Carrie Stetko ya tiene rostro: la protagonista de Whiteout, el cómic de Greg Rucka y Steve Lieber editado en España por Norma Editorial, será Kate Beckinsale en la adaptación cinematográfica que producirá Joel Silver.
Desde que debutó en la pantalla grande en Mucho ruido y pocas nueces de Kenneth Branagh, Beckinsale se ha movido entre el cine independiente de sus comienzos (Shooting Fish, The last days of Disco) y las grandes superproducciones hollywoodienses (Pearl Harbor, Underworld, Van Helsing), destacando en los últimos años su trabajo como Ava Gardner en El aviador de Martin Scorsese.
El realizador de Whiteout, que se estrenará en 2008, será Dominic Sena, responsable de Kalifornia y 60 segundos.
miércoles, 31 de enero de 2007
Ladrón de guante blanco, cineasta de pacotilla
Arsène Lupin lo tenía todo para ser una gran película: un buen punto de partida, literario y con el encanto de la narrativa popular: el inmortal personaje creado por Maurice Leblanc, centrándose aquí en la novela La Condesa de Cagliostro; un presupuesto consistente, a la altura del cine comercial norteamericano, algo que en Europa sólo los franceses parecen poder permitirse; y un reparto internacional, donde destacan Romain Duris como protagonista y el siempre eficiente Pascal Gregory, así como la casi debutante Eva Green y la actriz británica Kristin Scott Thomas (El paciente inglés).
Pero el resultado es verdaderamente mediocre. Y lo es por culpa de la ineptitud de su realizador, Jean-Paul Salomé, que ya consiguió con La máscara del faraón hacer algo que parecía imposible: filmar una película soporífera con maldiciones egipcias y Sophie Marceau.
Y es que en esta Arsène Lupin todo es predecible, sorpresas incluidas: la identidad del asesino del padre, por ejemplo, se ve venir a leguas de distancia; y cuando no te ves venir algo (la verdadera identidad del personaje de Greggory, por ejemplo), es porque resulta increíble y/o fuera de lugar.
Así pues, el interés del espectador va decayendo por momentos a lo largo de dos interminables horas de metraje. Y por si esto fuera poco, Salomé consigue otro gran mérito: que una película de dos horas empiece a interesar unos segundos antes de que finalice; ahí es nada. Una lástima, pues.
Pero el resultado es verdaderamente mediocre. Y lo es por culpa de la ineptitud de su realizador, Jean-Paul Salomé, que ya consiguió con La máscara del faraón hacer algo que parecía imposible: filmar una película soporífera con maldiciones egipcias y Sophie Marceau.
Y es que en esta Arsène Lupin todo es predecible, sorpresas incluidas: la identidad del asesino del padre, por ejemplo, se ve venir a leguas de distancia; y cuando no te ves venir algo (la verdadera identidad del personaje de Greggory, por ejemplo), es porque resulta increíble y/o fuera de lugar.
Así pues, el interés del espectador va decayendo por momentos a lo largo de dos interminables horas de metraje. Y por si esto fuera poco, Salomé consigue otro gran mérito: que una película de dos horas empiece a interesar unos segundos antes de que finalice; ahí es nada. Una lástima, pues.
City of tomorrow!: neo noir sexploitation
Aunque muchas reseñas de este cómic, uno de los últimos trabajos como autor completo de Howard Chaykin, se empeñen en lo contrario, su título no es City of tomorrow, sino City of tomorrow!
Puede parecer un detalle sin importancia, pero no lo es en absoluto: por un lado, la ciudad de Columbia donde se desarrolla la acción, y a la que hace referencia la etiqueta de la ciudad del mañana del título, es un producto que se vende, que su creador (y padre del protagonista) elabora con la idea de que la pureza y la placidez que su producto ofrece sea comprada por el consumidor. Así, el título de este cómic es casi un imperativo, un anuncio publicitario con luz de neón.
Y es que, paradójicamente, la ciudad del mañana del título remite a una forma de ver el mundo que pertenece al ayer: la Norteamérica candorosa de los años 50, cuando todavía faltaban unos lustros para que llegase Richard Nixon y dinamitara la confianza de todo el pueblo norteamericano. Pero como signo de que esa inocencia se perdió irremediablemente, la única manera que se concibe para recuperarla es mediante el uso de personas artificiales, robots... que al final, como los del film de Michael Crichton Almas de metal, acabarán fallando.
Por otro lado, la exclamación del título subraya el carácter siempre epatante de su autor, responsable también de American Flagg! (otra obra de título exclamativo, si bien de corte patriotero), y al que muchos descubrimos con su provocativa y muy erótica Black kiss.
En esta última, este afán provocador de Chaykin se saldó con el parto de una obra maestra del noveno arte, que amalgamaba elementos de diversos géneros (del negro al pornográfico, pasando por el terror y el fantástico) con un resultado de sorprendente consistencia y personalidad propia. Pero en City of tomorrow! el balance final no es tan deslumbrante, ya que carece de una identidad propia tan acentuada como la citada Black kiss.
No obstante, esta mezcla de ciencia ficción y género negro al más puro estilo Blade Runner, y que Norma Editorial ha publicado en su colección El Día Después, funciona a la perfección: la intriga policial se mantiene hasta el final, a la vez que en cada una de sus páginas se subraya de forma espectacular cuáles son las obsesiones de su autor: el sexo y la violencia. Y es muy de agradecer a Chaykin que no emplee subterfugios para disimularlas, y se haya decidido por mostrarlas abiertamente al mundo. Y es que City of tomorrow! es puro neo noir... sexploitation.
Título: City of tomorrow!
Autor: Howard Chaykin (guión y dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: noviembre de 2006
144 páginas (color) - 12 €
Puede parecer un detalle sin importancia, pero no lo es en absoluto: por un lado, la ciudad de Columbia donde se desarrolla la acción, y a la que hace referencia la etiqueta de la ciudad del mañana del título, es un producto que se vende, que su creador (y padre del protagonista) elabora con la idea de que la pureza y la placidez que su producto ofrece sea comprada por el consumidor. Así, el título de este cómic es casi un imperativo, un anuncio publicitario con luz de neón.
Y es que, paradójicamente, la ciudad del mañana del título remite a una forma de ver el mundo que pertenece al ayer: la Norteamérica candorosa de los años 50, cuando todavía faltaban unos lustros para que llegase Richard Nixon y dinamitara la confianza de todo el pueblo norteamericano. Pero como signo de que esa inocencia se perdió irremediablemente, la única manera que se concibe para recuperarla es mediante el uso de personas artificiales, robots... que al final, como los del film de Michael Crichton Almas de metal, acabarán fallando.
Por otro lado, la exclamación del título subraya el carácter siempre epatante de su autor, responsable también de American Flagg! (otra obra de título exclamativo, si bien de corte patriotero), y al que muchos descubrimos con su provocativa y muy erótica Black kiss.
En esta última, este afán provocador de Chaykin se saldó con el parto de una obra maestra del noveno arte, que amalgamaba elementos de diversos géneros (del negro al pornográfico, pasando por el terror y el fantástico) con un resultado de sorprendente consistencia y personalidad propia. Pero en City of tomorrow! el balance final no es tan deslumbrante, ya que carece de una identidad propia tan acentuada como la citada Black kiss.
No obstante, esta mezcla de ciencia ficción y género negro al más puro estilo Blade Runner, y que Norma Editorial ha publicado en su colección El Día Después, funciona a la perfección: la intriga policial se mantiene hasta el final, a la vez que en cada una de sus páginas se subraya de forma espectacular cuáles son las obsesiones de su autor: el sexo y la violencia. Y es muy de agradecer a Chaykin que no emplee subterfugios para disimularlas, y se haya decidido por mostrarlas abiertamente al mundo. Y es que City of tomorrow! es puro neo noir... sexploitation.
Título: City of tomorrow!
Autor: Howard Chaykin (guión y dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: noviembre de 2006
144 páginas (color) - 12 €
martes, 30 de enero de 2007
Febrero: Novedades Sins Entido
La editorial madrileña Sins Entido anuncia interesantes novedades para el mes de febrero:
- Luchadoras
Peggy Adam
96 pp. (b/n) – 15 €
- La sangre de los asesinos
Jacques Loustal & Philippe Paringaux
72 pp. (color) – 14 €
- La ascensión del Gran Mal (vol. 6)
David B.
96 pp. (b/n) – 16 €
De todas ellas daremos más pormenorizada cuenta en breve. De momento, hay que destacar que Luchadoras de Peggy Adam (sobre las desaparecidas en Ciudad Juárez) y La sangre de los asesinos (cómic en la tradición del polar o género negro galo) han sido seleccionadas en el prestigioso Festival de BD de Angoulême 2007, así como la promoción exclusiva de regalar con el último tomo de La Ascensión del Gran Mal una caja que permite recopilar los seis álbumes.
Igualmente, Sins Entido anuncia las reediciones de la primera entrega de la aplaudida serie de David B, así como de Una casa para el abuelo, de Isidro Ferrer y Grassa Toro; e igualmente informan de la aparición del n.º 14 de NSLM (Nosotros somos los muertos).
- Luchadoras
Peggy Adam
96 pp. (b/n) – 15 €
- La sangre de los asesinos
Jacques Loustal & Philippe Paringaux
72 pp. (color) – 14 €
- La ascensión del Gran Mal (vol. 6)
David B.
96 pp. (b/n) – 16 €
De todas ellas daremos más pormenorizada cuenta en breve. De momento, hay que destacar que Luchadoras de Peggy Adam (sobre las desaparecidas en Ciudad Juárez) y La sangre de los asesinos (cómic en la tradición del polar o género negro galo) han sido seleccionadas en el prestigioso Festival de BD de Angoulême 2007, así como la promoción exclusiva de regalar con el último tomo de La Ascensión del Gran Mal una caja que permite recopilar los seis álbumes.
Igualmente, Sins Entido anuncia las reediciones de la primera entrega de la aplaudida serie de David B, así como de Una casa para el abuelo, de Isidro Ferrer y Grassa Toro; e igualmente informan de la aparición del n.º 14 de NSLM (Nosotros somos los muertos).
Puro cine épico
A veces resulta muy fácil separar al hombre del artista, y no siempre aquel cuya obra admiras ha de parecerte que como persona sea un ejemplo a seguir. Mel Gibson es un buen ejemplo de ello: cada vez que hace algunas declaraciones de índole social, política o religiosa, entran ganas de mandarle callar y de decirle aquello de zapatero a tus zapatos.
Porque el hecho de que Gibson tiene talento como actor y, sobre todo, director, es algo que nadie negará. En esta última faceta suya, desde que debutase con la intimista y nada conciliadora El hombre sin rostro, ha enlazado ya cuatro filmes, de los cuales ninguno está exento de interés.
La gloria de los Oscar la cató con Braveheart; el polémico éxito de taquilla y el pasar a la Historia del Cine por varios motivos lo logró con La Pasión de Cristo. Ahora, con Apocalypto, rodada como la anterior en una lengua muerta, logra la que quizá sea la mejor película de las cuatro.
Y es que a Gibson le ha sentado bien echar fuera el lastre de la trascendencia, presente en la historia real de William Wallace y sobre todo en el brutal retrato de las últimas horas de Jesús de Nazaret, y centrar su atención en captar en los fotogramas de Apocalypto el sentido de la épica.
El film arranca con el retrato del buen salvaje, representado por una pequeña tribu maya en los albores de un nuevo mundo (que descubriremos al finalizar la cinta). La placentera tranquilidad de su vida cotidiana se ve sacudida con el ataque de otra tribu enemiga, que capturarán a gran parte del pueblo para venderlos como esclavos...
Deudora de cintas como El último mohicano de Michael Mann, Apocalypto no es otra cosa que una espléndida muestra de cine de aventuras, un género que no suele estar presente en la cartelera contemporánea, y cuando lo está se manifiesta de forma harto suavizada y para todos los públicos (¿les suena la saga de Piratas del Caribe?). En cambio, en Apocalypto, Gibson (que nunca se ha andado con chiquitas al respecto) carga las tintas en la violencia descarnada, y demuestra que sabe accionar los resortes de la emoción, del descenso a los infiernos a la reconfortante venganza, logrando una película de gran fisicidad, trepidante y emocionante, y donde las más de dos horas y cuarto que dura se pasan en un suspiro.
Porque el hecho de que Gibson tiene talento como actor y, sobre todo, director, es algo que nadie negará. En esta última faceta suya, desde que debutase con la intimista y nada conciliadora El hombre sin rostro, ha enlazado ya cuatro filmes, de los cuales ninguno está exento de interés.
La gloria de los Oscar la cató con Braveheart; el polémico éxito de taquilla y el pasar a la Historia del Cine por varios motivos lo logró con La Pasión de Cristo. Ahora, con Apocalypto, rodada como la anterior en una lengua muerta, logra la que quizá sea la mejor película de las cuatro.
Y es que a Gibson le ha sentado bien echar fuera el lastre de la trascendencia, presente en la historia real de William Wallace y sobre todo en el brutal retrato de las últimas horas de Jesús de Nazaret, y centrar su atención en captar en los fotogramas de Apocalypto el sentido de la épica.
El film arranca con el retrato del buen salvaje, representado por una pequeña tribu maya en los albores de un nuevo mundo (que descubriremos al finalizar la cinta). La placentera tranquilidad de su vida cotidiana se ve sacudida con el ataque de otra tribu enemiga, que capturarán a gran parte del pueblo para venderlos como esclavos...
Deudora de cintas como El último mohicano de Michael Mann, Apocalypto no es otra cosa que una espléndida muestra de cine de aventuras, un género que no suele estar presente en la cartelera contemporánea, y cuando lo está se manifiesta de forma harto suavizada y para todos los públicos (¿les suena la saga de Piratas del Caribe?). En cambio, en Apocalypto, Gibson (que nunca se ha andado con chiquitas al respecto) carga las tintas en la violencia descarnada, y demuestra que sabe accionar los resortes de la emoción, del descenso a los infiernos a la reconfortante venganza, logrando una película de gran fisicidad, trepidante y emocionante, y donde las más de dos horas y cuarto que dura se pasan en un suspiro.
Strangers in Paradise: ni contigo ni sin ti
Neil Gaiman dice que con todo lo que la gente no sabe de las relaciones humanas, podría hacerse un libro; y que ese libro es el Strangers in Paradise de Terry Moore. No me extraña la afirmación del escritor inglés, pues conforme avanzamos en la lectura de esta serie, prototipo del slice of life independiente, más seguros estamos de que Terry Moore no existe.
Y es que Terry Moore no puede ser una persona; debe ser una empresa, una sociedad anónima compuesta por individuos de la más diversa índole: hombres y mujeres, ricos y pobres, gays y heteros, blancos y negros, gordos y delgados, simpáticos y huraños, mansos y violentos; una especie de Terry Moore Inc. Sólo así se explicaría la verosimilitud de la fauna humana que protagoniza esta serie.
El volumen 4, que Norma Editorial edita este mes avanzando en su recuperación de un imprescindible del tebeo contemporáneo, arranca con un accidente de avión. Ya en la primera página, donde se nos cuenta la historia de Patricia, una niña que ha perdido a su madre en el siniestro, Moore demuestra su talento literario, viajando adelante y atrás en el tiempo y resumiendo toda una desdichada vida en apenas unas líneas y unas viñetas. El lector gira la página, y se da cuenta (por si no lo sabía ya) de que el uso dramático de las splash pages dobles no es exclusivo del género superheroico.
El tomo continúa desarrollando la subtrama de thriller de la serie, pero en un retruécano final, que no desvelaremos aquí, aunque sí diremos que incluye un viaje al futuro donde conoceremos a unas Katchoo y Francine de respetable edad, el autor consigue que su fiel lector se replantee todo lo que ha leído hasta ahora, y renueve su interés (aunque tampoco es que hiciera falta) ante lo que va a pasar a continuación...
Me decía el otro día una lectora no habitual de cómics, pero que a este paso puede acabar convirtiéndose en una (y es lo que tiene el empezar con Strangers in Paradise), que lo mejor de la serie de Terry Moore es que, con el paso del tiempo y conforme avanzas en su disfrute, los personajes protagonistas (ese trío inolvidable compuesto por Katchoo, Francine y David) pasan a formar parte de tu vida, y en tu recuerdo son tan reales como tus primos o los vecinos con los que te cruzas cuando vas a comprar el pan. Ese es el mayor mérito de Strangers in Paradise, que no es poco, y la principal razón de que sea uno de los verdaderamente pocos tebeos imprescindibles de seguir hoy en día.
[Enlace recomendado: El cómic menos extraño del mundo.]
Título: Strangers in Paradise (vol. 4)
Autor: Terry Moore (guión y dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: enero de 2007
296 páginas (b/n + 16 color) - 18 €
Y es que Terry Moore no puede ser una persona; debe ser una empresa, una sociedad anónima compuesta por individuos de la más diversa índole: hombres y mujeres, ricos y pobres, gays y heteros, blancos y negros, gordos y delgados, simpáticos y huraños, mansos y violentos; una especie de Terry Moore Inc. Sólo así se explicaría la verosimilitud de la fauna humana que protagoniza esta serie.
El volumen 4, que Norma Editorial edita este mes avanzando en su recuperación de un imprescindible del tebeo contemporáneo, arranca con un accidente de avión. Ya en la primera página, donde se nos cuenta la historia de Patricia, una niña que ha perdido a su madre en el siniestro, Moore demuestra su talento literario, viajando adelante y atrás en el tiempo y resumiendo toda una desdichada vida en apenas unas líneas y unas viñetas. El lector gira la página, y se da cuenta (por si no lo sabía ya) de que el uso dramático de las splash pages dobles no es exclusivo del género superheroico.
El tomo continúa desarrollando la subtrama de thriller de la serie, pero en un retruécano final, que no desvelaremos aquí, aunque sí diremos que incluye un viaje al futuro donde conoceremos a unas Katchoo y Francine de respetable edad, el autor consigue que su fiel lector se replantee todo lo que ha leído hasta ahora, y renueve su interés (aunque tampoco es que hiciera falta) ante lo que va a pasar a continuación...
Me decía el otro día una lectora no habitual de cómics, pero que a este paso puede acabar convirtiéndose en una (y es lo que tiene el empezar con Strangers in Paradise), que lo mejor de la serie de Terry Moore es que, con el paso del tiempo y conforme avanzas en su disfrute, los personajes protagonistas (ese trío inolvidable compuesto por Katchoo, Francine y David) pasan a formar parte de tu vida, y en tu recuerdo son tan reales como tus primos o los vecinos con los que te cruzas cuando vas a comprar el pan. Ese es el mayor mérito de Strangers in Paradise, que no es poco, y la principal razón de que sea uno de los verdaderamente pocos tebeos imprescindibles de seguir hoy en día.
[Enlace recomendado: El cómic menos extraño del mundo.]
Título: Strangers in Paradise (vol. 4)
Autor: Terry Moore (guión y dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: enero de 2007
296 páginas (b/n + 16 color) - 18 €
lunes, 29 de enero de 2007
Almodóvar triunfa en los Goya
Pocas sorpresas ha habido en la entrega de los Premios Goya de este año: y es que, pese a la polémica que llevan manteniendo desde hace unos años los hermanos Almodóvar y la Academia del Cine Español, la favorita Volver ganó los principales galardones de la noche, entre ellos los de Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actriz Protagonista (Penélope Cruz) y Mejor Actriz de Reparto (Carmen Maura).
Juan Diego fue elegido el Mejor Actor Protagonista por Vete de mí, mientras que AzulOscuroCasiNegro se convirtió en la vencedora moral de la noche, con los premios de Mejor Director Revelación, Mejor Actor de Reparto y Mejor Actor Revelación.
Los premios técnicos se los repartieron Alatriste y El laberinto del fauno, llevándose esta última también los de Mejor Guión Original y Mejor Actriz Revelación para Ivana Vaquero.
Todas las nominaciones y premios pueden consultarse aquí: Premios Goya 2007
Juan Diego fue elegido el Mejor Actor Protagonista por Vete de mí, mientras que AzulOscuroCasiNegro se convirtió en la vencedora moral de la noche, con los premios de Mejor Director Revelación, Mejor Actor de Reparto y Mejor Actor Revelación.
Los premios técnicos se los repartieron Alatriste y El laberinto del fauno, llevándose esta última también los de Mejor Guión Original y Mejor Actriz Revelación para Ivana Vaquero.
Todas las nominaciones y premios pueden consultarse aquí: Premios Goya 2007
[Fotografías: Volver, AzulOscuroCasiNegro, El laberinto del fauno.]
Febrero: Novedades Mondadori
Mondadori sigue ampliando su catálogo dedicado al cómic con la publicación en breve de las siguientes obras:
- Barbapapá
18 pp. (color) - 12,95 €
- Enciclopedia Universal Clismón. Bienvenido al mundo
Miguel Brieva
225 pp. - 14,50 €
- Todo Paracuellos
Carlos Giménez
608 pp. (b/n) - 9,95 €
Como puede verse, recuperan un clásico de la literatura infantil, a la vez que editan el Paracuellos integral de Carlos Giménez y una nueva obra de Miguel Brieva.
- Barbapapá
18 pp. (color) - 12,95 €
- Enciclopedia Universal Clismón. Bienvenido al mundo
Miguel Brieva
225 pp. - 14,50 €
- Todo Paracuellos
Carlos Giménez
608 pp. (b/n) - 9,95 €
Como puede verse, recuperan un clásico de la literatura infantil, a la vez que editan el Paracuellos integral de Carlos Giménez y una nueva obra de Miguel Brieva.
Tres tristes thrillers
Sin ningún tipo de premeditación, por puro azar, este fin de semana hemos visto tres thrillers estupendos, que tienen como punto en común su mirada desamparada y sin concesiones acerca de la condición humana.
El primero fue Asesino implacable, más conocido por su título original, Get Carter, auténtica película de culto de la cinematografía inglesa dirigida por Mike Hodges en 1971. Basada en la novela Jack’s return home de Ted Lewis, cuenta con un ya mítico Michael Caine en la piel de Jack Carter, pistolero que viaja de Londres a su Newcastle natal para descubrir quién está detrás de la aparentemente accidental muerte de su hermano.
A lo largo del film, del cual Sylvester Stallone protagonizó un al parecer olvidable remake en el año 2000, Hodges y Caine consiguen que el espectador siga con interés las peripecias de un protagonista que ni siquiera le cae bien, y que solo es el personaje positivo de la historia en comparación con el resto del muestrario humano. Una vez resuelto el caso, que implica a la sobrina (¿o la hija?) del protagonista, Hodges resuelve la cinta con un final impactante y difícil de olvidar.
Volvimos a disfrutar de Un paso en falso, soberbio film neo noir dirigido por Carl Franklin en 1992, y que contra todo pronóstico, al tratarse de una cinta de bajo presupuesto y a la que no se le prestó mucha atención en su día, se convirtió para los críticos de la prestigiosa revista francesa Cahiers du Cinéma en la mejor película extranjera del año.
A un pequeño pueblo de Arkansas llegan unos criminales que, como los de Una historia de violencia de Cronenberg, alteran el apacible status quo del lugar. El sheriff, encarnado por un magnífico Bill Paxton (en un papel del que retomaría algunas características para su interpretación en su debut en la dirección, la soberbia Escalofrío) tendrá que enfrentarse a ellos, a la vez que a los fantasmas de su pasado.
Un paso en falso, que también protagoniza a la vez que escribe Billy Bob Thornton, basa su principal atractivo en el enfrentamiento entre este sheriff encarnado por Paxton y los policías de la gran ciudad, así como en su ejecución fría y directa, sin concesiones de cara a la galería.
Y terminamos con la peculiar Fear X, dirigida por Nicholas Winding Refn en 2003 y protagonizada por un estupendo John Turturro. El guión, co escrito por Refn (autor de Pusher) y el desaparecido escritor Hubert Selby Jr. (responsable de los libros que inspiraron Última salida: Brooklyn y Réquiem por un sueño), nos presenta la gris existencia de un empleado de seguridad de unos grandes almacenes, que tras el asesinato de su esposa en el parking del complejo, vive obsesionado con descubrir en las grabaciones de seguridad al culpable del crimen.
Su investigación lo llevará en búsqueda de una mujer desconocida, y terminará implicándose en una trama de corrupción policial de la que el espectador apenas llegará a descubrir nada. Porque a Refn y Shelby no les interesa el toque noir del argumento, sino el retrato psicológico del protagonista, en un mundo fragmentado del que apenas podemos entrever algo y entender mucho menos.
Son estos tres tristes thrillers, todos recomendables, de una sequedad brutal; y donde sus protagonistas o mueren o están a punto de hacerlo, descubriendo de paso que la insatisfacción perdura más allá de resolver el asunto que se traían entre manos.
El primero fue Asesino implacable, más conocido por su título original, Get Carter, auténtica película de culto de la cinematografía inglesa dirigida por Mike Hodges en 1971. Basada en la novela Jack’s return home de Ted Lewis, cuenta con un ya mítico Michael Caine en la piel de Jack Carter, pistolero que viaja de Londres a su Newcastle natal para descubrir quién está detrás de la aparentemente accidental muerte de su hermano.
A lo largo del film, del cual Sylvester Stallone protagonizó un al parecer olvidable remake en el año 2000, Hodges y Caine consiguen que el espectador siga con interés las peripecias de un protagonista que ni siquiera le cae bien, y que solo es el personaje positivo de la historia en comparación con el resto del muestrario humano. Una vez resuelto el caso, que implica a la sobrina (¿o la hija?) del protagonista, Hodges resuelve la cinta con un final impactante y difícil de olvidar.
Volvimos a disfrutar de Un paso en falso, soberbio film neo noir dirigido por Carl Franklin en 1992, y que contra todo pronóstico, al tratarse de una cinta de bajo presupuesto y a la que no se le prestó mucha atención en su día, se convirtió para los críticos de la prestigiosa revista francesa Cahiers du Cinéma en la mejor película extranjera del año.
A un pequeño pueblo de Arkansas llegan unos criminales que, como los de Una historia de violencia de Cronenberg, alteran el apacible status quo del lugar. El sheriff, encarnado por un magnífico Bill Paxton (en un papel del que retomaría algunas características para su interpretación en su debut en la dirección, la soberbia Escalofrío) tendrá que enfrentarse a ellos, a la vez que a los fantasmas de su pasado.
Un paso en falso, que también protagoniza a la vez que escribe Billy Bob Thornton, basa su principal atractivo en el enfrentamiento entre este sheriff encarnado por Paxton y los policías de la gran ciudad, así como en su ejecución fría y directa, sin concesiones de cara a la galería.
Y terminamos con la peculiar Fear X, dirigida por Nicholas Winding Refn en 2003 y protagonizada por un estupendo John Turturro. El guión, co escrito por Refn (autor de Pusher) y el desaparecido escritor Hubert Selby Jr. (responsable de los libros que inspiraron Última salida: Brooklyn y Réquiem por un sueño), nos presenta la gris existencia de un empleado de seguridad de unos grandes almacenes, que tras el asesinato de su esposa en el parking del complejo, vive obsesionado con descubrir en las grabaciones de seguridad al culpable del crimen.
Su investigación lo llevará en búsqueda de una mujer desconocida, y terminará implicándose en una trama de corrupción policial de la que el espectador apenas llegará a descubrir nada. Porque a Refn y Shelby no les interesa el toque noir del argumento, sino el retrato psicológico del protagonista, en un mundo fragmentado del que apenas podemos entrever algo y entender mucho menos.
Son estos tres tristes thrillers, todos recomendables, de una sequedad brutal; y donde sus protagonistas o mueren o están a punto de hacerlo, descubriendo de paso que la insatisfacción perdura más allá de resolver el asunto que se traían entre manos.
domingo, 28 de enero de 2007
Tom Strong: encanto pulp
Que Alan Moore es el guionista de cómics más importante del medio en los últimos veinte años, al menos en lo que al cómic anglosajón se refiere, es algo que no se le escapará a nadie. Obras como Watchmen, V de Vendetta, Swamp Thing o From Hell lo avalan sobradamente. De la misma forma, esperar que su obra deba ofrecer siempre tan alto nivel de autoexigencia resulta bastante ingenuo, y es que hasta los genios pueden concebir obras menores pero no por ello desdeñables.
Tom Strong es un buen ejemplo. Primer título de la línea America’s Best Comics creada por el propio Moore, y donde destacan otros títulos escritos por él mismo como Promethea o Top Ten, en sus páginas recoge la tradición de las historietas pulp de los años 30 y 40, dando como resultado un magnífico tebeo de aventuras y fantasía... pero siempre con el sello autoparódico y metarreferencial del genio de Southampton.
Así pues, en las primeras páginas de Tom Strong descubrimos el origen secreto del personaje protagonista, pero a través de las páginas de un tebeo que lee ávidamente uno de sus más rendidos fans, el pequeño Timmy Turbo. Pronto seremos testigos de una maravillosa sublimación de la ficción, con Timmy disfrutando de las aventuras de su admirado héroe en las páginas del comic book, mientras el auténtico Tom Strong salva al mundo una vez más delante de sus ojos sin que se percate de ello.
Moore recupera elementos típicos de las historietas pulp y de aventuras, como los viajes en el tiempo, el enfrentamiento con civilizaciones alienígenas (aquí... ¡el imperio azteca de un universo paralelo!) o los últimos vestigios del nazismo, sin olvidar la imprescindible figura del archienemigo que parece no morir nunca, aquí encarnada en el pérfido Paul Saveen. Tampoco faltan los compañeros del héroe, que aquí conforman su esposa Dhalua, su hija Tesla, el robot Pneuman y el gorila parlanchín King Solomon. Y con estos mimbres, Moore nos regala un universo que, por una parte, se caracteriza por su ingenuidad, como toda ficción pulp, pero que a la vez es contemplada por su autor con ironía y a sabiendas de que va a darle otra vuelta de tuerca: parodia y homenaje, crítica y sublimación, se dan la mano en las páginas de Tom Strong.
En cuanto al trabajo gráfico, destacar el trazo limpio y claro de Chris Sprouse, co creador del personaje, que aquí se ve acompañado por un plantel de dibujantes invitados de lujo en puntuales flashbacks de la narración: Arthur Adams, Jerry Ordway, Dave Gibbons y Gary Frank. Sí, aquí tenemos la oportunidad de ver juntos a Moore y Gibbons, aunque sólo sea durante unas páginas, muchos años después de su colaboración en el fundamental Watchmen.
Los que conozcan los seriales televisivos o para la gran pantalla, o incluso radiofónicos, que se hicieron en los años 30 sobre personajes de la cultura popular (como los protagonizados por el Flash Gordon de Alex Raymond, por ejemplo), no se sorprenderán con lo que encuentren en las páginas de este primer volumen de Tom Strong que recupera ahora Norma Editorial, y que incluye los siete primeros números de la serie. Tampoco los que hace unos años fuesen al cine a ver Sky Captain y el mundo del mañana, otra recuperación nostálgica de un sense of wonder que creíamos irremediablemente perdido. Lo más paradójico es que ha tenido que venir el renovador del medio, y autor de algunos de los cómics más revolucionarios de los últimos tiempos, para recuperarlo y hacernos sentir, otra vez, como niños al tener un tebeo entre las manos.
Título: Tom Strong (volumen 1)
Autores: Alan Moore (guión) / Chris Sprouse et alii (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: diciembre de 2006
208 páginas (color) - 15 €
Tom Strong es un buen ejemplo. Primer título de la línea America’s Best Comics creada por el propio Moore, y donde destacan otros títulos escritos por él mismo como Promethea o Top Ten, en sus páginas recoge la tradición de las historietas pulp de los años 30 y 40, dando como resultado un magnífico tebeo de aventuras y fantasía... pero siempre con el sello autoparódico y metarreferencial del genio de Southampton.
Así pues, en las primeras páginas de Tom Strong descubrimos el origen secreto del personaje protagonista, pero a través de las páginas de un tebeo que lee ávidamente uno de sus más rendidos fans, el pequeño Timmy Turbo. Pronto seremos testigos de una maravillosa sublimación de la ficción, con Timmy disfrutando de las aventuras de su admirado héroe en las páginas del comic book, mientras el auténtico Tom Strong salva al mundo una vez más delante de sus ojos sin que se percate de ello.
Moore recupera elementos típicos de las historietas pulp y de aventuras, como los viajes en el tiempo, el enfrentamiento con civilizaciones alienígenas (aquí... ¡el imperio azteca de un universo paralelo!) o los últimos vestigios del nazismo, sin olvidar la imprescindible figura del archienemigo que parece no morir nunca, aquí encarnada en el pérfido Paul Saveen. Tampoco faltan los compañeros del héroe, que aquí conforman su esposa Dhalua, su hija Tesla, el robot Pneuman y el gorila parlanchín King Solomon. Y con estos mimbres, Moore nos regala un universo que, por una parte, se caracteriza por su ingenuidad, como toda ficción pulp, pero que a la vez es contemplada por su autor con ironía y a sabiendas de que va a darle otra vuelta de tuerca: parodia y homenaje, crítica y sublimación, se dan la mano en las páginas de Tom Strong.
En cuanto al trabajo gráfico, destacar el trazo limpio y claro de Chris Sprouse, co creador del personaje, que aquí se ve acompañado por un plantel de dibujantes invitados de lujo en puntuales flashbacks de la narración: Arthur Adams, Jerry Ordway, Dave Gibbons y Gary Frank. Sí, aquí tenemos la oportunidad de ver juntos a Moore y Gibbons, aunque sólo sea durante unas páginas, muchos años después de su colaboración en el fundamental Watchmen.
Los que conozcan los seriales televisivos o para la gran pantalla, o incluso radiofónicos, que se hicieron en los años 30 sobre personajes de la cultura popular (como los protagonizados por el Flash Gordon de Alex Raymond, por ejemplo), no se sorprenderán con lo que encuentren en las páginas de este primer volumen de Tom Strong que recupera ahora Norma Editorial, y que incluye los siete primeros números de la serie. Tampoco los que hace unos años fuesen al cine a ver Sky Captain y el mundo del mañana, otra recuperación nostálgica de un sense of wonder que creíamos irremediablemente perdido. Lo más paradójico es que ha tenido que venir el renovador del medio, y autor de algunos de los cómics más revolucionarios de los últimos tiempos, para recuperarlo y hacernos sentir, otra vez, como niños al tener un tebeo entre las manos.
Título: Tom Strong (volumen 1)
Autores: Alan Moore (guión) / Chris Sprouse et alii (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: diciembre de 2006
208 páginas (color) - 15 €
sábado, 27 de enero de 2007
La magia del séptimo arte
Resulta paradójico que una película como El ilusionista, reservándose en buena parte las argucias y los trucos del mago protagonista (encarnado por Edward Norton), no consiga transmitir la sensación de magia al espectador; en cambio, en El truco final (El prestigio) –a partir de ahora nos referiremos a ella con el subtítulo, fiel al original, y no con el estúpido título español–, donde Christopher Nolan nos muestra los mecanismos ocultos del espectáculo, somos testigos de verdadera magia cinematográfica.
Y puede parecer injusto comparar ambas películas, pero es inevitable no poder resistirse a la tentación de hacerlo con dos cintas protagonizadas por algo tan poco usual como unos magos y estrenadas con apenas unas semanas de diferencia.
En la columna de Abandonad toda esperanza de ayer hablábamos precisamente de lo peligroso que pueden ser las expectativas con las que uno carga antes de ver una película. En el caso de El prestigio, esto podía ser particularmente peligroso: Nolan había realizado, seguidas, tres maravillosas películas. Y al menos la primera de ella es una absoluta obra maestra. Y es que Memento, Insomnio y Batman begins lo han convertido en uno de los nombres clave del nuevo Hollywood, el que podría ser el relevo de David Fincher si este no tuviera todavía tanto camino por delante (ahí está el inminente estreno de Zodiac para, esperemos, demostrarlo).
Pero, contra todo pronóstico, El prestigio confirma todos sus logros y los multiplica con creces. Esta adaptación de la novela homónima de Christopher Priest (del que, por cierto, les recomiendo la estupenda La afirmación) nos parece no ya una joya del séptimo arte en el mismo momento de su estreno, sino que tenemos la sensación (que solo podrá confirmar el paso del tiempo) de que en un futuro lejano seguirá viéndose con el mismo interés que ahora.
Y es que, si en El ilusionista el hecho de que el espectador se adelantara a las (presuntamente) sorprendentes revelaciones de su final suponía una creciente falta de interés, en El prestigio esto (que también puede suceder, aunque en menor medida) no supone que las andanzas de Robert Angier y Alfred Borden dejen de interesar. Aunque adivinemos los trucos que Nolan se guarda en la manga (y la mayoría, a poco que nos fijemos bien, están ahí desde el principio y no es difícil detectarlos), el enfrentamiento entre estos dos prestidigitadores rivales muestra tal carga de sentimientos humanos básicos (del amor al odio, de la rendida admiración a la codicia más desatada, del sabor de la gloria a la más amarga de las miserias) que es imposible dejar de emocionarse con lo que sucede en la gran pantalla.
A todo ello no es ajeno el buen hacer de los actores, desde un extraordinario (como casi siempre) Christian Bale a Hugh Jackman, que hacia el principio del film es devorado por su rival, pero que se crece considerablemente conforme avanza la trama, estando a su altura sin problemas en muchos dramáticos momentos.
En cuanto a los secundarios, es inevitable destacar a David Bowie como el inventor Nikola Tesla, al que da vida con una sobriedad y elegancia indiscutibles, y claro está, a Michael Caine, en la que es una impecable interpretación... por enésima vez.
A medio camino entre Steven Spielberg (el de los films más representativos de su estilo, claro está) y el mencionado David Fincher, pero más analítico que el primero y menos oscuro (salvo cuando la historia lo exige) que el segundo, Nolan construye un discurso sobre la dualidad de la condición humana, y sobre el sacrificio absoluto, que habría hecho las delicias de Stanley Kubrick.
Así, El prestigio, que nos parece de un romanticismo arrebatador y una riqueza de matices prácticamente inagotable, viene a ser la primera obra maestra del este 2007, muy por encima de títulos tan aplaudidos como Babel o Banderas de nuestros padres. Y es que si la Academia no hiciera gala de los prejuicios ante el cine fantástico que nunca ha dejado de demostrar (El Señor de los Anillos y poco más aparte), la cinta de Nolan habría recibido numerosas nominaciones al Oscar este año, entre ellas las de Película, Director, Guión Adaptado, Actor Protagonista (esta, por duplicado, como manda la situación) y Actor de Reparto para Caine. Pero se ha tenido que conformar con dos menciones técnicas, las candidaturas de Fotografía y Dirección Artística. Y es que, como bien comprueban en sus carnes el Gran Danton y el Profesor, aunque de forma bien distinta, la vida no suele ser justa.
Así que, como afirman Cutter y Borden en varios momentos del film, "quiero que prestéis atención": El prestigio es de lo mejor que veremos este año. Y quizá en varios años. No la dejéis pasar.
Y puede parecer injusto comparar ambas películas, pero es inevitable no poder resistirse a la tentación de hacerlo con dos cintas protagonizadas por algo tan poco usual como unos magos y estrenadas con apenas unas semanas de diferencia.
En la columna de Abandonad toda esperanza de ayer hablábamos precisamente de lo peligroso que pueden ser las expectativas con las que uno carga antes de ver una película. En el caso de El prestigio, esto podía ser particularmente peligroso: Nolan había realizado, seguidas, tres maravillosas películas. Y al menos la primera de ella es una absoluta obra maestra. Y es que Memento, Insomnio y Batman begins lo han convertido en uno de los nombres clave del nuevo Hollywood, el que podría ser el relevo de David Fincher si este no tuviera todavía tanto camino por delante (ahí está el inminente estreno de Zodiac para, esperemos, demostrarlo).
Pero, contra todo pronóstico, El prestigio confirma todos sus logros y los multiplica con creces. Esta adaptación de la novela homónima de Christopher Priest (del que, por cierto, les recomiendo la estupenda La afirmación) nos parece no ya una joya del séptimo arte en el mismo momento de su estreno, sino que tenemos la sensación (que solo podrá confirmar el paso del tiempo) de que en un futuro lejano seguirá viéndose con el mismo interés que ahora.
Y es que, si en El ilusionista el hecho de que el espectador se adelantara a las (presuntamente) sorprendentes revelaciones de su final suponía una creciente falta de interés, en El prestigio esto (que también puede suceder, aunque en menor medida) no supone que las andanzas de Robert Angier y Alfred Borden dejen de interesar. Aunque adivinemos los trucos que Nolan se guarda en la manga (y la mayoría, a poco que nos fijemos bien, están ahí desde el principio y no es difícil detectarlos), el enfrentamiento entre estos dos prestidigitadores rivales muestra tal carga de sentimientos humanos básicos (del amor al odio, de la rendida admiración a la codicia más desatada, del sabor de la gloria a la más amarga de las miserias) que es imposible dejar de emocionarse con lo que sucede en la gran pantalla.
A todo ello no es ajeno el buen hacer de los actores, desde un extraordinario (como casi siempre) Christian Bale a Hugh Jackman, que hacia el principio del film es devorado por su rival, pero que se crece considerablemente conforme avanza la trama, estando a su altura sin problemas en muchos dramáticos momentos.
En cuanto a los secundarios, es inevitable destacar a David Bowie como el inventor Nikola Tesla, al que da vida con una sobriedad y elegancia indiscutibles, y claro está, a Michael Caine, en la que es una impecable interpretación... por enésima vez.
A medio camino entre Steven Spielberg (el de los films más representativos de su estilo, claro está) y el mencionado David Fincher, pero más analítico que el primero y menos oscuro (salvo cuando la historia lo exige) que el segundo, Nolan construye un discurso sobre la dualidad de la condición humana, y sobre el sacrificio absoluto, que habría hecho las delicias de Stanley Kubrick.
Así, El prestigio, que nos parece de un romanticismo arrebatador y una riqueza de matices prácticamente inagotable, viene a ser la primera obra maestra del este 2007, muy por encima de títulos tan aplaudidos como Babel o Banderas de nuestros padres. Y es que si la Academia no hiciera gala de los prejuicios ante el cine fantástico que nunca ha dejado de demostrar (El Señor de los Anillos y poco más aparte), la cinta de Nolan habría recibido numerosas nominaciones al Oscar este año, entre ellas las de Película, Director, Guión Adaptado, Actor Protagonista (esta, por duplicado, como manda la situación) y Actor de Reparto para Caine. Pero se ha tenido que conformar con dos menciones técnicas, las candidaturas de Fotografía y Dirección Artística. Y es que, como bien comprueban en sus carnes el Gran Danton y el Profesor, aunque de forma bien distinta, la vida no suele ser justa.
Así que, como afirman Cutter y Borden en varios momentos del film, "quiero que prestéis atención": El prestigio es de lo mejor que veremos este año. Y quizá en varios años. No la dejéis pasar.
viernes, 26 de enero de 2007
Alan Davis, primer invitado de Unicómic 2007
Ya podemos confirmar que el artista británico Alan Davis estará con nosotros en Unicómic, las Jornadas sobre Cómic de la Universidad de Alicante.
Davis es conocido sobre todo por su faceta como dibujante de cómics de temática superheroica, especialmente en la compañía Marvel y más particularmente en la franquicia de los mutantes: suyos fueron los lápices en la mítica colección Excalibur escrita por Chris Claremont a finales de los años 80 y primeros 90, serie protagonizada por el grupo de mutantes que tenía su base de operaciones en el Reino Unido y que lideraba el Capitán Britania, contando en sus filas con, entre otros, Rondador Nocturno y Kitty Pryde.
También dibujó las aventuras del propio Britania escritas por Alan Moore (con quien colaboró también en D.R. & Mr. Quinch), así como etapas de Los Vengadores o Los 4 Fantásticos. Recientemente ha ilustrado las aventuras de Uncanny X-Men.
Igualmente, ha puesto sus lápices al servicio de DC Comics, en series como JLA u obras cerradas como Batman: Círculo Mortal, secuela de Batman: Año Dos.
Como autor completo destaca su serie superheroica Clandestine, también para Marvel Comics.
Así pues, sus seguidores (que son legión) tendrán una oportunidad única para escucharlo y conversar con él en Unicómic, que se celebrará entre el 29 y el 31 de marzo de este año.
Davis es conocido sobre todo por su faceta como dibujante de cómics de temática superheroica, especialmente en la compañía Marvel y más particularmente en la franquicia de los mutantes: suyos fueron los lápices en la mítica colección Excalibur escrita por Chris Claremont a finales de los años 80 y primeros 90, serie protagonizada por el grupo de mutantes que tenía su base de operaciones en el Reino Unido y que lideraba el Capitán Britania, contando en sus filas con, entre otros, Rondador Nocturno y Kitty Pryde.
También dibujó las aventuras del propio Britania escritas por Alan Moore (con quien colaboró también en D.R. & Mr. Quinch), así como etapas de Los Vengadores o Los 4 Fantásticos. Recientemente ha ilustrado las aventuras de Uncanny X-Men.
Igualmente, ha puesto sus lápices al servicio de DC Comics, en series como JLA u obras cerradas como Batman: Círculo Mortal, secuela de Batman: Año Dos.
Como autor completo destaca su serie superheroica Clandestine, también para Marvel Comics.
Así pues, sus seguidores (que son legión) tendrán una oportunidad única para escucharlo y conversar con él en Unicómic, que se celebrará entre el 29 y el 31 de marzo de este año.
El trailer del viernes: Black book
Cuando vimos en Sitges Black book, último trabajo de Paul Verhoeven, ya la recomendamos encarecidamente. Ahora que se anuncia su inminente estreno en España con el título de El libro negro, no está de más recordar las excelencias de esta historia sobre la resistencia holandesa durante el régimen nazi, que nos devuelve al mejor Verhoeven, el de El 4.º hombre o Los señores del acero.
Y no está de más tampoco que os paséis por la web del film y le echéis un vistazo al trailer:
Black book
Y no está de más tampoco que os paséis por la web del film y le echéis un vistazo al trailer:
Black book
La lúcida locura de Gregory
Como dijo una vez el bueno de Albert Solé, ese crítico al que un servidor le debe tanto aun cuando no siempre comparte sus opiniones, una de las mayores satisfacciones que puede tener el escribir en algún medio público, ya sea este vuestro blog, ya sea en prensa especializada o no, es llamar la atención a aquellos que te leen sobre algo que podría pasarles desapercibido y a lo que acaban prestando atención gracias a tu encendida recomendación.
Un buen ejemplo de esto que les comento es el Gregory de Marc Hempel, cuya publicación en España ha sido bastante accidentada: tuvieron que pasar varios años hasta que una editorial española, Planeta de Agostini, lo publicase aquí; y no sólo eso, sino que su edición se ha espaciado a lo largo de muchos meses, apareciendo el primer volumen en verano del 2005 y el segundo hace apenas unas semanas, en diciembre del año pasado.
Pero la espera ha valido la pena, y todos los premios y menciones que ha recogido Hempel por su célebre obra desde que Piranha Press (división de cómic independiente de la propia DC, anterior en el tiempo y más experimental que la línea Vertigo) lo publicase a finales de los 80 se confirman como más que merecidos.
Gregory cuenta la historia (si es que puede decirse que tenga una historia que contar, que esa es otra) del niño que da título a la obra, un pequeño demente hospitalizado en un centro psiquiátrico. En su soledad, sólo paliada por la presencia de un par de ratas (Herman Vernin y Wendell) a las que su locura otorga voz y una marcada personalidad, exclama, entre balbuceos incomprensibles, "¡Yo Gregory!"; y es a través de sus extraños ojos que Hempel nos da su particular visión de la condición humana y de la delgada y difusa línea que separan la cordura de la locura.
Hempel consigue con Gregory, por un lado, que nos emocionemos y nos entristezcamos, nos divirtamos y nos inquietemos, en apenas unas viñetas, y muchas ocasiones con escasos o nulos diálogos. Gregory, en muchas ocasiones, parece una broma cruel que se vende como un cómic de pura diversión (ya saben, el consabido "¡Te desternillarás con las ocurrencias de Gregory!" y similares que salpican las contracubiertas y la publicidad de la serie) y que acaba congelando la risa en tu rostro. Sí, es cruel. Pero de broma no tiene nada.
Y, por otro lado, como artista del medio, Hempel exprime hasta el límite las posibilidades narrativas del mismo, con unas composiciones de página riquísimas, que alternan desde viñetas muy pequeñas a dobles splash pages, pasando por la clásica composición de seis o nueve cuadros por plancha.
¿Es Marc Hempel un demente? Si atendemos a la fotografía que lo muestra disfrazado del Dr. Extraño creado por Stan Lee y Steve Ditko, podría pensarse que sí. Pero en las páginas de su Gregory encontrarán una lucidez más allá de toda encantadora locura. Y pese a lo extenso de esta nota, créanme, estamos hablando de un cómic inclasificable... e inexplicable. Hay que leerlo; porque estamos ante una obra maestra incontestable del noveno arte, y no diré que está a la altura del Peanuts de Charles Schultz solamente para no ser lapidado en una plaza pública.
Título: Gregory (2 vols.)
Autor: Marc Hempel (guión y dibujo)
Editorial: Planeta de Agostini Comics
Fecha de edición: junio de 2005 – diciembre de 2006
176 + 144 páginas (b/n) – 7,95 € c/u
Un buen ejemplo de esto que les comento es el Gregory de Marc Hempel, cuya publicación en España ha sido bastante accidentada: tuvieron que pasar varios años hasta que una editorial española, Planeta de Agostini, lo publicase aquí; y no sólo eso, sino que su edición se ha espaciado a lo largo de muchos meses, apareciendo el primer volumen en verano del 2005 y el segundo hace apenas unas semanas, en diciembre del año pasado.
Pero la espera ha valido la pena, y todos los premios y menciones que ha recogido Hempel por su célebre obra desde que Piranha Press (división de cómic independiente de la propia DC, anterior en el tiempo y más experimental que la línea Vertigo) lo publicase a finales de los 80 se confirman como más que merecidos.
Gregory cuenta la historia (si es que puede decirse que tenga una historia que contar, que esa es otra) del niño que da título a la obra, un pequeño demente hospitalizado en un centro psiquiátrico. En su soledad, sólo paliada por la presencia de un par de ratas (Herman Vernin y Wendell) a las que su locura otorga voz y una marcada personalidad, exclama, entre balbuceos incomprensibles, "¡Yo Gregory!"; y es a través de sus extraños ojos que Hempel nos da su particular visión de la condición humana y de la delgada y difusa línea que separan la cordura de la locura.
Hempel consigue con Gregory, por un lado, que nos emocionemos y nos entristezcamos, nos divirtamos y nos inquietemos, en apenas unas viñetas, y muchas ocasiones con escasos o nulos diálogos. Gregory, en muchas ocasiones, parece una broma cruel que se vende como un cómic de pura diversión (ya saben, el consabido "¡Te desternillarás con las ocurrencias de Gregory!" y similares que salpican las contracubiertas y la publicidad de la serie) y que acaba congelando la risa en tu rostro. Sí, es cruel. Pero de broma no tiene nada.
Y, por otro lado, como artista del medio, Hempel exprime hasta el límite las posibilidades narrativas del mismo, con unas composiciones de página riquísimas, que alternan desde viñetas muy pequeñas a dobles splash pages, pasando por la clásica composición de seis o nueve cuadros por plancha.
¿Es Marc Hempel un demente? Si atendemos a la fotografía que lo muestra disfrazado del Dr. Extraño creado por Stan Lee y Steve Ditko, podría pensarse que sí. Pero en las páginas de su Gregory encontrarán una lucidez más allá de toda encantadora locura. Y pese a lo extenso de esta nota, créanme, estamos hablando de un cómic inclasificable... e inexplicable. Hay que leerlo; porque estamos ante una obra maestra incontestable del noveno arte, y no diré que está a la altura del Peanuts de Charles Schultz solamente para no ser lapidado en una plaza pública.
Título: Gregory (2 vols.)
Autor: Marc Hempel (guión y dibujo)
Editorial: Planeta de Agostini Comics
Fecha de edición: junio de 2005 – diciembre de 2006
176 + 144 páginas (b/n) – 7,95 € c/u
Prejuicios razonables
Sobre tres de los últimos estrenos de la cartelera española, Babel, Banderas de nuestros padres y Hollywoodland, hablamos hoy en la columna de Abandonad toda esperanza.
Sobre estas tres cintas... y los prejuicios que nos marcan a priori antes de ver una película.
Podéis leerlo aquí:
Podría estar mejor
Sobre estas tres cintas... y los prejuicios que nos marcan a priori antes de ver una película.
Podéis leerlo aquí:
Podría estar mejor