Imagino que algunas veces les habrán contado un buen chiste, o al menos un chiste decente, para acto seguido tirarlo por tierra explicándolo, si es que no lo han estropeado antes estirándolo hasta la saciedad y acabando con la paciencia del respetable público antes de terminar. Pues eso es lo que sucede con Vampiros Anónimos, un film que suma terror y comedia (sí, otro más) y que parte de una idea ocurrente con cierta gracia estirada como un chicle.
De esta forma, los cinco primeros minutos del film tienen su aquel, pero los 85 restantes se limitan a dar vueltas sobre lo mismo hasta sumir al espectador en un sopor cercano al coma que convierte a este en un vegetal que solo sigue con vida por inercia.
Esta película de 2003, que nos llega ahora en formato digital, y como ya imaginarán por su título, parte de la premisa de que existe una asociación de Vampiros Anónimos, que al estilo de Alcohólicos Anónimos, Sexoadictos Anónimos o Lectores de Antonio Gala Anónimos ayuda a aquellos chupadores de sangre que quieren rehabilitarse dejando atrás malas costumbres y reinsertándose en la sociedad como ciudadanos de bien.
Esto es lo que le ocurre al joven Vic Weller, protagonista del relato, que nada más empezar se cepilla a su novia en el asiento de atrás del coche. No, no hablamos de sexo, queremos decir que se la carga sin más, dejándola seca. Arrepentido, reclama la ayuda de Vampiros Anónimos... ¿Y saben a quién se encuentra allí? ¿No lo adivinan? Pues a quién va a ser, a Michael Madsen: ya denunciamos en cierta ocasión que este actor protagoniza un tercio de las producciones de serie A de Hollywood y más de tres cuartas partes de la serie B, y Vampiros Anónimos no podía ser una excepción.
Por consejo de la asociación, Vic se marcha a un pueblecito rural olvidado de la mano de Dios para alimentarse de ovejas, y allí se encontrará con las reticencias de algunos pueblerinos chulitos, con un aspirante tontorrón a sheriff, con una familia de campesinos que practican la zoofilia... y con una dulce y joven lugareña que se convertirá en la chica de sus sueños. Pero hasta allí le perseguirá una cazadora de vampiros cuarentona, una Van Helsing siliconada de nuevo cuño que no descansará hasta acabar con todos los chupópteros del planeta...
En fin, poco más se puede contar de esta producción dirigida por Michael Keller, un realizador que luego no ha vuelto a rodar ningún largometraje más de ficción, y ha tenido que cumplir condena quedando reducido a realizador de documentales sobre juegos de azar (sic). En fin: no pierdan ni un segundo con ella.
Leido lo leido la verdad es que no dan ganas de verla, no... y no me extraña que no haya vuelto a dirigir nada más...
ResponderEliminarMe marcho unos días fuera y no tendré posibilidad de conectarme, así que nos leemos a la vuelta.
Saludos
Pues tengo ganas de verla la verdad. Me han hablado bien de ella.
ResponderEliminar