martes, 21 de abril de 2009

Bodrios que hay que ver: Hoy Especial "La falsa revolución de la comedia norteamericana actual"

Suele decirse últimamente que la comedia norteamericana está viviendo ahora uno de sus mejores momentos. Supongo que es entonces cuando los cuerpos sin vida de Ernst Lubitsch, Preston Sturges, Gregory La Cava, George Cukor o Billy Wilder se agitan violentamente en sus respectivas tumbas; pero sí es cierto que, al menos a primera vista, autores como Wes Anderson, Alexander Payne, Spike Jonze o Michel Gondry parecen estar aportando nueva savia al género.



Ahora bien, ¿realmente películas como Viaje a Darjeeling, Entre copas, Cómo ser John Malkovich, u ¡Olvídate de mí! pueden considerarse propiamente como comedias, en la medida en que sean películas cuya principal finalidad sea la de hacer reír -o, al menos, sonreír- al espectador? Juraría que no es el caso. Y teniendo en cuenta que estos realizadores apenas se centran en el género muy ocasionalmente -Rebobine, por favor de Gondry es así pues, en más de un sentido, toda una rareza-, y que cintas como Más extraño que la ficción o Punch-Drunk Love son fruto del trabajo de intrusos ocasionales como Marc Forster o Paul Thomas Anderson -y este último no estuvo muy afortunado, la verdad-, parece ser que de la nueva nómina de directores de comedia con cierta reconocible personalidad solo se están dedicando exclusivamente al género con resultados medianamente satisfactorios el director y productor Judd Apatow (Virgen a los 40, Supersalidos, Lío embarazoso), el actor y realizador Ben Stiller (Zoolander, Tropic Thunder) y el guionista e intérprete Sacha Baron Cohen (Ali G anda suelto, Borat). A Mike Myers y Adam Sandler mejor los ignoramos alegremente.



Y qué decir del subgénero de las comedias adolescentes, que vivió su época de esplendor en los años 80, por un lado con las producciones que tenían un trasfondo romántico, dramático o generacional -con John Hughes (El club de los cinco) a la cabeza-, y por otro lado con las más canallas y desenfadadas: recuerden a los Albóndigas, los Porky's o Desmadre a la americana, toda una línea de comedias que fue recuperada ya a finales de los 90 con American Pie, secuelas e imitadoras. De una tercera corriente, formada por las comedias paródicas y absurdas, ya hablamos bastante la semana pasada.



Lamentablemente, todas estas comedias juveniles, convenientemente parodiadas con merecida saña en No es otra estúpida película americana -en efecto, no lo era-, siguen invadiendo las carteleras de todo el mundo después de haber azotado la nación que las vio nacer. El público no parece aprender de sus errores, y como público que soy, yo tampoco, y voy y las veo. No todas, pero sí algunas. Y por pocas que sean, son demasiadas.



Particularmente doloroso resulta cuando dicha comedia, por lo general conservadora y (auto)complaciente, viene disfrazada con un envoltorio presuntamente transgresor. El penúltimo ejemplo -porque, ay, siempre hay otro más reciente- es Una conejita en el campus, producción a mayor gloria de la actriz Anna Faris -que de esto de comedias tontas sabe bastante: es la protagonista de la deleznable saga paródica Scary Movie-, dirigida por Fred Wolf (realizador, guionista y actor habitual del género) y escrita por los autores de Una rubia muy legal y Hechizada.



Una conejita en el campus (The House Bunny), como sus títulos original y español delatan, está protagonizada por una conejita, esto es, una playmate de la célebre revista para hombres Playboy, que creara Hugh Heffner allá por el año 1953. Sobra decir que el propio Heffner aparece en el film interpretándose a sí mismo, y que solo una Anna Faris post quirófano -pues, como dijimos de Paz Vega, parece haberse pagado también un buen par de cacharras- podría hacer las veces de esta conejita más tonta que Abundio.



De esta forma, el arranque del film está ambientado en la popular Mansión Playboy, donde vive nuestra protagonista, que el día de su 27 años y después de celebrar una monumental fiesta recibe una carta que le informa de que es demasiado vieja para seguir siendo una conejita y que debe abandonar la mansión. Esto obligará a la chica, atolondrada como ella sola, prototipo de la dumb blonde o rubia tonta, a abandonar la burbuja de felicidad artificial del universo Playboy, volver a enfrentarse con el mundo exterior y tener que ganarse la vida como buenamente pueda.



Su destino es el hogar de una fraternidad de universitarias inadaptadas, auténticas freaks a ojos de sus compañeros: allí cohabitan desde la líder natural del grupo, cuyo problema es que es demasiado inteligente (sic) y esconde su belleza tras unas gafas negras, un pelo recogido y un look reservado, hasta la soltera embarazada de padre desconocido, pasando por la siniestra de gustos mórbidos, la que necesita un aparato que le mantenga la espalda erguida -y que permitirá un chiste realmente fácil a costa de Forrest Gump-, la que es demasiado hombruna, la que resulta demasiado baja o la que es tan tímida que apenas sale del armario donde vive... en el que es quizá la mejor idea de todo el film, así que vayan haciéndose una idea.



Ni que decir tiene que la presunta transgresión del film se queda en eso, en presunta: pronto se descubrirá que Heffner nunca despidió a la protagonista, y que la carta fue escrita por otra conejita, una competidora mala pécora al más puro estilo Eve Harrington que manipula al camarero de los cócteles de la mansión, un buen muchacho que luego arrepentido lo confesará todo, y que llevará a la villana en cuestión a pagar por sus malas acciones.



Mientras tanto, claro, nuestra protagonista ha tenido la oportunidad de enseñar a sus nuevas amigas a sacar al exterior su belleza oculta, así como reflexionar ella misma acerca de que lo que importa realmente está en nuestro interior (¿he oído un ¡puaj! en la sala?). Y, de paso, les ha ayudado a mantener en alquiler su hogar -que corrían el peligro de perder, al más puro estilo Frank Capra- y ha encontrado al amor de su vida en un joven voluntarioso -interpretado por Colin Hanks, el hijo de Tom Gump, perdón, Forrest Hanks- que trabaja gratuitamente haciendo compañía a los ancianos de una residencia de la tercera edad (¿acaso he oído otro ¡puaj!?). En fin...



Como ven, la misma basura de siempre pero con otro envoltorio. Ahora bien, todavía resulta más doloroso cuando quien nos engaña no es Anna Faris, sino el antaño reputado Kevin Smith. Y no, obviamente ya les adelanto que Zack and Miri Make a Porno, que se estrenará finalmente en España el próximo mes de junio después de varios retrasos, no está a la altura -perdón, la bajura- de Una conejita en el campus: Smith sigue escribiendo buenos diálogos, sigue dirigiendo bien a sus actores, y los amantes de las referencias culturales que caracterizan su filmografía desde que debutara con la barata, ingeniosa y divertidísima Clerks quedarán convenientemente satisfechos.



Entonces... ¿cuál es el problema de un film como Zack and Miri Make a Porno? Pues el mismo que el del film anteriormente comentado: que detrás de toda esa aparente defensa de lo transgresor, lo marginal, lo que es inaceptable para la mayor parte de la sociedad, subyace el mismo discurso conservador de siempre.



Vean si no: los protagonistas del film, Zack y Miri, son dos amigos que pese a no ser pareja mantienen su vínculo de amistad desde la época del instituto, y ambos viven juntos para poder pagar un alquiler a medias. Pero sus pobres sueldos apenas les llegan a fin de mes, y pronto les cortan la luz y el agua. Esto, sumado a una patética reunión de antiguos alumnos en la que llegan a la conclusión, más ella que él, que son dos auténticos fracasados, les lleva a replantearse su vida y a buscar una manera de conseguir dinero fácil.



La idea de Zack es rodar una película X amateur, y tratándose de un film de Smith esta no podía ser sino una parodia de algún título célebre de la historia del cine: la elegida es Star Wars (La guerra de las galaxias), convertida para la ocasión en Star Whores (algo así como "Las zorras de las galaxias")... una película que si no existe tal cual no importa, porque hay otras que se le parecen bastante:



Pero sigamos con el film de Smith después de este agradabilísimo paréntesis gráfico: lo que en un principio parecía -al menos a los más incautos- una comedia transgresora del autor de Mallrats o Persiguiendo a Amy -esta sí, una comedia dramática veraz y sincera que decía verdades como puños-, pronto se convierte en la consabida comedieta romántica en la que detrás de toda esa parafernalia de chistes metarreferenciales, humor guarro -en todos los sentidos, tanto sexual como escatológico- y cruda realidad -ay, qué dura es la vida del trabajador de las cadenas de comida rápida- queda el esquema habitual de "chico busca chica, chico encuentra chica, chico hace el amor con chica" -porque en la escena del film porno que Zack y Miri ruedan, la escena entre ambos que iba a ser un polvo puro y duro se convierte gracias al buen trabajo de los actores Seth Rogen y Elizabeth Banks y al uso de la música en el encuentro romántico clave de la película.



Y no, no es suficiente para ser ocurrente el parodiar la saga de Luke Skywalker, Han Solo y compañía; ni tampoco basta para ser independiente con seguir enrolando a tus colegas habituales -por aquí hacen acto de presencia Jeff Anderson y el inevitable Jason 'Jay' Mewes-; ni mucho menos se es transgresor por meter en el reparto a Katie Morgan, una verdadera actriz de películas para adultos, otra dumb blonde de esas -hay muy pocas en realidad- a las que se les adivina incluso cierto talento dramático, así como a la mítica Traci Lords, que dejó el cine X el mismo día en que cumplió los 18 para dedicarse a la serie B y a realizar papeles secundarios o cameos en filmes de serie A.



¿Lo mejor de la película? Pues lo ya comentado: los actores están todos espléndidos, incluyendo a unos divertidísimos Justin Long y Brandon Routh como amantes gays (todo un atrevimiento el de Routh, después de los ríos de tinta que hizo correr su elección como el nuevo Hombre de Acero de Superman Returns por parte de su director, el declarado homosexual Bryan Singer)... y los chistes cinéfilos, pues eso, tienen su gracia para los cinéfilos. Pero poco, muy poco más.



Algo superior a estas películas, por lo que merecería sacarse fuera de la sección pero, qué demonios, vamos a hablar de ella aunque sea por hacerle algo de publicidad, es My Name Is Bruce, protagonizada, producida y dirigida por el simpar, el inimitable, el one and only Bruce Campbell.



Bruce Campbell pasará a la historia, y él bien que lo sabe, como el Ash de la trilogía Evil Dead, dirigida por su colega Sam Raimi y producida por Robert Tapert. Bruce, Sam y Bob eran amigos desde la adolescencia, y la primera Posesión infernal fue la evolución natural del corto Within the Woods y la puerta al estrellato (o así) una vez que Stephen King declaró que el film de Raimi -recordémoslo: tan barato y cutre como ingenioso y alocado, una especie de George Romero meets Tex Avery- era la mejor película de terror de aquel 1982.



El resto es historia: Campbell siguió trabajando con Raimi, en las dos entregas restantes de la saga, en un papel secundario de Ola de crímenes, ola de risas (film lamentable donde los haya, por mucho Raimi que lo dirija y muchos hermanos Coen que lo escriban), y en breves cameos en las películas superheroicas del realizador: la apócrifa Darkman y la trilogía (por ahora) de Spider-Man. Y al mismo tiempo fue construyéndose una filmografía a base de películas de serie B y Z, rodadas muchas veces en plan direct to video (esto es, carne de videoclub): durante años, Campbell fue la estrella o el secundario destacado de títulos como Maniac Cop, Intruder, Moontrap, Mindwarp, Abierto hasta el amanecer 2, Bubbah Ho-tep, Terminal Invasion o Alien Apocalypse. Mientras tanto, le permitía pagar el alquiler su aparición en películas de serie A pero con papeles muy breves, la mayoría de veces gracias a su amistad con Raimi o los Coen, además de en títulos como The Majestic, Colgado de Sara o Sky High.



Estaría bien que My Name Is Bruce, producida por la división de filmes independientes de Dark Horse -sí, la mismísima editorial de cómics-, así como su gran trabajo como actor de carácter en la serie de espías Último aviso, le valiera a Campbell una cierta resurrección como actor más habitual en la gran pantalla. O si no, que lo fiche Quentin Tarantino y le haga el mismo favor que le hizo a John Travolta o a Robert Forster.



Y es que Bruce Campbell nos cae muy bien. ¿Cómo no nos va a caer bien un tipo que dirige una película sobre sí mismo y se retrata como un actor fracasado pero que intenta aparentar éxito, un individuo algo pagado de sí mismo pero a la postre antipático y desagradable, que vive en una caravana azotados por las deudas, divorciado de una mujer que se acuesta con su agente y mejor amigo -interpretado por Ted Raimi, el hermano de Sam-, ahogado en alcohol y al que solo le llegan guiones de secuelas de películas infumables que han de rodarse en Bulgaria?



Pero para entendernos mejor volvamos atrás, al arranque del film: el relato empieza como una película casposísima en la que unos adolescentes a los que les va la marcha siniestra se dedican a vagar por el cementerio del pueblo en mitad de la noche, hasta que aparece un demonio oriental realmente cutre llamado Guan Di, un ser del averno convocado por un montón de trabajadores chinos que murieron en el interior de la mina a principios del siglo pasado, y que acaba con tres de ellos con el bonito método de cortarles la cabeza a destajo.



El único superviviente de tamañan escabechina es un joven fan fatal del propio Campbell, que buscará a su admirada estrella de cine para que les ayude a combatir al monstruo. Y este, confundido por un fatal malentendido y pensando que todo es una impostura organizada por su agente como regalo de cumpleaños -menudo humor se gastaría este hombre de ser así-, accederá a viajar con el chico a su pueblo para ayudar como buenamente pueda.



Sí, así de tonta es la premisa del film, pero qué más da: Campbell está divertidísimo, y la carga de ironía con la que se retrata a sí mismo en el film -no teme mostrarse como un cobarde redomado que huye a la primera de cambio dejando a sus compañeros en la estacada- no se la salta un galgo, y los chistes cinéfilos -la mayoría a costa de la serie B, los fans más friquis y el propio Campbell- están mucho mejor integrados en la trama que los de Zack and Miri Make a Porno.



Aunque, claro está y sobra decirlo, al final el film también se vuelve blandengue cosa mala: Campbell acaba enamorándose y enamorando a la chica guapa del pueblo, la joven madre soltera de su admirador número uno, y demuestra que detrás de esa fachada de tipo duro y desagradable, las estrellas del cine de serie B también tienen su corazoncito. Pero a Campbell le perdonamos cosas que a Anna Faris y a Kevin Smith no, que lo sepan.



Y hasta aquí hemos llegado con este especial dedicado a comedias recientes del cine norteamericano. El próximo martes, más.


(+) Previously on Abandonad toda esperanza, los trailers:
- My Name is Bruce
- Zack and Miri Make a Porno

[Las tres primeras fotos son, claro, de Zoolander, Desmadre a la americana y Porky's. ¿De verdad hacía falta decirlo? Madre mía, cómo está la cosa...]

6 comentarios:

  1. Yo a Kevin Smith lo tengo en la lista negra en tanto que no acabe la serie limitada "Daredevil: The Target" que el mamon dejo colgada hace varios años...¡¡si solo tiene que escribir una servilleta en que diga que DD gana a Bullseye, por dios!!

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  2. stargrave6:04 p. m.

    Hablando de la nueva comedia amerciana, que te parecen las peliculas de Adam Mccay? A mi parecer su trilogia protagonizada por Will Ferrel (Anchorman, Talladega Nights y la ultima la genial stepbrothers) es de lo mejor, a diferencia de su colega Judd Apatow este si hace peliculas realmente graciosas.

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  3. Confieso no haber visto ninguna. Pero como Will Ferrell me cae bastante bien -PATINAZO A LA GLORIA me parece estupenda, por no hablar de ZOOLANDER, y en otro registro también MÁS EXTRAÑO QUE LA FICCIÓN- les daré una oportunidad. ¡Gracias por el dato!

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  4. Yo sin dudarlo de la última hornada me quedo con las de Ben Stiller (tanto "Zoolander" como "Tropic Thunder" me parecen una puta maravilla) y con una comedia adolescente que quizás pasó desapercibida pese a ser mucho más honesta, inteligente, bien interpretada y con menos dosis de escatalogía de lo habitual: "La vecina de al lado" (que además también trata el terma del porno y que posee una banda sonora estupenda con grupos como Queen o The Who, y no la última tontería neo-punk de turno).

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  5. Ah, y Kevin Smith debería haber muerto (o dedicarse a los viñedos, como Coppola) al terminar el rodaje de "Persiguiendo a Amy" (porque lo de Spider-Man/Black Cat es como para denunciarlo al Tribunal de La Haya...)

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  6. Efectivamente, LA VECINA DE AL LADO no estaba nada mal. Me refiero a la película, aunque también la susodicha hija de Jack Bauer... hum, que diría Rorschach...

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