
Así pues, este año se pudieron ver los últimos trabajos de directores como Takashi Miike, Kim Ki-duk, Kiyoshi Kurosawa o Satoshi Kon, de los que iremos dando cuenta en días venideros; pero entre tantos ilustres conocidos llamó la atención también Pou-Soi Cheang y su Gau ngao gau, estrenada aquí con el título anglosajón de Dog bite dog.
La película narra el enfrentamiento entre un asesino a sueldo frío como el hielo y un policía de métodos expeditivos. Ambos son profesionales de pocas palabras (la voz del primero no se escucha hasta casi el final de la cinta) que se definen a sí mismos por su contraposición frente al otro, y donde los conocemos por lo que hacen, no por lo que dicen. Eso sí: lo que hacen se manifiesta mediante una violencia brutal que no deja respiro al espectador.

Pero en la cinta también hay espacio para la ternura: la que siente el asesino por una joven. A este respecto, y sin desvelar nada de la trama, hay que señalar que a algunos espectadores les parecerá que la parte final se sumerge en las aguas de la exageración; un servidor no lo cree, y se dejó llevar con alborozo por esta odisea de venganza y redención a medio camino entre Sergio Leone y el mejor John Woo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario