Con motivo de la celebración del IV Congreso Internacional "Miguel Hernández, poeta en el mundo" en Alicante y Orihuela del 15 al 18 de este mes, en este vuestro blog dedicamos tres entradas consecutivas a otros tantos cómics centrados en la figura y la obra del poeta oriolano.
Estos tres títulos son Me llamo barro de Pedro F. Navarro y Miguel Ángel Díez, Miguel Hernández. La fontana eterna de Román López Cabrera, y La voz que no cesa. Vida de Miguel Hernández de Ramón Pereira y Ramón Boldú. Tres obras, todas ellas muy recomendables, que comentaremos en orden cronológico según la fecha de publicación.
En 2013, tres años después de que se celebrara el centenario del nacimiento de Miguel Hernández (1910-1942), quiso la fortuna que en el margen de muy pocos meses se publicaran dos novelas gráficas centradas en la figura del poeta oriolano, y que se sumaban de esta forma al anterior Me llamo barro de Pedro F. Navarro y Miguel Ángel Díez en el corpus de la historieta vinculada al autor de Viento del pueblo. Y aunque La voz que no cesa de Ramón Pereira y Ramón Boldú tuvo una mayor repercusión mediática al venir de la mano de una de las editoriales especializadas más importantes del país (la hoy desaparecida EDT, antes Glénat España), quien se adelantó en la recuperación de las palabras de Hernández fue el autor de cómics murciano Román López Cabrera con su obra Miguel Hernández. La fontana eterna.
La aproximación a Hernández que propone en esta obra su autor, responsable igualmente del recomendable Secret Family, es quizá la más novedosa por inusual de las llevadas a cabo en el ámbito de la historieta naciional: lejos de ofrecernos una biografía al uso, o ni siquiera un perfil basado en los recuerdos de un personaje interpuesto (como el Vicente Aleixandre de la citada Me llamo barro), el a la sazón también poeta López Cabrera (en 2008 publicó el poemario La vida de las cerillas) opta por ofrecernos una serie de historias entrecruzadas (ocho, que se desarrollan en nueve capítulos) protagonizadas por una serie de personajes cuyo vínculo entre sí es precisamente su relación con la obra del autor de Perito en lunas.
Román López Cabrera
Así, por las páginas de La fontana eterna desfilan una niña que descubre por vez primera a Miguel Hernández en una visita escolar a la que fue su segunda casa, hoy convertida en un museo en su recuerdo; un muchacho no precisamente ducho en el mundo de la lírica que pretende conquistar a una lectora irredenta del escritor alicantino; un joven sacerdote enemistado con su padre; un individuo que engaña a su novia con otra mujer; un hombre que se ve inmerso en el enfrentamiento entre unos manifestantes en contra de los recortes en sanidad y educación por parte del gobierno y las fuerzas policiales que tratan de reprimirlos; los miembros de una banda de rock que participan en un homenaje musical en memoria de Hernández; el corresponsal de un periódico español destinado en Colombia; y un autor de cómics que se debate entre su integridad artística y la necesidad de subsistir económicamente mediante su trabajo... y en el cual muchos querrán ver, sin duda, a un álter ego del propio autor.
A partir de las historias personales de todos estos personajes, López Cabrera rememora distintos episodios, en estricto orden cronológico, del devenir biográfico de Miguel Hernández: su infancia difícil, marcada por un padre autoritario que le obliga a abandonar el colegio y una incipiente carrera académica más que prometedora para que le ayude en sus labores de pastoreo; sus primeros galanteos con Josefina Manresa, que tiempo después se convertiría en su esposa y madre de sus hijos; su enfrentamiento con su amigo Pepe Marín, alias Ramón Sijé, debido a sus discrepancias en materia religiosa; la infidelidad de Miguel Hernández con Maruja Mallo durante su estancia en Madrid; su participación activa en la Guerra Civil; o su penosa permanencia en prisión y su posterior fallecimiento, enfermo de tuberculosis y tifus, entre los muros de la enfermería del Reformatorio para Adultos de Alicante.
A la hora de relacionar pasado y presente (esto es, la vida de Miguel Hernández y el devenir cotidiano de los distintos personajes contemporáneos), López Cabrera entrelaza ambas líneas cronológicas con una composición de página de corte clásico y lectura diáfana y un estilo visual accesible y agradecido de leer, al tiempo que recupera textualmente un gran número de poemas y versos de Miguel Hernández (a lo que responde la extensa bibliografía que se incluye al final del volumen). El resultado es un cómic estupendo que proporciona un rato de agradable lectura y, lo que todavía es más importante, que puede ser de gran utilidad para difundir la obra de Miguel Hernández entre aquellos que todavía no la conocen, muy especialmente entre los más jóvenes. Que de eso se trataba... además de difundir el propio medio entre los amantes de la poesía del oriolano, que también.
Título: Miguel Hernández. La fontana eterna
Autor: Román López Cabrera (guion y dibujo)
Editorial: Ayuntamiento de Orihuela
Fecha de edición: octubre de 2013
78 pp. (color) - 10 €
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