Abandonad toda esperanza

miércoles, 4 de julio de 2007

Ocean's 13: La ética de los canallas

Toda secuela cinematográfica tiene algo de liturgia, una predisposición a encontrarse más de lo mismo, pero con la suficiente novedad como para mantener el interés. Eso lo consigue a la perfección Steven Soderbergh en su trilogía de Danny Ocean, que finaliza con esta Ocean’s Thirteen.



Si a los once ladrones de la película original se sumó Julia Roberts en la primera secuela, son ahora Eddie Izzard (presente ya en esta última) y Andy Garcia (la némesis del grupo en las películas anteriores) quienes se unen a la banda de George Clooney, Brad Pitt y compañía, formando esos 13 de Ocean, para asaltar uno de los hoteles y casinos más importantes de Las Vegas.



El director de esta empresa es la gran novedad del film: un inconmensurable Al Pacino que, junto a su mano derecha Ellen Barkin, se convierte en el objetivo a abatir. El origen del enfrentamiento se encuentra en que Willie Bank, el personaje de Pacino, ha engañado (y provocado indirectamente un ataque al corazón) a uno de los ladrones más veteranos del equipo, el empresario encarnado por Elliot Gould.



Por lo tanto, este Ocean’s Thirteen se convierte en una defensa de la amistad, la camaradería y el compañerismo, ambientada en escenarios muy similares a los de Ocean’s Eleven, y obviando el periplo europeo de la más floja aunque no despreciable Ocean’s Twelve.



A nadie se le escapa que con esta trilogía, Soderbergh ha pretendido, por un lado, pasárselo bien y hacérselo pasar bien a su equipo, como ya hicieran Frank Sinatra, Dean Martin y demás en La cuadrilla de los once, film del que Ocean’s Eleven era un confeso remake. Y, por otro lado, el director de El buen alemán aspira a financiar proyectos más personales: en su obra, tras el impactante debut de Sexo, mentiras y cintas de vídeo y otras películas tempranas, siempre ha aunado el cine comercial (Un romance muy peligroso, Erin Brockovich, Traffic, la trilogía que nos ocupa) con el independiente (Schizopolis, Full Frontal, Bubble, su episodio de Eros), usando el éxito del primero para financiar el segundo, de una forma similar a como lo hizo John Cassavetes con su doble faceta de actor en películas taquilleras y director de films absolutamente personales.



Un magnífico divertimento, pues, al que no hay que pedirle más que lo que es: un puro entretenimiento que nos mantiene atentos a la pantalla en todo momento durante las dos horas que dura. Eso sí: lo paradójico del asunto, tratándose de un film sobre la amistad, es que esta enésima colaboración entre Soderbergh y Clooney podría ser la última, pues ya se da por cerrada su asociación en Section Eight, la productora de ambos hasta la fecha. Corren malos tiempos para la lírica.

3 comentarios:

Xesu dijo...

Hemos coincidido con la reseña de la peli jeje. Estoy bastante de acuerdo con lo que dices, puro entretenimiento y poco más. Es una saga sin excesivas pretensiones para pasarlo bien. Esta tercera parte me ha gustado más que el experimento europeista de la segunda parte y bueno, los actores cumplen bastante bien.

En fin, espero que Soderbergh se centre ahora en cosas menos comerciales que se le echan en falta.

Salu2!

Anónimo dijo...

A mi han gustado las tres bastante, aunque al contrario de lo que comentas, me diverti mas con la segunda, en la que encontré muy divertido el enfrentamiento con el gato negro. Y eso que esta tiene a su favor estar 100% libre de Julia Roberts.

Anónimo dijo...

La tercera no la he visto, pero si la primera me gustó, la segunda me pareció un mojón de homéricas proporciones ;-)


Estadísticas