así lo atestiguan, y este Encender una hoguera no es una excepción.



El relato parte, al igual que Ibicus, de un hecho histórico: en 1896 se descubrieron suculentos yacimientos de oro en la región de Klondike, al norte de Canadá. Este hallazgo desató una fiebre en miles de personas que en busca de un porvenir mejor partieron en busca del metal más preciado de la misma forma que tan bien reflejó Charles Chaplin en una de las más grandes obras maestras del séptimo arte: La quimera del oro.



Uno de estos exploradores anónimos es, junto con su perro lobo, el protagonista de esta novela gráfica: un hombre que luchará contra el hambre, el cansancio, la soledad y -sobre todo- el frío con escasos medios y todavía menos experiencia, valiéndose tan solo de una vestimenta apropiada, una caja de cerillas y la obsesión por conseguir la parte de oro que cree le corresponde. El resultado de sus desventuras a cuarenta y cinco grados bajo cero es una narración marcada por la desolación y el lado más crudo y salvaje de la naturaleza.



Como es lógico, estamos ante una novela gráfica de extensión concisa y texto ajustado: carente de diálogos, Chabouté solo nos proporciona el monólogo interior del personaje durante su búsqueda incansable. Esto podría llevar al lector a dar buena cuenta de Encender una hoguera a una velocidad considerable, inapropiada e injusta; muy al contrario, Chabouté nos propone una obra que para que el lector la disfrute en todo su esplendor este tiene que pasar antes por un proceso de aprendizaje, que le lleve a tomárselo con calma y a dejarse deleitar por unas páginas (a color, pero marcadas sobre todo por el blanco, el negro y el gris) que podrían hacer las delicias de un autor naturalista como el japonés Jiro Taniguchi. No se me ocurre mejor recomendación que esta.


Título: Ibicus (Integral)
Autor: Rabaté (guión y dibujo)
Editorial: Glénat
Fecha de edición: julio de 2009
536 pp. (b/n) - 24 €


Título: Encender una hoguera (Un cuento de Jack London)
Autor: Chabouté (guión y dibujo; según un relato de Jack London)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: agosto de 2009
64 pp. (color) - 16 €



(+) Previously on Abandonad toda esperanza, Pascal Rabaté:
- La virgen de plástico
- Río abajo

2 comentarios:

lorezaharral dijo...

a mi tambien me gusto mucho Ibicus, aunque la leí hace unos cuantos años

dennel dijo...

Dentro de poco planeta publicará cheri-bibi, otra adaptación de novela clásica, folletín concretamente, y tiene muy buena pinta.


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