Abandonad toda esperanza

sábado, 9 de septiembre de 2006

La lluvia y las lágrimas tienen el mismo sabor

Se estrenó casi de tapadillo, como suele suceder con este tipo de producciones minoritarias, la última película del cineasta chino Hou Hsiao Hsien: Tiempos de amor, juventud y libertad. En ella, el autor de El maestro de marionetas reflexiona acerca de las relaciones afectivas a través de tres historias en tres épocas distintas, pero siempre protagonizadas por la misma pareja de actores: Su Qui y Chang Chen.



La primera de ellas, “Tiempo de amor”, transcurre en 1966, y está protagonizada por un joven que marcha a hacer el servicio militar y una dependienta de unos billares públicos. Por la historia que Hsiao Hsien elige contar y ciertos recursos estéticos -sobre todo, el uso de grandes éxitos del pasado, de “Smoke gets in your eyes” a “Rain and tears”- que utiliza para ello, este episodio recordará sin esfuerzo al cine de otro ilustre asiático: Wong Kar Wai.



“Tiempo de libertad” está ambientada en 1911, en una casa de citas, donde un cliente ha dejado embarazada a una de las chicas. Su honor lo llevará a querer comprarla y convertirla en su concubina... mientras uno de los adinerados clientes del negocio no se da cuenta de los sentimientos que despierta en una bella cortesana que cuida de su cabello.

Finalmente, “Tiempo de juventud”, cuya acción transcurre en el Taipei de 2005, está protagonizada por una cantante epiléptica que intenta terminar con una relación con otra chica y quizás empezar una con un fotógrafo, el cual también engañará a su novia...



Lo más interesante de esta película (también conocida por su título en el mercado anglosajón: Three times) es que en ella el firmante de Millennium Mambo reflexiona acerca de cómo el entorno afecta sobre la manifestación externa de algo tan interior y privado como el amor y otros sentimientos parejos. Por ello, una elección estética que en principio podría parecer gratuita (el episodio central está narrado con la técnica del cine silente, sin diálogos perceptibles y con carteles intercalados), a la postre, no lo resulta tanto: nadie pondrá en duda que en 1911 se hablaba en voz alta, al igual que en 1966 los jóvenes hacían el amor: pero Hsiao Hsien se limita, en este último caso, a potenciar el romanticismo con un enlazamiento de manos bajo la lluvia. Sólo en la historia contemporánea protagonizada por la cantante y el fotógrafo asistiremos a verdaderos encontronazos sexuales en un sofá o un pasillo.

No obstante, y dejando a un lado las diferencias estéticas, Tiempos de amor, juventud y libertad viene a revelarnos algo que en el fondo ya sabíamos: que el amor, con sus gozos y sus sinsabores, ha estado y estará ahí siempre, como la lluvia y las lágrimas.

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