lunes, 22 de octubre de 2007
Sitges (V): WAZ y First Snow
El Festival de Cine de Sitges nos permitió, además de ver buen cine policiaco asiático, disfrutar de dos estupendas muestras de eso que se ha venido a llamar neonoir o "nuevo cine negro", en esta ocasión firmado por dos debutantes tras las cámaras.
Después de haber dirigido varios cortos, algunos bastante premiados, Tom Shankland debuta en el campo del largometraje con WAZ, un film que responde positivamente a la siguiente pregunta: ¿seremos capaces de ver en alguna vez ocasión una imitadora de Seven que no ofenda la memoria de la cinta original?
El film de Shankland, en realidad, no aporta nada nuevo, pues se trata de un thriller policiaco con influencias del cine de terror que bebe de diversas y muy reconocibles fuentes: por un lado, no oculta su deuda con la cinta fundacional de David Fincher, tanto narrativa como estéticamente, mientras que por otro remite a algunas cintas del cine de terror más reciente, el cual recurre habitualmente a escenas de tortura que prueban los límites de los protagonistas (pienso en las sagas de Hostel y muy especialmente en la exitosa Saw).
Por si esto fuera poco, también aparecen elementos habituales del género, como la corrupción policial, o muy especialmente la estructura de las buddy movies o "películas de colegas", estableciendo una relación entre el policía veterano y descreído y el más novato e idealista, aquí encarnados por el siempre espléndido Stellan Skarsgard (actor sueco, fetiche de Lars von Trier, y que ya encarnó a un taciturno agente de la ley en la noruega Insomnia) y una espectacular Melissa George (La morada del miedo, la serie Alias), aquí en su mejor trabajo hasta el momento.
Pero, y en contraposición con otras muchas muestras de este subgénero ya bien delimitado, WAZ da muestras de una profesionalidad contundente y un amplio conocimiento no ya solo del oficio cinematográfico, sino de la tradición de la literatura criminal: Shankland pone de manifiesto un estilo visual que bebe tanto de David Fincher como, muy especialmente, de Michael Mann (aunque se recree en detalles más intimistas que el realizador de Heat, de ambiciones más épicas), y el guión de Clive Bradley (¡otro debutante!) demuestra su tacto a la hora de definir a sus personajes apenas con una línea de diálogo o incluso una mirada; al respecto, merece especial atención el interrogatorio nocturno a una banda de jóvenes negros por parte de la pareja de policías protagonista.
Por si esto fuera poco, el film incluye algunas sorpresas argumentales (que no desvelaremos aquí); y cuenta con otros actores que están espléndidos en sus respectivos cometidos: Ashley Walters como el delincuente juvenil Daniel Leone, John Sharian como el duro policía Jack Corelli... y una excepcional Selma Blair, que aprovecha su habitual fragilidad para construir un personaje memorable.
Más original que la anterior, aunque no superior, es First Snow (La primera nevada), la aproximación de Mark Fergus al género, y que se estrenó precisamente el pasado viernes en los cines españoles.
Fergus, hasta la fecha conocido como guionista de Hijos de los hombres y que también trabaja en la inminente Iron Man, debuta como cineasta con esta inusual propuesta interpretada por Guy Pearce, al que recordarán por sus trabajos en otras cintas del género neonoir, L. A. Confidential y Memento.
Pearce interpreta aquí a Jimmy Starks, un agente de ventas al que un adivino vaticina diversas predicciones, y que parece ver algo inquietante en su futuro que se resiste a comunicarle. Cuando Jimmy comprueba que las predicciones se van cumpliendo, empezará a inquietarse ante un futuro que parece incierto...
El film, en el que intervienen también Piper Perabo (El bar Coyote), William Fichtner (Prison Break) y J. K. Simmons (Spider-Man), consigue mantener la atención del espectador hasta el final, pese a la ausencia de un verdadero suspense (que es, este sí, uno de los motores de WAZ), sin que el ritmo decaiga en ningún momento.
Al respecto, hay que señalar como uno de los grandes logros del film que su realizador sepa imprimir al devenir vital de su protagonista la cadencia mortecina que la historia demanda. De esta forma, el resultado es un film sobrio y soberbio, un viaje hacia el fin de la existencia paradójicamente iniciático, en el que pesan tanto los hechos del pasado -la infancia del protagonista, y una adolescencia como delincuente de la que quiere redimirse- como la sospecha de conocer el futuro.
Eso sí, cuando vayan a ver First Snow no esperen grandes sorpresas ni giros de guión, ni tampoco una estructura endiablada, por más que la campaña de marketing apueste por la confusión y la identificación con la citada Memento: en el hecho de que ambas comparten género e intérprete protagonista acaban sus similitudes.
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