miércoles, 28 de septiembre de 2011
Placer serial
El formato popularmente conocido entre los lectores de cómics como grapa está de capa caída: económicamente, suele compensar la espera y acabar comprando volúmenes recopilatorios que a simple vista parecen un desembolso mayor, pero que suponen un ahorro más que obvio apenas saquemos un fácil cálculo de a cuánto sale cada página. Además, las fórmulas narrativas que imperan hoy, con conversaciones y escenas de acción que se dilatan (muchas veces innecesariamente) a lo largo de las 24 páginas de cada comic book, provocan que la información que aporta cada una de las entregas sea muy escasa, por lo que su lectura sabe a poco; y en algunas ocasiones cuando tenemos la oportunidad de leer el último número ya no recordamos nada del penúltimo. Si a esto añadimos el auge de formatos como el de novela gráfica, con historias que acaban y terminan en un solo volumen, la situación parece clara.
Ahora bien, si la grapa desapareciera esto también acabaría con uno de los mayores placeres que conlleva la lectura serializada, y que tiene su correlación audiovisual en las series televisivas, desde los productos de calidad de la HBO a los culebrones venezolanos de más baja estofa: ese placer serial que nos aporta la sensación de reencuentro, así como la satisfacción por disfrutar de una intriga dosificada en varias entregas, que convierte ver una serie (e igualmente leer una colección de aparición más o menos periódica) en un acto casi litúrgico.
Una solución intermedia podría ser la de esos volúmenes recopilatorios que incluyen varios números de la edición original, con lo que el material de lectura es mucho mayor pero no por ello se pierde, al menos no del todo, el carácter serial. Se trata de un formato que parece triunfar entre los lectores, ya que esta es una política que han acabado siguiendo varias editoriales españolas de entre las más importantes, caso de Planeta de Agostini Comics, Panini Comics o Norma Editorial. Hoy en concreto nos referiremos a tres de las series en curso más interesantes que esta última edita en la actualidad...
Una de las que ofrecen un resultado más redondo, y esto es algo que ya hemos destacado cuando se publicaron sus primeras entregas, es Atomic Robo, colección que a comienzos del pasado verano veía a su cuarto tomo, "Atomic Robo y otras rarezas", llegar a las librerías especializadas. Como novedad, y con el fin de dar salida a historias más breves de lo habitual que se les habían ocurrido a los autores, este volumen presenta cuatro historias independientes en lugar de los arcos argumentales extensos a los que el guionista Brian Clevinger y el dibujante Scott Wegener nos tenían acostumbrados hasta la fecha.
Últimamente existe una verdadera avalancha de vampiros en el noveno arte, y por lo visto la creación más avanzada de Nikola Tesla no podía mantenerse al margen por siempre: "El primer día de Bernard" nos cuenta precisamente eso, la primera jornada del paleontólogo Bernard Fischer en las oficinas que Tesladyne tiene ubicadas en uno de pisos del Empire State. Querrá la mala suerte (de Bernard) que su debut como compañero de Atomic Robo coincida con una invasión de vampiros procedentes de una dimensión alternativa. Esto puede sonar a ya visto, pero el talento de los autores -que potencian la personalidad de los personajes a través de los diálogos muy por encima de la acción- consigue que el tebeo se lea con una sonrisa dibujada en el rostro.
De menos interés -aunque tenga la mejor cubierta del volumen- se nos antoja "Big in Japan", que recurre a elementos de la cultura popular nipona, introduciendo a Atomic Robo en una historia supuestamente trepidante donde no faltan monstruos gigantescos al estilo de Godzilla, los célebres mechas o unos sosias de los antaño populares Power Rangers. No es la primera vez que un autor occidental recurre a estos elementos -véanse, por ejemplo, las aportaciones de Frank Miller y Warren Ellis al universo de los robots gigantescos en Big Guy y Rusty el chico robot y Tokyo Storm Warning respectivamente-, y tampoco es precisamente la más conseguida.
Mucho más satisfactoria resulta ser "Por qué Dr. Dinosaur odia a Atomic Robo"; de hecho, es probablemente la historia más redonda del presente tomo, gracias a unos diálogos desternillantes que articulan todo el relato, un verdadero enfrentamiento dialéctico entre el protagonista de la serie y un dinosaurio parlante que afirma ser un genio capaz de viajar en el tiempo (sic). Sin duda, se trata de uno de los tebeos más divertidos que pueden encontrarse ahora mismo en el mercado.
Finalmente, el interés no decae en "Alma incandescente", que sitúa en las instalaciones de Tesladyne a un extraño ser incorpóreo que parece ser un fantasma ultraterrenal, y que finalmente resulta ser el alma en pena del mismísimo Thomas Alva Edison. Otra historia muy entretenida donde vuelven a brillar con luz propia los diálogos escritos por Clevinger y el estilo fresco y dinámico de Wegener.
Completa la oferta el Atomic Robo: Free Comic Book Day de 2009; esto es, cuatro historias muy breves, de apenas cuatro páginas cada una, como suele ser costumbre escritas todas por el guionista titular y dibujadas todas y cada una por un artista distinto: Dave Flora resucita al presidente Harry S. Truman en blanco y negro, mientras que Matthew Warlick deja patente el roce existente entre Atomic Robo y el ejército de los Estados Unidos; Joseph Dellagatta, por su parte, se ocupa del discreto relato "La fuga"; y finalmente Eric Allred recupera al carismático Dr. Dinosaur, un personaje que a buen seguro será recuperado en futuras entregas... de las cuales ya se anuncia la quinta: "Atomic Robo y el letal arte de la ciencia". Queremos verlo pronto.
Por su parte, Irredeemable también puede considerarse como un serial de primera categoría aunque su propuesta quede lejos de la influencia pulp de Atomic Robo. Esta colección, que cuenta ya en su edición española con tres entregas, sigue manteniendo intacto el interés despertado en las primeras con este último volumen, que incluye los comic books 9 a 12 de la colección original. En sus páginas, Mark Waid a los guiones y Peter Krause a los lápices -este con la colaboración puntual de Diego Barreto- demuestran seguir siendo uno de los equipos más competentes y compenetrados del cómic norteamericano de alcance mainstream y género superheroico.
De hecho, la colección sigue funcionando viento en popa en Estados Unidos, donde su edición original por parte de Boom! Studios alcanzará este mes de octubre la treintena de entregas mensuales. Un acontecimiento que demuestra que la hegemonía de Marvel y DC Comics en asuntos de héroes enmascarados, algo que en muchas ocasiones se da por supuesto a priori, no es absoluta; también viene a indicar que los lectores saben responder cuando se les ofrece un producto de calidad, independientemente de que conozcan ya o no a los personajes y al universo que pueblan sus páginas.
Porque eso es precisamente Irredeemable: una más que digna muestra del género que funciona a la perfección, con personajes creíbles, y en donde el guionista dosifica la información, salpica el relato de cliffhangers convenientemente colocados al final de cada entrega, y acaba por dar forma a una narración de la que el lector siempre siente la necesidad de saber más... En este volumen en concreto, el interés gira principalmente alrededor de un secreto que oculta Bette Noir, miembro del grupo El Paradigma, y que podía suponer la clave para vencer al Plutoniano, protagonista central de la serie.
Irredeemable, qué duda cabe, no cambiará la historia del género, ni tampoco lo pretende: historias protagonizadas por supervillanos, sean o no héroes previamente corrompidos, siempre las ha habido y siempre las habrá... De hecho, el propio Waid nos ofreció una de las mejores con su maxiserie Empire, de cuyas ideas y aportaciones esta Irredeemable parece en ocasiones una prolongación natural.
Pero lejos de sonar a algo ya leído, Irredeemable y su relato acerca del Plutoniano y sus antiguos compañeros de armas se lee con el mismo interés y la misma intensidad con la que hemos leído algunas de las mejores historias de un género que Mark Waid y Peter Krause revisitan aquí con talento, mostrando tanto una cierta y puntual irreverencia como un adecuado respeto latente durante todo el discurso.
Y si hablamos de irreverencia, mencionar el nombre de Garth Ennis es inevitable. Sobre todo si recurrimos a su serie más longeva en la actualidad: The Boys, cuya edición española acaba de alcanzar el octavo tomo. En esta entrega, y como ocurrió con la quinta -que incluía la miniserie Herogasm-, nos encontramos con la edición íntegra del spin off de seis comic books The Boys: Highland Laddie, traducido aquí como El afable escocés, y que protagoniza Hughie, el último fichaje del grupo cuyo nombre da título a la colección.
Como ya sabrán los lectores de esta serie, Hughie es un tipo de carácter efectivamente afable y de nacionalidad británica que guarda un indudable parecido con el actor Simon Pegg, sobre todo cuando lo dibuja el artista titular: Darick Robertson. Lo que no sucede aquí, pues los encargados de los lápices durante toda la miniserie son John McCrea y Keith Burns; al primero ya lo conocemos como uno de los más antiguos colaboradores del guionista desde los tiempos de la divertida y gamberra Dicks, y que ya se encargó también de los lápices en la citada Herogasm.
En esta ocasión, Hughie es el protagonista absoluto del relato, y el resto de miembros de The Boys solo aparecen en algún que otro flashback puntual. Esto se debe a que después de su amarga experiencia en Estados Unidos, junto a un grupo cuyos actos expeditivos no parece tolerar y tras una ruptura sentimental que le ha dejado una profunda huella, Hughie decide volver al pueblo donde se crio, Auchterladle, para visitar a sus padres adoptivos y a sus viejos amigos de la infancia.
Los dos mejores amigos de Hughie son Horace y Bobby, y en su descripción Ennis echa el resto: el primero padece de un olor corporal insoportable, lo que les obliga a su familia y a él mismo a vivir continuamente parapetados tras viejas máscaras de gas; por su parte, el segundo es una mole descomunal que ha descubierto recientemente lo feliz que le hace ser un travestido aunque sigan gustándole las mujeres: de hecho, se considera a sí mismo una chica lesbiana. Junto a ellos, el protagonista se verá envuelto en una trama de mafiosos de poca monta y contrabandistas de tabaco... aunque su mayor desafío se producirá cuando aparezca en escena Annie, alias Luz Estelar, con la intención de pedirle perdón y de que hablen acerca de lo sucedido con su relación.
El afable escocés no aporta nada nuevo, ni tampoco demasiado trascendente, a la cabecera madre, pero gustará a los fanáticos de Ennis, que aquí se mueve como pez en el agua en un espacio que conoce muy bien: las highlands, esto esto, las altas tierras escocesas. Así, la presente obra parece un trasunto gamberro y salvaje de aquel El hombre tranquilo que el director John Ford y el actor John Wayne rodaran en el apacible pueblecito de Innisfree. Por lo demás, esperaremos una nueva entrega de la colección The Boys propiamente dicha, que en Estados Unidos ya va por su número 57. Lo que decíamos antes del placer serial y del ansia por volver a encontrarnos con algunos de nuestros personajes predilectos...
Título: Atomic Robo (Vol. 4: "Atomic Robo y otras rarezas")
Autores: Brian Clevinger (guion) / Scott Wegener et alii (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: junio de 2011
136 pp. (color) - 14 €
Título: Irredeemable n.º 3
Autores: Mark Waid (guion) / Peter Krause & Diego Barreto (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: septiembre de 2011
112 páginas (color) - 12 €
Título: The Boys (Vol. 8: "El afable escocés")
Autores: Garth Ennis (guion) / John McCrea & Keith Burns (dibujo)
Editorial: Norma Editorial
Fecha de edición: septiembre de 2011
144 páginas (color) - 14 €
(+) Previously on Abandonad toda esperanza:
1. Atomic Robo:
- Vol. 1
- Vols. 2-3
2. Irredeemable:
- Vol. 1
- Vol. 2
3. The Boys:
- Vol. 1
- Vol. 2
- Vol. 3
- Vol. 4
- Vols. 5-6
- Vol. 7
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