jueves, 29 de noviembre de 2007

Viñetas de un oscuro pasado

Mañana nos marchamos a la décima edición de Expocómic, de ahí que este vuestro blog permanecerá inactivo hasta el próximo lunes 3 de diciembre. Es entonces que volveremos con las reseñas diarias de películas, libros y, claro está, cómics.

Dada nuestra ausencia nos permitimos adelantaros en primicia la columna de El Periódico de Villena de mañana, que como no podía ser de otra forma, y al hilo del certamen madrileño, habla de tebeos. Concretamente, de historietas que reflejan el genocidio del pueblo judío: Por nuestra cuenta, Fui hija de supervivientes del Holocausto y, por supuesto, el imprescindible Maus de Art Spiegelman.

Podéis leerla pinchando en el siguiente enlace:

Las viñetas del Holocausto



[Imagen: Auschwitz, de Pascal Croci. (C) Norma Editorial.]

El Joker, en portada

Y no nos referimos a la primera plana del periódico de Gotham. Siguen llegando con cuentagotas las noticias e imágenes referidas a The Dark Knight, la esperada secuela de Batman Begins que se estrenará en el verano de 2008 y que vuelven a dirigir Christopher Nolan y protagonizar Christian Bale, Michael Caine, Gary Oldman y Morgan Freeman, a los que ahora se suma un nutrido reparto donde figuran Maggie Gyllenhaal, Aaron Eckhart, Anthony Michael Hall y Eric Roberts.



Pero el mayor atractivo a priori de la propuesta es ver a Batman enfrentándose a su eterna némesis, el Joker, que en el film encarna Heath Ledger. En la portada del último Empire vemos por fin al actor de Monster's Ball y Brokeback Mountain de cuerpo entero y caracterizado como el bufón homicida. La espera hasta que se produzca el estreno puede parecer eterna...

Waldemar Daninsky: El hombre lobo y la pin up



La figura de Paul Naschy, nombre artístico del campeón de halterofilia, escritor, actor, guionista y director Jacinto Molina, es un icono emblemático del cine fantástico español, el llamado fantaterror en acepción popularizada por Adolfo Camilo Díaz en un imprescindible libro sobre el cineasta. La obra de Naschy, delante y detras de las cámaras, en ocasiones ambas funciones a un tiempo, ha sido tan admirada como vilipendiada en nuestro país, mientras ha ido ganando prestigio fuera de nuestras fronteras (ya se sabe, el consabido "nadie es profeta en su tierra") para ver ahora como se le empiezan a reconocer sus méritos aquí. Personalmente, consideramos que la filmografía de Paul Naschy, en muchas ocasiones, demuestra oficio y buenas ideas, no siempre materializadas en pantalla (muchas veces por motivos presupuestarios), pero que en España se ha visto magnificada por su naturaleza de rara aris, elogiándose desmedidamente en ocasiones, en otras atacándose con excesiva virulencia y también sin demasiada razón.



Con la publicación de Waldemar Daninsky (El retorno del hombre lobo) por parte de Aleta Ediciones, Paul Naschy debuta en el noveno arte como no podía ser de otra forma: de la mano de su personaje más célebre, Waldemar Daninsky, noble y licántropo que ha protagonizado varias películas de su realizador, como La marca del hombre lobo, La noche de Walpurgis, La bestia y la espada mágica... o El retorno del hombre lobo, que ahora adaptan en cómic el dibujante Javier Trujillo y el propio creador del personaje.



No obstante, y aunque Naschy figure como guionista del álbum, la autoría de Javier Trujillo va mucho más allá de los lápices de la obra: como afirma el propio protagonista de El jorobado de la morgue, a la hora de dar luz verde al proyecto le dio entera libertad a Trujillo para trasladar al lenguaje de la historieta la acción de este film de 1981, que el dibujante reconoce haber visto infinidad de veces.



Por tanto, buena parte de las virtudes y carencias del producto son achacables al autor de Los mitos de Asturdeva, que en las páginas de Waldemar Daninsky -un álbum que, de tener éxito, podría inaugurar toda una serie de adaptaciones de los films pertinentes- demuestra ser un magnífico ilustrador a la vez que no pasa de ser un narrador limitado.



Y es que este Waldemar Daninsky funciona más como libro de ilustraciones, como trabajo gráfico que bebe de todo un imaginario cultural (el del terror, variante romántica y gótica), que como cómic al uso: los textos, sean de Naschy o de Trujillo, resultan demasiado literarios, subrayan demasiado la acción de las por otro lado magníficas viñetas (algo que le sucede también a la adaptación al cómic de Soy leyenda de Richard Matheson), lo cual va en detrimento del ritmo de la lectura.



Por lo demás, la obra es bastante fiel a la película original, lo que le permite a Trujillo homenajear de paso a otro importantísimo icono del cine de terror patrio: el ya fallecido Narciso Ibáñez Menta, que en el film interpretó al profesor Oswald, y que es retratado con precisión y cariño en las páginas del cómic.



Lo que no convenía evitar era el subrayar la carga erótica de la historia, por lo que el dibujante convierte algunas páginas en espectaculares ilustraciones de no menos espectaculares pin ups: de la mismísima Elizabeth Bathory, la llamada 'Condesa Sangrienta' (Julia Saly en el film), a sus acólitas, pasando por las chicas protagonistas de la historia, que en la película fueron Silvia Aguilar y Azucena Hernández, ambas habituales del cine de terror y erótico softcore de la época.



Así pues, Waldemar Daninsky configura una curiosa novedad en el panorama editorial actual, que vuelve a poner de (merecida) actualidad la figura de Naschy y su cine, si bien el álbum presenta algunas limitaciones que nos llevan a considerar el reciente premio recibido en Expocómic, nada más y nada menos que el que lo consagra como Mejor Cómic Español del año, como un galardón a todas luces exagerado.



A destacar, finalmente, que el volumen se complementa con una introducción de Luis Alberto de Cuenca, rendido admirador del cine de Paul Naschy, así como por una semblanza de este último y dos entrevistas con los autores. Todo este material extra, así como lo peculiar de la propuesta, convierten este álbum en una obra imprescindible en la biblioteca de todo fan del fantaterror español.


Título: Waldemar Daninsky (El retorno del hombre lobo)
Autores: Paul Naschy (guión) / Javier Trujillo (dibujo)
Editorial: Aleta Ediciones
Fecha de edición: octubre de 2007
80 páginas (color) - 18 €


[Imagen 4.ª: Paul Naschy y Javier Trujillo. (C) Aletazos.]

miércoles, 28 de noviembre de 2007

[REC]: Redefiniendo el Terror



Estaba cantado: Jaume Balagueró y Paco Plaza, los realizadores más interesantes de entre la nómina de afiliados al cine de terror que viene produciendo Filmax desde hace unos años, y que ya colaboraron en la filmación del documental Operación OT a partir del fenómeno mediático del momento -el reality televisivo Operación Triunfo-, estaban destinados a volver a trabajar juntos en un film del género. Y el resultado ha sido [REC].



Pero hagamos algo de historia: tras filmar cortos tan personales e inolvidables como Alicia y Días sin luz, el catalán Jaume Balagueró debutó en la dirección de largometrajes con Los Sin Nombre, que adaptaba la novela de Ramsey Campbell La secta sin nombre, y que todavía hoy es posiblemente la última obra maestra del cine de terror español del siglo XX. Después dirigiría dos films más del género, Darkness y Frágiles, así como un episodio de las nuevas Historias para no dormir: Para entrar a vivir.



Por su parte, el valenciano Paco Plaza también dirigió un premiadísimo corto de terror, Abuelitos, para estrenarse luego en el campo del largo con una adaptación de Campbell: El segundo nombre, que sorprendió por la madurez de su puesta en escena y por la excelente interpretación de su protagonista, la desconocida Erica Prior. Después vendría Romasanta (La caza de la bestia), inspirada en el caso real de un hombre lobo patrio, y su aportación a la nueva etapa de la serie de Narciso Ibáñez-Serrador: Cuento de Navidad.



Después de unos años en los que Filmax, ya sea bajo el sello Fantastic Factory o no, ha producido cintas de terror tan decepcionantes como Beyond Re-Animator o Bajo aguas tranquilas, o no tan conseguidas como podrían haberlo sido (pienso en Los abandonados, de Nacho Cerdá), esta [REC] supone una nueva razón para seguir confiando en el talento de algunos nuevos realizadores del fantástico autóctono, que conocen los resortes del género y que saben mantener la justa medida entre el respeto al mismo y la voluntad por jugar con él y llevarlo un poco más allá sin llegar a forzar la maquinaria.



Este largometraje de Balagueró y Plaza parte de una premisa tan sencilla como resultona: un pequeño equipo de un programa de televisión local llamado Mientras usted duerme, formado por una presentadora y un cámara, se disponen a acompañar a una brigada de bomberos de la ciudad de Barcelona durante el turno nocturno, con el fin de grabar un reportaje. Esa misma noche, la estación recibe la llamada de auxilio de un pequeño edificio, donde al parecer una de las vecinas, una anciana que vive sola, ha sufrido algún tipo de percance que no alcanzan a definir...

Como imaginará el lector, una vez los protagonistas (y, con ellos, el espectador) se introducen en el inmueble, se desata una pesadilla en la que todos, periodistas, bomberos, vecinos y un representante de la Policía, verán peligrar sus vidas.



Como no podía ser de otra forma, [REC] está narrada como si del propio reportaje se tratara, siguiendo a la reportera en una carrera frenética rodada cámara en mano, con el fin de dotar al film de la mayor verosimilitud posible. Por ello, Balagueró y Plaza optan por racionar mucho los efectos especiales visuales y de maquillaje, reducir casi a la nada los efectos sonoros (que existen, pero pasan casi desapercibidos), así como por suprimir la consabida música incidental, además de escatimarle a su público parte de la acción, entre corte y corte de la grabación.



A esto se suma un gran acierto de casting: los realizadores le han confiado el papel principal a Manuela Velasco, que pese a su temprano debut como actriz, siendo apenas una niña, en La ley del deseo de Pedro Almodóvar, es más reconocida actualmente por su trabajo como presentadora del magazine televisivo Cuatrosfera. El resultado de este hallazgo fue un merecido premio de interpretación en el pasado Festival de Sitges.

En cuanto al resto del reparto, cabe destacar que la mayoría de los escasos intérpretes de este film coral son actores no demasiado conocidos (solo alcanzamos a reconocer al argentino Carlos Lasarte, inquietante presencia de la fundamental Los Sin Nombre), todos ellos bastante ajustados en sus papeles, en una narración sencilla (que no simple) y directa que se caracteriza por su fisicidad, con unos personajes sobre los que la ficción no reflexiona y que se definen más por lo que hacen que por lo que dicen. Todo ello aporta su granito de arena en cuanto a conseguir la sensación de realidad de la que [REC] hace gala.



Pero no se piense que los directores han recurrido al recurso de una "filmación encontrada" (al estilo de los "manuscritos encontrados" tan habituales en la literatura española desde Miguel de Cervantes a nuestros días): en un momento dado, la presentadora pide que se rebobine la cinta para volver a ver una escena; esto no es tan solo un recurso para volver a inquietar a la platea, sino una manera de subrayar que estamos viendo la acción en tiempo presente, lo cual incrementa todavía más la sensación de inseguridad.



De esta forma, y aunque [REC] pueda recordar a películas recientes de zombis como Amanecer de los muertos o 28 días después, participa principalmente de una suerte de poética del horrour verité que alcanza de las mondo movies e imitadoras al estilo de Holocausto caníbal al reciente éxito de The Blair Witch Project, pasando por títulos recientes -de terror o no- como Diary of the Dead y Redacted, y alcanzando hasta las snuff movies de las que todavía algunos niegan su existencia. Una apuesta por el terror documental, contado en presente y en primera persona, que trata de arrebatarle al espectador todas las capas de distanciamiento que, a modo de protección consciente o inconsciente, quiera echarse encima. Y hay que reconocer que en varias secuencias lo consigue con creces.



No obstante, lo mejor de una propuesta tan interesante como es esta [REC] y que le confiere el peso que sin duda tiene en el género actual, no es lo inquietante que resulta (que también), ni el estilo narrativo y visual por el que sus artífices han apostado (rescatado a su vez sobre todo de la mencionada The Blair Witch Project, aunque bastante mejor ejecutado por Balagueró y Plaza), sino la redefinición del género del terror que consiguen, una vuelta de tuerca poderosísima que, además, se lleva a cabo con pasmosa naturalidad y sin molestos aspavientos: con el desasosegante clímax final, cuando los periodistas llegan al ático y así conocemos el origen del brote vírico, Jaume Balagueró y Paco Plaza consiguen redefinir una buena parte del cine de terror, de El exorcista a esta parte, al mismo tiempo que enfrentan los conceptos de Ciencia y Religión y, más aún, ponen en entredicho algunas acciones de la Iglesia Católica al apuntarla con el dedo como posible origen del Mal mismo. Solo por eso, [REC] ya merece disfrutar de un puesto de honor en la historia del cine fantástico español. Si además consigue estremecer de la manera en que lo hace, consigue varios premios en Sitges (entre ellos el de Mejor Dirección), tiene el merecido éxito que está teniendo en su primer fin de semana de exhibición, y se confirma su inminente remake norteamericano, pues miel sobre hojuelas.

Fui hija de supervivientes del Holocausto: Hay que prestar atención



De un tiempo a esta parte la nómina de cómics que recuerdan el Holocausto, y que cuenta con representantes tan ilustres como Auschwitz de Pascal Croci o, claro está, Maus, se ha visto incrementada por dos nuevos títulos, ambos de autoría femenina, y que como el célebre cómic de Art Spiegelman remiten a las figuras paterna y/o materna para retratar una de las mayores atrocidades cometidas por el ser humano: nos referimos a Por nuestra cuenta de Miriam Katin y este Fui hija de supervivientes del Holocausto.



No obstante, y antes de entrar en el contenido de esta obra publicada por Reservoir Books (Mondadori), señalemos que este libro de Bernice Eisenstein no es un cómic, o al menos no lo es tan solo: se trata de una obra autobiográfica que emplea diversos códigos para narrarse, con un breve fragmento construido a partir de planchas de viñetas, pero que en su gran mayoría podría pasar por una novela corta (o bien un relato extenso) con abundantes ilustraciones.



Como bien explicita el título de la obra, Eisenstein es hija de una pareja de supervivientes de los campos de concentración alemanes, concretamente del tristemente célebre campo de Auschwitz, que en buena parte para dejar atrás la pesadilla de su pasado se trasladaron a Canadá. Por tanto, la autora creció en el Toronto de la década de los 50 apartada física y temporalmente de uno de los episodios más negros de la Humanidad.



Pero la realidad se impone, y Bernice Eisenstein descubrirá que no es tan fácil olvidar "la palabra que empieza con la gran Hache"... Y la propia existencia de Fui hija de supervivientes del Holocausto lo demuestra. El germen de la reflexión sobre la masacre del pueblo judío se encuentra en la retransmisión televisiva del juicio contra Adolf Eichmann, cuando Bernice es tan solo una niña. "Hay que prestar atención", insistía Willy Loman en Muerte de un viajante de Arthur Miller. Y eso es lo que hará precisamente la joven: prestar atención al silencio que le rodea a propósito de un tema tan tabú, en un devenir cotidiano marcado por la afición a la cocina de la madre y la predilección del padre por los westerns clásicos de Hollywood.



De esta forma, y con el paso del tiempo, Bernice Eisenstein se conoce a sí misma y se reconoce como una adicta al Holocausto: su mente no puede pensar en otra cosa, y llega a plantearse dudas acerca de la capacidad del lenguaje para explicar esa realidad tan brutal. Pese a ello, decide dar forma a este testimonio ilustrado, y lo hace de una forma muy peculiar pero precisamente por ello tan efectiva: de todas las obras citadas aquí, este libro es el que, estrictamente hablando, toca el genocidio nazi de forma más tangencial, dando como resultado un libro aparentemente ingenuo. Y decimos aparentemente porque es de esa forma tan naif que la autora, responsable de unas ilustraciones repletas de una bella expresividad, subraya una serie de atrocidades que tan solo el título ya evoca en la mente del lector.



Hasta ahora, al hablar de las manifestaciones artísticas del Holocausto, siempre nos remitíamos a libros como Si esto es un hombre de Primo Levi o la trilogía de Elie Wiesel (ambas referencias muy presentes en la obra de Eisenstein), o a películas como Shoah de Claude Lanzmann o La lista de Schlinder de Steven Spielberg. Pero de un tiempo a esta parte las viñetas también piden su protagonismo, gracias a las obras aquí citadas de Spiegelman, Croci, Katin... o Bernice Eisenstein, por más que su Fui hija de supervivientes del Holocausto sea, como ya hemos dicho, algo más.


Fui hija de víctimas del Holocausto
Bernice Eisenstein
Barcelona, Reservoir Books (Mondadori), 2007
192 pp. - 15,90 €


(+) Otra visión del Holocausto en viñetas:
- Por nuestra cuenta (M. Katin)

martes, 27 de noviembre de 2007

El nuevo rostro de John Connor

Los seguidores de la saga Terminator sabrán muy bien que John Connor es nada más y nada menos que es la única esperanza de la Humanidad, en un futuro donde hombres y máquinas se enfrentarán en una lucha sin cuartel por el dominio y la supervivencia.



Al hijo de Sarah Connor (Linda Hamilton) y Kyle Reese (Michael Biehn), engendrado en la primera entrega, ya lo interpretaron varios actores en distintas etapas de su vida: fue Edward Furlong (luego visto en American History X) quien lo encarnó en Terminator 2: El Juicio Final; y después tuvo el rostro de Nick Stahl (En la habitación, el "cobarde bastardo" de Sin City) en Terminator 3: La rebelión de las máquinas. Señalar también que Michael Edwards fue un fugaz John Connor adulto en una escena de la segunda entrega.



Ahora será Christian Bale quien lo interpretará en su edad adulta en el anunciado Terminator 4, que dirigirá McQ (Los Ángeles de Charlie), y donde todavía no se sabe quién hará las veces del cyborg en sustitución de Arnold Schwarzenegger. Aunque se rumorea el nombre de Vin Diesel...

Premios Expocómic 2007: Los ganadores

La Asociación Española de Amigos del Cómic, que organiza Expocómic, anuncia que después de más de dos semanas de votaciones por parte del público, y a partir de las categorías establecidas previamente por un jurado en el que participó este vuestro blog, ya se conocen quiénes han sido los ganadores de los X Premios Expocómic:



- Mejor obra española: Waldemar Daninsky. El retorno del hombre lobo (Paul Naschy & Javier Trujillo; Aleta)
- Mejor guionista nacional: Jordi Bayarri (Entre Tinieblas 4; Aleta)
- Mejor dibujante nacional: Carlos Pacheco (Superman / Batman; Superman, Planeta)
- Mejor obra extranjera: Capitán América (Ed Brubaker, Steve Epting & Mike Perkins; Panini)
- Mejor guionista internacional: Ed Brubaker (Capitán América, Daredevil, Patrulla X, Sleeper -2ª temporada-, Catwoman; Panini, Norma y Planeta)
- Dibujante internacional: Alan Davis (4 Fantásticos. El Fin; Panini)
- Autor revelación: David Aja (Civil War: Primera Línea, Lobezno Giant Size, Daredevil; Panini)
- Mejor fanzine: Ojo de Pez
- Mejor web: universomarvel.com



Como puede verse, en el ámbito internacional se ha producido un aplastante triunfo de Marvel, con la excepción del premio a Carlos Pacheco, un habitual de los galardones, por su trabajo con los dos grandes iconos de DC, Superman y Batman. Hasta la web triunfadora está dedicada al imperio forjado por Stan Lee, Jack Kirby, Steve Ditko y compañía...



En cuanto al tebeo patrio, y a pesar del escaso nivel de la categoría este año, destacar el sorprendente éxito de Waldemar Daninsky. El retorno del hombre lobo por encima de un candidato tan espléndido como Orn de Quim Bou. Aunque la sorpresa es que ya se olvidasen previamente de obras de la talla de Volátil o El viaje de Gasparetto (ambas de Luis Durán), Historias de los niños sobrenaturales, Enciclopedia Universal Clismón: Bienvenido al mundo o El tiempo arrebatado, todas ellas más arriesgadas que la ganadora. Aunque ahora que caemos, igual es por eso precisamente...

(+) Todos los nominados, en Zona Negativa.

Bodrios que hay que ver: Rise (Blood Hunter)

Como habrán notado ya si son fieles seguidores de este su blog, por aquí somos bastante aficionados a las historias de vampiros. Esto nos lleva a amar Soy leyenda de Richard Matheson por encima de todas las cosas, defender a viento y marea el Drácula de Francis Ford Coppola ante quienes lo acusan de anuncio publicitario de Armani o Coco Chanel, y leer tebeíllos tan interesantes y recomendables como Soy leyenda y Blade.



Esta afición, perversión dirán algunos, nos ha sometido a pruebas de fuego tales como soportar el visionado de engendros de la talla de la insulsa BloodRayne o la divertidísima (de tan ridícula y grotesca) Vampirella, títulos que engrosan desde hace tiempo la nómina de estos "Bodrios que hay que ver" (algunos, para creerlos), y a los que ahora se suma esta basurilla de Rise (Blood Hunter), inédita en nuestro país, y a todos los dioses rezamos para que siga así hasta el Fin de los Tiempos.



Cuando uno se dispone a ver una película de vampiros y cazavampiros contemporánea ya se imagina que no va a ver algo semejante al Nosferatu de Murnau, pero siempre queda la esperanza, al ver al frente del proyecto a una actriz popular como es el caso de Lucy Liu, de que la cosa estará por encima del típico subproducto de serie Z rodado directamente para el mercado doméstico.



Pues no es el caso: Rise (Blood Hunter), más allá del digno presupuesto que se adivina al ver un reparto competente y una factura cuidada, no desentonaría en la filmografía de genios ya comentados en esta sección de los martes, como Jim Wynorski o Charles Band; tampoco está muy lejos del cine de Fred Olen Ray o los capos de la Troma, Lloyd Kaufman y Michael Herz. Pero hay una diferencia radical: todos estos tienen sentido del humor, y los artífices de este Bodrio con mayúsculas no. Por ello, la película es tan mala que parece una adaptación de un videojuego perpetrada por Uwe Boll. Es más, he visto videojuegos que resultan más entretenidos incluso antes de sacarlos de la caja.



Pero centrémonos por un momento en el argumento del film: la película arranca con un prólogo ambientado en un bar, donde un asistente a una convención (al que da vida Robert Forster, en una nueva BANVAC -siglas de "Breve Aparición que No Viene A Cuento"- tras su fulgurante intervención de veinte segundos en Mulholland Drive) intima con una atractiva joven que ejerce el oficio más antiguo del mundo (si es usted fino) o bien es una zorrilla de tres al cuarto (si es usted de los que llaman a las cosas por su nombre). A esta copuladora profesional le da vida Cameron Richardson (Open Water 2, alias A la deriva), una joven promesa que visto los embolaos en los que se mete podría quedarse en eso, en promesa.



Cuando parece que la transacción ya está apalabrada, aparece en escena una misteriosa asiática (lo han adivinado: Lucy Liu) que se adelanta al buen hombre y contrata los servicios de la susodicha. ¿Rollo bollo? Algo hay, pero no se hagan ilusiones, porque el asunto se destapa enseguida como una merienda de vampiros de la que la protagonista, que responde a un nombre tan fardón como Sadie Blake, parece ser culpable, aunque se arrepiente a última hora y la deja marchar.



Esta inestabilidad, esta poca constancia, este no saber lo que uno quiere en la vida que diría mi abuela, se va a mantener durante toda la película (que, para más inri y en su versión unrated, dura 122 minutos del ala), en una continua lucha de la joven chupóptera (con perdón) por rebelarse ante su condición vampírica y vengarse de los vampiros que la convirtieron, Bishop (James D'Arcy) y Eve (Carla Gugino), tan fardones como los chupasangres de las novelas de Anne Rice o Poppy Z. Brite. Pero en su investigación no estará sola, pues se enfrentará y acabará aliándose con Clyde Rawlins, un policía que perdió a su hija por culpa del culto donde militan estos vampiros camuflados de músicos de goth metal (en fin), al que interpreta Michael Chiklis en una versión descafeinada de su trabajo como policía calvo e hijo de puta en la serie The Shield; aquí solo es calvo.



¿Y cuál es la mejor manera de darle algo de interés a este desaguisado? A mí solo se me ocurre como solución el tomárselo todo a broma y hacer una parodia en plan Chupa como puedas (con perdón otra vez). Pero no: aquí, el máximo responsable ha optado por tomarse el asunto muuuuy en serio, y creyendo que es el primero que trata la condición del vampiro en el cine, construye su historia yendo en el tiempo adelante y atrás, deconstruyendo la historia a hachazos de tal manera que ríete tú de Alejandro González Iñárritu (Amores perros, 21 gramos, Babel) y sus puzzles temporales, y convirtiendo a su antiheroína a ratos en una vampira despiadada, a ratos en una aberración de la naturaleza llorona y pusilánime, y de la que el espectador pierde la cuenta de las veces que intentan matarla y se resiste, las que no, o las que pide que la maten y nadie le hace caso, o las que directamente opta por el suicidio, cuándo, dónde y por qué. Créanme, yo me perdí varias veces, y ya no podía llevar la cuenta de las veces en las que la protagonista despertaba en la morgue, si eran ocasiones distintas o la misma vez repetida, ni sabía quiénes eran los buenos y quiénes los malos, o si íbamos patrás o palante. Y tampoco me importaba ya. De lo único que estaba seguro es de que al madrugar al día siguiente me iba a arrepentir de todo aquello, y de que Godard o Lynch no son tan complicados.



El que sí me parece fascinantemente complejo es el guionista y director de este sinsentido, de nombre Sebastián Gutiérrez. Sí, aquí suena a risa, pero en Norteamérica debe parecerles tan exótico como Theo Angelopoulos, Tsai Ming-liang o Apichatpong Weerasethakul (sí, este último también existe). Gutiérrez debutó en 1998 con El beso de Judas, un thriller con Alan Rickman, Emma Thompson y la citada Carla Gugino que en su día tuvo buenas críticas; pero intuimos que después de nueve años intentando (o no) volver a dirigir, se ha tenido que conformar con dar forma a esta Rise (Blood Hunter).



Pero como sé que tienen ustedes mentes calenturientas, ahora mismo estarán pensando... yum yum. Han visto las fotos y han dicho: ¡Lucy Liu! ¡Carla Gugino! ¡Cameron Richardson! ¡Aquí hay tomate! Pues desen una ducha de agua fría y dediquen su tiempo libre a otra cosa. Porque creánme: el visionado de Rise (Blood Hunter) les inducirá un sopor letárgico más efectivo que una inyección de bromuro tamaño Re-Animator. Con decirles que lo más excitante es descubrir a un inaudito Marilyn Manson sin maquillaje interpretando a un camarero...



Sí, el de arriba es Marilyn Manson. Lo juro y perjuro, al igual que les prometo que en ese instante empieza y acaba el interés y la curiosidad que puede despertar tamaño despropósito.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Diciembre: Novedad Dolmen

Dolmen Editorial adelanta ya una de sus novedades de diciembre; una novedad, como no podía ser menos, muy navideña...



- Jingle Belle
Paul Dini & José Garibaldi
96 pp. (color) - 15 €

Comentario de la editorial: ¿Quién es la misteriosa Jingle Belle y qué misterio esconde la hija de Santa Claus? Paul Dini nos cuenta la historia de este personaje por muy pocos conocido a través de varios relatos en los que veremos cómo es esta particular elfa y cómo la ven desde fuera. Se inicia el tomo con una Jingle Belle cansada de permanecer como un icono desconocido de las Navidades, decidida a desafiar a su padre y a crear su propia serie de TV con la que darse a conocer. También veremos el relato de un personaje que busca información sobre la existencia o no de Jingle Belle, acabando con una historia en la que Jingle Belle ayudará a un viejo director de un parque temático dedicado a Santa Claus a sacar adelante el complejo de ocio con unos medios un tanto particulares que no será muy del agrado del siempre tradicional Papá Noel.

Se acerca Villena Fantástica: el programa... y el blog

Un año más, el cine fantástico, de terror y de culto llega a Villena (Alicante) de la mano de Villena Fantástica, que entre el 25 y el 30 de diciembre celebrará ya su séptima edición.



El cine contemporáneo se da la mano con el clásico, el occidental con el asiático, en una programación completísima donde no faltarán éxitos actuales del género, musicales en clave fantástica, espléndido cine coreano, programas dobles dedicados a David Cronenberg y Lucio Fulci, o un homenaje al recientemente fallecido Ingmar Bergman. Y todo ello, en una serie de pases únicos, con introducción a cargo de críticos y teóricos del cine, y de entrada libre limitada al aforo del local.



Para estar al tanto de la programación y de cualquier otra noticia relacionada con el evento, no dejen de visitar el blog oficial de Villena Fantástica.

[Fotografía: La hora del lobo, de Ingmar Bergman.]

Soy leyenda / Blade: The Vampire Slayers



Algo que ha existido desde siempre (incluso desde una buena porción, hacia el final del libro, del Drácula original de Bram Stoker), pero que de un tiempo a esta parte se ha visto incrementado, es que en las ficciones protagonizadas por vampiros el retrato de la condición como tales de algunos de sus protagonistas ha pasado a un segundo plano en beneficio de la acción propiamente dicha, siendo el vampirismo una mera excusa para contar otra cosa; normalmente, historias de acción que enfrentan a humanos y chupasangres en una lucha sin cuartel.

Ha querido el azar que este mes, y de la mano de editoriales (norteamericanas y españolas) distintas, hayan visto la luz la edición autóctona de dos tebeos de vampiros que reflejan ambas tendencias.



El primero de ellos es Soy leyenda, la adaptación al cómic de la espléndida novela homónima de Richard Matheson, llevada a cabo por el exitoso guionista Steve Niles (30 días de noche, Criminal Macabre) y el dibujante Elman Brown, publicada en 1991 por Eclipse, recuperada en 2003 por IDW Publishing, e importada aquí y ahora por Norma Editorial en su línea de cómics de terror Made in Hell.

A destacar que no es la primera novela de Matheson adaptada al noveno arte que vemos por aquí: también de la mano de IDW y Norma hemos podido leer con anterioridad La casa infernal, escrita por Ian Edginton e ilustrada por Simon Fraser, que en Estados Unidos se publicó posteriormente a la que ahora nos ocupa, y que sin estar a la altura del original literario resultaba una lectura más que recomendable.



Pero volvamos al cómic Soy leyenda. ¿Es este tebeo una buena historia de terror? La respuesta, indudablemente, es afirmativa. ¿Y un buen cómic de terror? Diríamos que también, aunque con algunas reservas. ¿Y una buena adaptación? La verdad es que no. Pero maticemos a continuación estas respuestas...



Resulta significativo que para matizar todas estas aseveraciones solo es necesario recurrir a la excesiva fidelidad al original de Matheson con la que Niles y Brown han acometido la propuesta: el primero parece olvidar que el noveno arte es una disciplina visual, y suponemos que subyugado por la indudable calidad literaria del libro y aterrorizado por no estar a su altura (pese a su éxito, no se puede decir -al menos por el momento- que Niles sea un gran escritor) ha optado por saquear impunemente las páginas del libro, reproduciendo en muchos casos párrafos enteros en páginas repletas de texto que reducen el espacio para el trabajo de Brown, competente en general pero casi nunca excepcional.



Solo en ocasiones muy contadas al guionista parece encendérsele la bombilla de la inspiración, se da cuenta del medio en el que se mueve, y opta por narrar la historia que tiene entre manos visualmente, sin genio pero con acierto, dando a los lápices de su colaborador el espacio que merecen, y donde el artista se crece considerablemente: véanse sobre todo las viñetas de protagonismo vampírico y ambiente nocturno, que retrotraerán al lector a tebeos pretéritos y al trabajo de autores como Gene Colan o Bernie Wrightson.



De esta forma, el Soy leyenda de IDW es una oportunidad perdida, la de narrar una historia como la de Matheson, escrita en primera persona, así pues tremendamente subjetiva, como debería haberse hecho: con apenas texto y dando protagonismo primordial a la ilustración. Y no un "Clásicos Ilustrados" como el que ofrecen el dibujante Elman Brown y el guionista -y a todas luces gran culpable del desaguisado- Steve Niles.



Pero no se crea el lector que el cómic no merece la pena leerse: obviamente, este gran handicap para los conocedores del Soy leyenda original que hemos venido comentando se convierte en todo lo contrario para aquellos que no han leído la novela de Matheson. Sin un referente previo con el que comparar la historieta, el trabajo de Steve Niles gana enteros, aunque el mérito sea del veterano autor de La casa infernal y El increíble hombre menguante, y el cómic se devora -nunca mejor dicho- con creciente interés y sumo placer.



Así pues, el Soy leyenda de Niles y Brown hará las delicias de los que desconozcan las peripecias de Robert Neville, el último bastión de la humanidad contra las crecientes hordas de vampiros: si no han leído todavía el libro de Matheson y/o no han visto las adaptaciones al cine (The Last Man on Earth, con Vincent Price, y El último hombre... vivo, con Charlton Heston), y se adelantan al inminente estreno de la nueva versión dirigida por Francis Lawrence (Constantine) con Will Smith, disfrutarán y sufrirán al mismo tiempo con esta historia de ambiente postapocalíptico, un auténtico survival amargo y desesperanzado que reflexiona con seriedad y un cierto rigor científico acerca de la condición de ser vampiro, además de suponer un ensayo acerca del relativismo y la subjetividad de la figura del narrador. No es la novela, claro, pero para bien y para mal, según cómo se mire, casi casi.



Un buen ejemplo de la otra vertiente a la que aludíamos al principio, el de las historias de vampiros más pulp, es el de Blade, el popular cazavampiros de Marvel Comics, que ahora vuelve a la actualidad gracias a una nueva serie mensual, escrita por Marc Guggenheim y dibujada por Howard Chaykin, y de la que Panini Comics acaba de editar el primer volumen.



El personaje de Eric Brooks, alias Blade, nació de la mano de Marv Wolfman en los cómics Warren de los años 70, y tras unas primeras apariciones menos exitosas fue retomado por el guionista, ya en el seno de Marvel Comics, en The Tomb of Dracula, mítica cabecera de los cómics de terror norteamericanos, una serie dibujada por un magistral Gene Colan, y que todavía hoy resulta una auténtica gozada leer.



En las páginas de The Tomb of Dracula, el Príncipe de las Tinieblas tuvo que enfrentarse a diversos cazavampiros, liderados por el doctor Van Helsing, y donde no faltó el detective vampiro Hannibal King. Pero fue Blade, el cazavampiros afroamericano, quien se ganó la atención del personal, convirtiéndose en el segundo héroe negro de la factoría (el primero había sido Luke Cage, alias Powerman) y fiel traslado de la iconografía del blaxploitation cinematográfico al mundo de las viñetas.



Después de varias muertes y resurrecciones en el mercado editorial, y gracias a la fama que el personaje ha cobrado recientemente al protagonizar la que hasta ahora es una trilogía de películas con Wesley Snipes interpretando al asesino de vampiros, es que Blade cuenta con una nueva colección, escrita por Marc Guggenheim (Lobezno) y dibujada nada más y nada menos que por Howard Chaykin, el autor de American Flagg! o Black Kiss.



Este primer volumen español incluye los seis primeros números de la colección original, que suponen una excelente carta de presentación: olvide el lector las argucias editoriales tanto de Marvel (arrancar con un enfrentamiento de Blade con un Spiderman vampírico con el único objetivo de poder poner al lanzarredes en la portada del número 1) como, en menor medida, Panini (que titula "Civil War" al tomo para aprovechar el reclamo comercial del crossover de Marvel, cuando solo el n.º 5 USA tiene relación con él, y apenas de refilón por la aparición de Lobezno y SHIELD), libérese de todo prejuicio y déjese llevar por la historieta, porque lo que ofrece Guggenheim es entretenimiento del bueno.



De esta forma, en las páginas de Blade: Civil War el lector se encontrará con un Eric Brooks en perfecta forma (y no nos referimos solo a la física), de diálogos afinadísimos y -como no podía ser de otra forma- de lo más cool, y que se enfrentará a diversos enemigos (de los ya citados Spiderman y Lobezno al misterioso magnate Eric Cross, el majestuoso Doctor Muerte o los vampiros más famosos de Marvel: Morbius y el mismísimo Drácula) al mismo tiempo que al peso de su pasado, un Secret Origins narrado en flashbacks al modo de, por ejemplo, el origen del Joker en La broma asesina.



Pero si Guggenheim cumple con creces, más aún Chaykin, que demuestra estar en plena forma: apoyado por un espléndido color de Edgar Delgado (atención a la distinción entre los colores vivos del presente y los tonos grises y ocres del pasado), el autor de The City of Tomorrow! dibuja a lápiz y entinta a un Blade a medio camino entre el Wesley Snipes del cine y el mismo Luke Cage, en unas páginas de gran atractivo.



El resultado no pasará a la historia del noveno arte, ni recibirá todos los premios del año, ni será defendido por detractores del cómic que podrían considerar a cualquier slice of life como una novela gráfica de indudable calidad pero que jamás leerán (o eso creen) un tebeo. Pero tengan a buen seguro que si buscan un entretenimiento de calidad, ya han visto demasiadas veces el DVD de Underworld, y ya no les quedan capítulos de Buffy Cazavampiros por revisar, este Blade es su tebeo.


Título: Soy leyenda, de Richard Matheson
Autores: Steve Niles (guión) / Elman Brown (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: noviembre de 2007
248 páginas (b/n) - 15 €


Título: Blade n.º 1: Civil War
Autores: Marc Guggenheim (guión) / Howard Chaykin (dibujo)
Editorial: Panini Comics
Fecha de edición: noviembre de 2007
144 páginas (color) - 9,25 €