"He visto el futuro del terror, y su nombre es Clive Barker."
- Stephen King
A Terror, séptimo relato de los Libros de Sangre de Clive Barker, no le ha sentado nada bien el paso del tiempo: seguro que en su día esta exploración de las razones y los límites de sensación tan primigenia como el puro miedo fue tan rompedora como la mayoría de relatos surgidos de la pluma del de Liverpool; pero hoy, después de la eclosión del subgénero cinematográfico conocido como gorno, que basa su razón de ser en la plasmación visual de la tortura y el dolor de sus personajes, y cuyos ejemplos más paradigmáticos son las sagas de Saw y Hostel (y sus múltiples imitadoras: Los ojos del mal, Are You Scared?, Turistas, etcétera), el cuento que nos ocupa se nos antoja una pequeña decepción, no aportando nada nuevo a algo que ya puede empezar hasta a cansarnos.
"No hay mayor placer que el terror. Si fuera posible sentarse, invisible, entre dos personas en cualquier tren, en cualquier sala de espera u oficina, la conversación que escucharíamos derivaría inevitablemente, una y otra vez, hacia ese tema. Obviamente el debate parecería tratar de algo completamente distinto; el estado de la nación, una conversación superficial sobre las muertes en la carretera, el aumento del precio del cuidado dental; pero si desnudamos la metáfora, la indirecta, encontraremos el terror acurrucado en el corazón del discurso". Con esta declaración de intenciones arranca "Terror", presentando enseguida a los dos personajes centrales: Steven Price, un joven estudiante de literatura que ha escogido Ética como asignatura complementaria, y Quaid, un universitario más veterano con el que coincide en dicha clase.
Al principio, Price se sentirá tan incomodado por Quaid como fascinado por la misteriosa aureola que le rodea. Enseguida surgirá una relación de amistad entre ambos; pero esta empezará a tambalearse cuando el primero descubra la obsesión del segundo acerca del miedo en sentido abstracto. Una fascinación que lo llevará a experimentar con sus amigos como si fuesen conejillos de indias. La primera víctima: una amiga común, vegetariana, incomunicada durante días en un sótano con la única posibilidad de comer un jugoso filete de carne bien hecho... que, conforme pasa el tiempo, se pudre y resulta menos atractivo para el paladar.
Como no podía ser de otra forma, Steven será otra de las víctimas del experimento antropológico de Quaid: privado de los sentidos de la vista y el oído, el joven acabará rebasando la frontera que separa la razón de la locura. Pero una vez se libere de la prueba, y enloquecido por la situación a la que se ha visto obligado a llegar, se convertirá sin quererlo en la materialización tangible del miedo más profundo del propio Quaid: un payaso vestido con ropa usada de colores sacada de la beneficencia.
Así, la conclusión del cuento toma la forma de una suerte de justicia poética al estilo de Clive Barker. Un relato este que aunque no alcance las excelencias de la mayoría de cuentos anteriores (y muchos de los que vendrán), no desluce el nivel global de una obra fascinante.
"Terror", en Libros de Sangre (vol. 1)
Clive Barker
Madrid, La Factoría de Ideas, 2005, pp. 213-255.
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