Ha querido el azar que en la misma jornada en la que disfruté de la lectura de Historias de los niños sobrenaturales, reciente publicación de Edicions de Ponent, iniciase también la lectura de El retrato del mal, volumen que recoge algunos de los relatos póstumos del malogrado Roberto Bolaño.
Y hablo de casualidad porque ambas obras son partícipes de una cierta poética de lo fragmentario: en el caso de Bolaño, la sensación de encontrarnos ante textos inacabados, sin un final coherente, responde tanto al particular estilo del escritor chileno como a los designios del infortunio, al sorprenderle la muerte en el año 2003; en lo que respecta al cómic de Luis Bleinstein y Ramón Trigo, no puede menos que responder a una decisión artística plenamente consciente por parte de los propios autores.
Los protagonistas de Historias de los niños sobrenaturales son cuatro infantes, que responden a los nombres de Axel, Fany, Chico y Cora (este último, narrador de la obra), y que se reúnen en un espacio onírico, el "Campo de Plata", para contarse cómo sus poderes paranormales afectan a sus respectivas vidas. Y es que al menos los tres primeros poseen habilidades extraordinarias, o así los presenta su amigo el narrador: Axel puede conseguir todo lo que desee con firmeza, lo que le ayuda a encontrar objetos perdidos y a revivir a un perro que al parecer estaba muerto; Fany consigue leer el pensamiento de las personas observándolas directamente a los ojos; y Chico adivina el futuro a corto alcance, pero solo puede ver ciertas acciones y los hechos que aquellas desencadenan, no así cómo terminarán dichos acontecimientos.
De esta forma la obra se divide en cuatro partes, cada una con uno de ellos como protagonista: en una narración que recuerda a La pata de mono, de W. W. Jacobs, uno de los clásicos incontestables de los cuentos de terror, Axel desea que su madre fallecida vuelva de la muerte para reunirse de nuevo con su padre y con él; Fany, por su parte, es utilizada por su progenitor en juegos de cartas con compañeros del trabajo, hasta que alguien intentará hacer un uso inapropiado de sus habilidades; Chico (siempre acompañado por su paraguas, pues sabe que en cualquier momento empezará a llover, aunque no sabe cuándo parará) escucha cómo su compañero, que es como un padre para él, le relata una historia de amor y venganza que terminó en tragedia; finalmente, el narrador cuenta un relato que enfrenta a un misterioso individuo y a un detective taciturno, y en el que ambos afirman ser Dios...
A lo largo de las casi cien páginas que constituyen esta novela gráfica, Bleinstein juega como un demiurgo cruel con sus personajes, así como con el tiempo y el espacio. Y todo aquel lector que esté menos domesticado y guste de osados atrevimientos como este, encontrará gran satisfacción cuando perciba que carece de unas coordenadas espaciales y temporales coherentes y a las que asirse con firmeza, caminando en cambio por el filo del abismo desde el comienzo al final del álbum.
Por su parte el estilo sucio y abocetado, pero tremendamente expresivo y evocador, del gallego Ramón Trigo, subraya la indefinición de los hechos de esta obra, que bebe de estilemas más propios del género negro (el investigador privado de "Cora"; o el triángulo pasional y los ambientes y espacios de "Axel", que recuerdan inevitablemente a El cartero siempre llama dos veces, la novela de James M. Cain), pero que aquí se emplean para contar otra cosa muy distinta: unas historias de padres e hijos (el último de ellos, el narrador, el único huérfano, el único que parece no tener poderes, el único que entra en contacto con la divinidad) repletas de una fascinante capacidad de sugerencia y una inequívoca voluntad de incomodo.
En su relato "El viejo de la montaña", Roberto Bolaño afirma que la inquietud, en realidad, es un disfraz del miedo. Por ello, y como sucede en otros cómics españoles recientes curiosamente editados por la misma casa (pienso en La casa del muerto de Keko, que se llevó todos los premios del año pasado, y Volátil de Luis Durán, que debería llevárselos este), considero que las muy inquietantes Historias de los niños sobrenaturales acaban constituyéndose como un genuino cómic de terror. Eso sí: un cómic de terror de autor, de acuerdo, pero de terror al fin y al cabo, aunque no pueblen sus páginas vampiros, zombis u otros monstruos del averno. Historias de los niños sobrenaturales, que muy bien podría tener más entregas, es un cómic de terror como películas del género puedan considerarse Persona de Bergman, Barton Fink de los Coen, Carretera perdida y Inland Empire de Lynch, o Eyes wide shut de Kubrick: puro terror de autor.
Título: Historias de los niños sobrenaturales
Autores: Luis Bleinstein (guión) / Ramón Trigo (dibujo)
Editorial: Edicions de Ponent
Fecha de edición: septiembre de 2007
92 páginas (b/n) - 15 €
(+) Si te gusta este cómic te gustará:
- La casa del muerto (Keko)
- Volátil (L. Durán)
[Fotografía: Roberto Bolaño.]
no entendiste nada
ResponderEliminarhttp://www.remolca.com
PD. tranqui te mandamos la peli
Eso es como tirar la piedra y esconder la mano.
ResponderEliminarSi uds creen que no he entendido nada... hagan el favor de explicármelo para que salga de mi error. Vamos, digo yo...
Gracias por adelantado.
No entendiste nada,... pero no fuiste el único (nosotros tampoco, nos faltó por decir)
ResponderEliminarEs Silvia Maeeder, la llave de la historia ?. La metamorfósica hija de Gilmore y Sandra woods como encajan en todo esto?. Y la biblia en el salpicadero del coche y el cura asesinado? y se podría seguir
La historia (creemos) tiene más preguntas que respuestas y eso en principio tampoco es malo, pero...
Por cierto, gracias tambien por el comment.
Publicaremos el video-promo (que no hace sino confundire +) en htpp://www.remolca.com, y seguiremos con el destripe.
A Madriña bless you
PD. Curiosidad, alguna relación con Ponent?