lunes, 26 de noviembre de 2007
Soy leyenda / Blade: The Vampire Slayers
Algo que ha existido desde siempre (incluso desde una buena porción, hacia el final del libro, del Drácula original de Bram Stoker), pero que de un tiempo a esta parte se ha visto incrementado, es que en las ficciones protagonizadas por vampiros el retrato de la condición como tales de algunos de sus protagonistas ha pasado a un segundo plano en beneficio de la acción propiamente dicha, siendo el vampirismo una mera excusa para contar otra cosa; normalmente, historias de acción que enfrentan a humanos y chupasangres en una lucha sin cuartel.
Ha querido el azar que este mes, y de la mano de editoriales (norteamericanas y españolas) distintas, hayan visto la luz la edición autóctona de dos tebeos de vampiros que reflejan ambas tendencias.
El primero de ellos es Soy leyenda, la adaptación al cómic de la espléndida novela homónima de Richard Matheson, llevada a cabo por el exitoso guionista Steve Niles (30 días de noche, Criminal Macabre) y el dibujante Elman Brown, publicada en 1991 por Eclipse, recuperada en 2003 por IDW Publishing, e importada aquí y ahora por Norma Editorial en su línea de cómics de terror Made in Hell.
A destacar que no es la primera novela de Matheson adaptada al noveno arte que vemos por aquí: también de la mano de IDW y Norma hemos podido leer con anterioridad La casa infernal, escrita por Ian Edginton e ilustrada por Simon Fraser, que en Estados Unidos se publicó posteriormente a la que ahora nos ocupa, y que sin estar a la altura del original literario resultaba una lectura más que recomendable.
Pero volvamos al cómic Soy leyenda. ¿Es este tebeo una buena historia de terror? La respuesta, indudablemente, es afirmativa. ¿Y un buen cómic de terror? Diríamos que también, aunque con algunas reservas. ¿Y una buena adaptación? La verdad es que no. Pero maticemos a continuación estas respuestas...
Resulta significativo que para matizar todas estas aseveraciones solo es necesario recurrir a la excesiva fidelidad al original de Matheson con la que Niles y Brown han acometido la propuesta: el primero parece olvidar que el noveno arte es una disciplina visual, y suponemos que subyugado por la indudable calidad literaria del libro y aterrorizado por no estar a su altura (pese a su éxito, no se puede decir -al menos por el momento- que Niles sea un gran escritor) ha optado por saquear impunemente las páginas del libro, reproduciendo en muchos casos párrafos enteros en páginas repletas de texto que reducen el espacio para el trabajo de Brown, competente en general pero casi nunca excepcional.
Solo en ocasiones muy contadas al guionista parece encendérsele la bombilla de la inspiración, se da cuenta del medio en el que se mueve, y opta por narrar la historia que tiene entre manos visualmente, sin genio pero con acierto, dando a los lápices de su colaborador el espacio que merecen, y donde el artista se crece considerablemente: véanse sobre todo las viñetas de protagonismo vampírico y ambiente nocturno, que retrotraerán al lector a tebeos pretéritos y al trabajo de autores como Gene Colan o Bernie Wrightson.
De esta forma, el Soy leyenda de IDW es una oportunidad perdida, la de narrar una historia como la de Matheson, escrita en primera persona, así pues tremendamente subjetiva, como debería haberse hecho: con apenas texto y dando protagonismo primordial a la ilustración. Y no un "Clásicos Ilustrados" como el que ofrecen el dibujante Elman Brown y el guionista -y a todas luces gran culpable del desaguisado- Steve Niles.
Pero no se crea el lector que el cómic no merece la pena leerse: obviamente, este gran handicap para los conocedores del Soy leyenda original que hemos venido comentando se convierte en todo lo contrario para aquellos que no han leído la novela de Matheson. Sin un referente previo con el que comparar la historieta, el trabajo de Steve Niles gana enteros, aunque el mérito sea del veterano autor de La casa infernal y El increíble hombre menguante, y el cómic se devora -nunca mejor dicho- con creciente interés y sumo placer.
Así pues, el Soy leyenda de Niles y Brown hará las delicias de los que desconozcan las peripecias de Robert Neville, el último bastión de la humanidad contra las crecientes hordas de vampiros: si no han leído todavía el libro de Matheson y/o no han visto las adaptaciones al cine (The Last Man on Earth, con Vincent Price, y El último hombre... vivo, con Charlton Heston), y se adelantan al inminente estreno de la nueva versión dirigida por Francis Lawrence (Constantine) con Will Smith, disfrutarán y sufrirán al mismo tiempo con esta historia de ambiente postapocalíptico, un auténtico survival amargo y desesperanzado que reflexiona con seriedad y un cierto rigor científico acerca de la condición de ser vampiro, además de suponer un ensayo acerca del relativismo y la subjetividad de la figura del narrador. No es la novela, claro, pero para bien y para mal, según cómo se mire, casi casi.
Un buen ejemplo de la otra vertiente a la que aludíamos al principio, el de las historias de vampiros más pulp, es el de Blade, el popular cazavampiros de Marvel Comics, que ahora vuelve a la actualidad gracias a una nueva serie mensual, escrita por Marc Guggenheim y dibujada por Howard Chaykin, y de la que Panini Comics acaba de editar el primer volumen.
El personaje de Eric Brooks, alias Blade, nació de la mano de Marv Wolfman en los cómics Warren de los años 70, y tras unas primeras apariciones menos exitosas fue retomado por el guionista, ya en el seno de Marvel Comics, en The Tomb of Dracula, mítica cabecera de los cómics de terror norteamericanos, una serie dibujada por un magistral Gene Colan, y que todavía hoy resulta una auténtica gozada leer.
En las páginas de The Tomb of Dracula, el Príncipe de las Tinieblas tuvo que enfrentarse a diversos cazavampiros, liderados por el doctor Van Helsing, y donde no faltó el detective vampiro Hannibal King. Pero fue Blade, el cazavampiros afroamericano, quien se ganó la atención del personal, convirtiéndose en el segundo héroe negro de la factoría (el primero había sido Luke Cage, alias Powerman) y fiel traslado de la iconografía del blaxploitation cinematográfico al mundo de las viñetas.
Después de varias muertes y resurrecciones en el mercado editorial, y gracias a la fama que el personaje ha cobrado recientemente al protagonizar la que hasta ahora es una trilogía de películas con Wesley Snipes interpretando al asesino de vampiros, es que Blade cuenta con una nueva colección, escrita por Marc Guggenheim (Lobezno) y dibujada nada más y nada menos que por Howard Chaykin, el autor de American Flagg! o Black Kiss.
Este primer volumen español incluye los seis primeros números de la colección original, que suponen una excelente carta de presentación: olvide el lector las argucias editoriales tanto de Marvel (arrancar con un enfrentamiento de Blade con un Spiderman vampírico con el único objetivo de poder poner al lanzarredes en la portada del número 1) como, en menor medida, Panini (que titula "Civil War" al tomo para aprovechar el reclamo comercial del crossover de Marvel, cuando solo el n.º 5 USA tiene relación con él, y apenas de refilón por la aparición de Lobezno y SHIELD), libérese de todo prejuicio y déjese llevar por la historieta, porque lo que ofrece Guggenheim es entretenimiento del bueno.
De esta forma, en las páginas de Blade: Civil War el lector se encontrará con un Eric Brooks en perfecta forma (y no nos referimos solo a la física), de diálogos afinadísimos y -como no podía ser de otra forma- de lo más cool, y que se enfrentará a diversos enemigos (de los ya citados Spiderman y Lobezno al misterioso magnate Eric Cross, el majestuoso Doctor Muerte o los vampiros más famosos de Marvel: Morbius y el mismísimo Drácula) al mismo tiempo que al peso de su pasado, un Secret Origins narrado en flashbacks al modo de, por ejemplo, el origen del Joker en La broma asesina.
Pero si Guggenheim cumple con creces, más aún Chaykin, que demuestra estar en plena forma: apoyado por un espléndido color de Edgar Delgado (atención a la distinción entre los colores vivos del presente y los tonos grises y ocres del pasado), el autor de The City of Tomorrow! dibuja a lápiz y entinta a un Blade a medio camino entre el Wesley Snipes del cine y el mismo Luke Cage, en unas páginas de gran atractivo.
El resultado no pasará a la historia del noveno arte, ni recibirá todos los premios del año, ni será defendido por detractores del cómic que podrían considerar a cualquier slice of life como una novela gráfica de indudable calidad pero que jamás leerán (o eso creen) un tebeo. Pero tengan a buen seguro que si buscan un entretenimiento de calidad, ya han visto demasiadas veces el DVD de Underworld, y ya no les quedan capítulos de Buffy Cazavampiros por revisar, este Blade es su tebeo.
Título: Soy leyenda, de Richard Matheson
Autores: Steve Niles (guión) / Elman Brown (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: noviembre de 2007
248 páginas (b/n) - 15 €
Título: Blade n.º 1: Civil War
Autores: Marc Guggenheim (guión) / Howard Chaykin (dibujo)
Editorial: Panini Comics
Fecha de edición: noviembre de 2007
144 páginas (color) - 9,25 €
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