miércoles, 6 de julio de 2011

Ciudadano Rex: Ciencia ficción de autor



Una referencia tan autorizada como Mike Allred, el creador de Madman, ha llegado a afirmar que "Cualquier cosa que haga alguno, o todos, de los hermanos Hernandez, es motivo de celebración". Me sumo sin ningún tipo de reservas a su juicio: desde que los descubrí -juntos y por separado-, cualquier título que lleve sus firmas, como poco, me interesa, y en muchas ocasiones acaba por entusiasmarme: de Jaime es inevitable recordar sus historias ambientadas en el universo de Locas, reunidas para el lector español en tres volúmenes y en los tomos unitarios Penny Century y La educación de Hopey Glass. Por su parte, hablar de Beto (aka Gilbert) es hablar del fantástico mundo de Palomar, así como de narraciones tan fascinantes e inquietantes como Pereza, Hablando del diablo o Una oportunidad en el infierno. En la obra que nos ocupa, Ciudadano Rex, y que edita aquí (como el resto de títulos) La Cúpula, es Beto quien se asocia con el mayor y menos prolífico de los tres hermanos Hernandez, Mario, para ofrecernos una miniserie de seis entregas publicada originalmente por Dark Horse y que la editorial catalana reúne en un solo volumen.




Ciudadano Rex podría considerarse, y de hecho así lo ha sido, como un cómic de ciencia ficción. Pero, por supuesto, y tratándose de los creadores de Love & Rockets, tendríamos que hablar de "ciencia ficción de autor", etiqueta que le vendría también muy bien a un cómic que comentamos hace apenas unos días: Vida en otro planeta, del maestro Will Eisner... y a otras obras de los propios Hernandez, como Mister X o Me for the Unknown. Y es que si hay alguien capaz de sorprendernos todavía en el ámbito del cómic independiente norteamericano, de por sí proclive a una experimentación mucho mayor que el tebeo mainstream, esos son Beto, Mario y Jaime Hernandez.




A primera vista, la presente obra es una amalgama de temáticas y referencias clave del género de la ciencia ficción: la estética visual del relato recuerda a la S-F retro, al estilo de clásicos del séptimo arte como El mundo futuro (Things to Come) de William Cameron Menzies o la fundamental Metrópolis de Fritz Lang... título este muy influyente en todas las artes plásticas, el cómic incluido (véase si no Terminal City de Dean Motter y Michael Lark, o las primeras obras de José María Beroy, recopiladas en Onírica por Glénat). Pese a ello, el título de la obra -y algunos aspectos del relato, como que la historia gire alrededor de un personaje del que todo el mundo habla, o el protagonismo de un periodista-, remite a la considerada por muchos como la mejor película de la historia del cine: Ciudadano Kane, el debut en la dirección de Orson Welles.




Pero las referencias no acaban aquí: también tenemos una gran estructura surgida de no se sabe dónde, que recuerda al mítico monolito de 2001. Una odisea del espacio de Stanley Kubrick; un cuerpo de seguridad llamado "los cosechadores de verdad" que nos retrotraen al Gran Hermano del 1984 de George Orwell, a los bomberos quemalibros de Fahrenheit 451 de Ray Bradbury (vía François Truffaut), y, por extensión, a otros muchos títulos del género ambientados en futuros de carácter distópico; y a los robots y androides popularizados en la literatura por la saga de Yo, robot de Isaac Asimov, y aquí enfrentados -algunos de ellos- a humanos que abogan por una vida naturalista y por rechazar todo aquello que es artificial. Es decir: un marco puramente de género que se ve dinamitado por la querencia de Mario y Beto Hernandez hacia otros géneros populares como el melodrama... Y es que ambos autores se dejan influir tanto por las telenovelas latinoamericanas como por los relatos de los ya citados Bradbury o Asimov, dando como resultado un cóctel (en ocasiones literalmente) explosivo.




Es en estas coordenadas espacio-temporales donde el lector va a vivir una aventura junto al protagonista del relato, Sergio Bauntin, un periodista de sociedad al que todo el mundo conoce como 'Bloggo', un sosias algo pusilánime del mucho más lanzado Spider Jerusalem creado por Warren Ellis en las páginas de Transmetropolitan -también a su manera, más ciencia ficción de autor-. Este personaje principal, y secundarios como su ayudante robot Hazel, el manipulador Bangaree o Sigi Skink, la chica de la función, se verán inmersos en una serie de peripecias relacionadas con CDDN-RX-1, más conocido como 'Rex', el primer robot de apariencia y comportamiento (casi) humanos, y que después de estar desaparecido durante muchos años parece que ha vuelto a la circulación.




Este personaje de Rex podría entenderse como una puesta al día de otro ser artificial con ínfulas de convertirse en humano: el robot Adam Link creado por Otto Binder, y cuyas aventuras en viñetas fueron serializadas en las páginas del clásico magazine Creepy. Como Link, Rex aspira a convivir entre los humanos como uno más... aunque para ello se tenga que ganar la enemistad, cuando no el odio más encendido, de algunos de aquellos de los que aspira a convertirse en semejante. Pero ahí acaban las similitudes de Ciudadano Rex con la obra de Binder... y con los otros libros y películas citados: los Hernandez Bros son únicos, y lo demuestran página a página fusionando géneros, enlazando giros argumentales y sorprendiendo al lector sin concederle ni un momento de pausa para, finalmente, lograr darle a tal embrollo una cohesión y consistencia sorprendentes. Lo que yo decía: únicos.


Título: Ciudadano Rex
Autores: Beto & Mario Hernandez (guión y dibujo)
Editorial: La Cúpula
Fecha de edición: mayo de 2011
146 páginas (b/n) - 15 €

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