Abandonad toda esperanza

lunes, 4 de febrero de 2013

El rayo mortal: Los superhéroes, según Clowes




Que a la hora de parir un cómic de superhéroes Daniel Clowes no iba a ofrecernos un tebeo del género al uso, era algo de esperar. Recordemos que estamos ante uno de los nombres clave del cómic independiente norteamericano, y autor de una obra personalísima que incluye títulos como Como un guante de seda forjado en hierro, Ghost World, David Boring, Ice Haven, Wilson o Mister Wonderful. Pero que el resultado, este El rayo mortal que acaba de publicar Mondadori, terminase siendo una de sus obras más conseguidas, sí ha acabado siendo una más que agradable sorpresa.




Hagamos un poco de historia: dicha sorpresa resulta aún mayor si tenemos en cuenta que, lejos del formato de lujo con el que se reeditó luego y con el que nos llega ahora a los lectores españoles -ya saben, la consabida novela gráfica-, la presente obra vio la luz por vez primera -al igual que ocurriera con la mayoría de historietas breves del volumen Caricatura- en las páginas de Eightball, la colección propia en la que Clowes da rienda suelta a sus inquietudes temáticas y formales. Más concretamente, este The Death Ray ocupaba toda la entrega número 23 (y última hasta la fecha) de dicha cabecera, y fue publicada en el ya lejano 2004.




Que una obra de calidad como la que nos ocupa se merece una edición como la presente (de gran tamaño y reproducción exquisita) es algo que, en principio, parece indiscutible. Pero también es cierto que una propuesta tan provocadora como El rayo mortal lo es mucho más en el formato propio (el comic book de grapa) del mismo medio que nació destinada a homenajear / parodiar: el cómic de superhéroes, como muy pocos, por no decir ninguno, se habían atrevido a hacerlo.




Y es que, aunque hoy en día parece práctica común plantearse, desde dentro de las coordenadas del mainstream, qué supondría la existencia de un superhéroe en el mundo real, no lo era tanto en aquel 2004 en que El rayo mortal se publicaba por primera vez, y cuando la herencia de obras capitales en el proceso de maduración del género -principalmente Watchmen de Alan Moore & Dave Gibbons y El regreso del Caballero Oscuro de Frank Miller, y en menor medida otros títulos de Miller como Daredevil: Born Again o Elektra: Asesina- se limitaba a promover que los (super)héroes fuesen cuanto más oscuros y atormentados mejor.




Así, la propuesta de Clowes podía ser entendida, entonces y ahora, como un virulento ataque a ciertas convenciones del género, en la medida en que planteaba que la obtención de poderes sobrehumanos no podía convertir al beneficiario de los mismos en otra cosa que no fuese un sociópata. Una idea con la que ya había jugado (¿acaso aquella obra se dejaba alguna idea en el tintero?) Moore en la citada Watchmen, y que luego explorarían otros como Warren Ellis (en Black Summer), Garth Ennis (en The Boys) o Mark Waid (en Empire o Irredeemable)... pero sin salirse de las fronteras del propio género.




Porque eso es lo que plantea, a grandes rasgos, El rayo mortal: el protagonista, Andy, es un adolescente no del todo inadaptado pero tampoco precisamente uno de los más populares de su círculo social, que de la noche a la mañana adquiere una fuerza sobrehumana fruto de un experimento genético al que fue sometido siendo un niño por su propio padre, ya fallecido. Que el hecho desencadenante sea su primera experiencia con el tabaco (esto es, la ingesta de nicotina) y no la picadura de una araña sometida a radiación no es un detalle inocente: Clowes entiende que el paso de la infancia a la adolescencia como un momento clave de la madurez del ser humano, y no se olvida de que los tebeos de superhéroes nacen precisamente como un instrumento orientado a ese target concreto, fácilmente manipulable a partir de la sublimación de sus deseos (de superación, de aceptación social, etcétera) más poderosos e inevitables.




Por si este poder fuese poco, en las manos de Andy cae el arma que da título a la obra: una extraña pistola cuyo disparo es capaz de desintegrar todo aquello que alcanza. Y es que a El rayo mortal no le falta (casi) ningún elemento canónico del género: ni los gadgets y los poderes extraordinarios, ni el sidequick o fiel compañero del superhéroe (aquí Louie, mejor amigo, quizás el único, de Andy), ni tampoco el interés romántico del protagonista (Dusty, la novia de Andy, una adolescente con aparato dental que vive lejos de su supuesta pareja) o el relato de los orígenes secretos (o así) del personaje principal. Si acaso falte la figura del supervillano -aunque el propio Louie podría entenderse como una variante del mismo-, aquella que justifica la existencia del héroe, como muy bien expuso M. Night Shyamalan en El protegido (todavía hoy la mejor película de superhéroes jamás realizada que, paradójicamente, no se basa en ningún cómic ni otro material previo): así, nada parece justificar la existencia del superhéroe en que Andy está empeñado en convertirse, por lo que parece estar destinado a acabar convirtiéndose también en su propio supervillano.




Por lo demás, en El rayo mortal volvemos a encontrar esa estructura habitual en las últimas creaciones de Clowes, y también en su colega Chris Ware, y que tanto fascinó a Seth (que acabó recurriendo a ello en su muy recomendable Wimbledon Green): la fracturación del relato en varios capítulos (solo aparentemente) independientes, con sus propios títulos y en ocasiones con su particular diseño gráfico y distribución de viñetas. Un recurso que permite homenajear formatos y constantes del género como la tira de prensa, la ilustración pin up (como la dedicada a la citada chica de Andy) o ilustraciones / viñetas que se extienden más allá de una página, como esa suerte de splash page doble (aunque no lo sea en sentido estricto) que puede recordarnos a las figuras del legendario Jack Kirby.




Como verá el lector, muchas son las ideas que se agolpan en la mente de cualquiera que se atreva a acercarse a El rayo mortal; un mérito mayor si se tiene en cuenta que la presente obra apenas supera el medio centenar de páginas. Pero téngase en cuenta un último apunte: la obra podrá gustar a cualquier interesado en las posibilidades expresivas del cómic, e interesará mucho a los que conozcan la obra (previa y posterior) de su autor. Pero serán los lectores de cómics de superhéroes los únicos en apreciar la valía de este título de Clowes tal y como se merece: en todo su esplendor. Y como un servidor lo es, no puedo menos que considerar a El rayo mortal como una obra maestra de la historieta; y no de superhéroes, sino en general.


Título: El rayo mortal
Autor: Daniel Clowes (guion y dibujo)
Editorial: Mondadori
Fecha de edición: enero de 2013
56 pp. (color) - 17,90 €

1 comentario:

Cinemagnific dijo...

Pues qué mejor momento para pillármelo recopiladito, porque me encanta Clowes y me fio de sus críticas :)


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