Cuando en esta sección de "Bodrios que hay que ver" comentamos el lamentable debut del gran Robert Englund (al que tuvimos el placer de conocer en Sitges), 976: El teléfono del infierno, hicimos un repaso por las más terroríficas aportaciones del invento de Alexander Graham Bell a la historia del cine. Y entre todos aquellos títulos, mejores o peores -la mayoría peores, claro- aparecía el film que protagoniza la entrega de hoy: Teléfono mortal, de Ruggero Deodato.
De título original Minaccia d'amore pero más conocida con el internacional de Dial: Help, esta producción de 1988 es ya definitoria y característica de la etapa de decadencia del otrora maestro de cine de explotación italiano. No es la primera vez que Deodato visita esta sección -hablamos de él cuando Trampa para un violador-, pero ya aclaramos aquella vez que se debía a lo apropiado del film para armar una entrega consistente de títulos acerca de violaciones.
El problema de Teléfono mortal surge de lo absurdo de su historia, tan tontorrona que el que fuera responsable de la célebre y polémica Holocausto caníbal muy poco puede hacer con ella. Veamos: la protagonista es Jenny Cooper, una modelo inglesa que se traslada a trabajar a lo que debe ser Roma pero muy bien podría ser Albacete dada su importancia en la trama, y que espera con ansia una llamada profesional que podría darle un fuerte impulso a su carrera.
Hete aquí que al poco de llegar a su destino la susodicha llama desde el teléfono de un siniestro bar, atendido por un individuo autóctono todavía más siniestro, y se produce un inoportuno cruce de líneas. Así, Jenny entra en contacto con unas oficinas abandonadas, las de un Teléfono de la Esperanza que ya no está en funcionamiento pero donde, por lo visto, se han quedado registradas varias llamadas desesperanzadas y, con ellas, los espíritus en pena de aquellos que llamaron y no vieron sus problemas solucionados.
Esta no es la premisa estúpida a la que aludía; es más, me parece un bonito arranque para lo que podría ser un bonito y triste cuento de terror que en manos de un guionista más avezado tendría un mejor desarrollo. Pero en Teléfono mortal todo toma el camino equivocado, y apuesta por la casquería (o por un intento de) convirtiendo a cualquier teléfono en un arma mortífera, capaz de generar un pitido que mata a todos los peces del acuario de la pobre Jenny (!) o de lanzar las monedas de su interior como proyectiles letales a un sujeto de baja calaña que perseguía a la joven (!!).
Hablando de la joven: Jenny es interpretada por Charlotte Lewis, aquella bellísima actriz de rasgos exóticos y físico rotundo que después de debutar de la mano de Polanski en Piratas nos deslumbró en El chico de oro junto a Eddie Murphy. A partir de ahí, una carrera que caía en picado y cuyo punto álgido tuvo lugar en 1995 cuando tuvo un escarceo lésbico de lo más softcore, a lo David Hamilton, con Alyssa Milano (futura estrella de Enjabonadas... perdón, Embrujadas) en la discretísima Embrace of the Vampire. Por supuesto, en Teléfono mortal también tiene un par de escenas de lucimiento, particularmente una sesión de friegas cuasi onanistas en la bañera hasta que un teléfono se lanza al agua para provocar un cortocircuito que podría matarla (!).
En fin... Ya adivinarán que Teléfono mortal es una tontada de las que hacen época, y que hoy solo puede verse por dos razones: para echarse unas risas o para escribir un "Bodrio que hay que ver" como este. O para las dos cosas, como es el caso.
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2 comentarios:
JUAJAJAJAJAJAJAJA!!!!!! POR DIOS, QUE ABERRACION!!!!!!!!!!!!!! ME ESTOY DESCOJONANDO NADA MAS DE LEER EL ARTICULO. POR FAVOR, LA VERE SIN FALTA EN UNA NOCHE DE ALCOHOL Y AMIGOS XD
Ayer crei que la critica era suya. Pero bueno, igualmente me fio de lo que usted pone :)
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