Abandonad toda esperanza

miércoles, 8 de noviembre de 2006

Amor de plástico

En su día ya leí el The Question de Dennis O’Neill y Denys Cowan en la edición de la extinta Zinco, y me pareció por aquel entonces una de las series más interesantes de la factoría. Ahora que la estoy recuperando en la reedición de Planeta dentro de su línea "Clásicos DC", y con la perspectiva que da el paso del tiempo, se confirma que muchos de los logros de la línea Vertigo ya estaban como semilla en aquellas páginas, de la misma forma que en las de obras más reconocidas, como Swamp Thing de Alan Moore.



En el número 5, último aparecido hasta el momento, encontramos dos de las historias consideradas como más memorables de la serie, por suponer el encuentro entre Vic Sage y Oliver Queen, alias Green Arrow, y sobre todo por el juego metaliterario que realiza O’Neill tomando como referente Watchmen de Moore y Gibbons y en particular el personaje de Rorschach, que en el proyecto original del guionista inglés iba a ser el Question de la Edad de Oro.



Pero de sus páginas me quedo particularmente con "El dilema del plástico", tercera de los cuatro historias incluidas en el tomo, y que ya en su día provocó aplausos y generó sana polémica en los correos de la edición de Zinco. En sus páginas, O’Neill construye un drama a partir de la idea de armas de plástico que pasan desapercibidas por los detectores de metales, con un magnate de la industria que llega a Hub City para conseguir impunidad ayudando a la campaña de la futura alcaldesa, sin olvidar la relación de un perdedor con su muñeca de plástico o del propio Question con su inexpresiva máscara de adivinen qué material.

Gracias a los guiones de Dennis O'Neill, y también a las ilustraciones de un reivindicable Denys Cowan, The Question es una serie que hay que leer. Esa es la cuestión. Tan simple como eso.

2 comentarios:

Ira dijo...

La historia de la muñeca de plastico es memorable...

Me encanta la ultima viñeta, con el tipo y su muñeca parcheada felices viendose en la tele... el romanticismo no ha muerto, señores...

Francisco J. Ortiz dijo...

Sí, en el sofá y remendada quedaba preciosa.


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