martes, 16 de diciembre de 2014
The Damned: La proporción áurea del terror
Como ya habrán advertido los visitantes habituales de este vuestro blog, ha pasado bastante tiempo desde que se publicara por estos lares la última crítica cinematográfica como tal: una cierta especialización en el mundo del cómic, así como otros compromisos personales y profesionales, han limitado nuestro contenido sobre el séptimo arte a noticias, notas de prensa, necrológicas y, como mucho, comentarios a modo de breves críticas insertadas en las habituales columnas de prensa de los viernes (aquí, la última sobre cine). Pero también es verdad que llevaba tiempo sin ver un film que despertara en mí el suficiente interés como para comentarlo (y, en este caso, también recomendarlo) y aportar así un humilde granito de arena de cara a su conocimiento público; y así fue hasta el pasado sábado, donde dentro de las actividades del más reciente Weekend Horror alicantino tuve la oportunidad de ver y disfrutar The Damned, producción del año pasado que, ya les pongo sobre aviso, recomiendo ciegamente a los aficionados al género.
El género al que hacemos referencia es, por supuesto, el terror. Pero vaya por delante que cuando enjuiciamos una película, sea esta del género que sea, además de sus propios valores intrínsecos (y la cinta que nos ocupa atesora no precisamente pocos), tienen un gran peso tanto las expectativas con las que cargamos a priori como las comparaciones con otras producciones del mismo palo a posteriori. En el caso de The Damned, conocida también con el título previo de Gallows Hill, todo esto juega, como veremos, a su favor... si bien es una cinta que, sobre todo, tiene en la medida justa de todos los elementos que la integran su mayor baza.
Dicho esto, he de confesar que esta vez mis expectativas eran bajas, y eso a pesar de que los tres largometrajes previos de su realizador, Víctor García, no me habían parecido para nada desdeñables (no he tenido la oportunidad de ver sus cortometrajes ni tampoco un telefilm fantástico que realizó en 2010). Pero el caso es que este barcelonés, antes técnico de efectos especiales en el seno de la oscarizada DDT y ahora reconvertido en director a sueldo de la industria estadounidense, se había especializado hasta la fecha en rodar secuelas de filmes de cierto éxito: debutó en el campo del largo dirigiendo para el mercado direct to video Return to House on Haunted Hill (secuela del film de William Malone que a su vez era remake de un film de William Castle); y posteriormente firmó Reflejos 2 (segunda parte del film de Alexandre Aja, a su vez remake también de una producción coreana de cierto culto) y, ya para la gran pantalla, Hellraiser: Revelations, novena entrega (!) de la saga iniciada por el clásico contemporáneo de 1987 dirigido por Clive Barker a partir de su nouvelle The Hellbound Heart... con la que, contra todo pronóstico y pese al bajo presupuesto y lo accidentado de su producción, fue capaz de devolverle a la vapuleada franquicia un agradable sentido de lo malsano cuando a estas alturas nadie daba un duro por ella tras varias entregas a cuál más deficiente.
Como digo, la filmografía anterior de García probaba con creces que su caso es el de un realizador con pericia, capaz de extraer lo máximo posible de un material de partida limitado y de unos medios bastante modestos, pero que quizá no tendría nada demasiado personal que contar. Además, aunque el hecho de que The Damned fuese su primer trabajo ajeno a los conceptos de secuela y remake podía hacernos albergar alguna esperanza al respecto, no podemos olvidar que esta esperanza es la misma que, lamentablemente, la mayoría de directores del género se empeñan en dilapidar una y otra vez a base de encadenar clichés, estereotipos y concesiones a la galería. Nada más lejos de la realidad en el caso que nos ocupa, y fue precisamente esta agradable sorpresa uno de los principales motivos que justifican por qué estamos hablando de este film varios días después de su visionado.
La acción de The Damned se sitúa en Medellín, Colombia (en un principio la historia iba a ambientarse en Salem, y esto explica el cambio del título inicialmente previsto, que todavía figura en bases de datos como la IMDb). Hasta allí viajan una pareja de jóvenes prometidos en busca de la hija de un anterior matrimonio de él, concebida cuando sus padres apenas habían alcanzado la mayoría de edad, para convencerla de que acuda con ellos a la inminente boda. A este trío se suma la tía de la joven -hermana de la anterior esposa, fallecida- y un muchacho local, compañero de trabajo de aquella y novio ocasional de la primera. Por circunstancias que no vienen al caso, los cinco acaban recluidos en un hostal semiabandonado que regenta un hombre de avanzada edad. Pero los visitantes pronto descubrirán que ese anciano y ese lugar albergan un oscuro secreto en el sótano...
Como se ve, el punto de partida de The Damned no aporta en apariencia ninguna novedad reseñable, puesto que estamos ante un esquema muy habitual en la narrativa del género: protagonismo coral, un espacio cerrado y una amenaza en ciernes, de tintes sobrenaturales o no (en este caso, lo primero). Entonces, ¿de qué méritos puede hacer gala el presente film? Pues más allá de que en su desarrollo y resolución sí sea capaz, sorprendentemente, de aportar algunos aspectos novedosos a la galería de monstruos del género (algo que la emparenta con la primera, y fundamental, REC de Jaume Balagueró y Paco Plaza, y que no desvelaremos aquí), lo más atractivo y fascinante de la propuesta surge en relación con el segundo elemento de juicio al que hacíamos refererencia antes: las comparaciones, odiosas o no, con las cintas que integran la corriente hegemónica del género desde hace varios lustros. Así, The Damned puede presumir de resistirse a caer en los vicios de siempre: para empezar, se aparta de la habitual clasificación de sus personajes principales según arquetipos fácilmente reconocibles; ya saben: el líder natural, la virgen, el cobarde, la zorra, el gracioso y/o fumado, los idiotas -de estos suele haber más de uno-... Todos esos clichés de los que, como de otros aspectos susceptibles de ser catalogados como tales, se reían con sorna y a los que homenajeaban con acierto los artífices de la estupenda La cabaña en el bosque.
A esto se añade que el guion, que firma Richard D'Ovidio a partir de una historia suya y de David W. Higgins, no se rebaja a introducir con calzador el elemento humorístico mediante líneas de diálogo supuestamente ocurrentes que salpiquen el libreto cada cierto metraje previamente estipulado y a golpe de guía de redacción para guionistas novatos. Un elemento este que me recordó a otra de las mejores propuestas del género de los últimos años: la nueva Posesión infernal, a nuestro parecer y al menos en varios aspectos superior a la cinta original de 1982 dirigida por Sam Raimi, y una cinta con la que The Damned presenta no pocas y gozosas concomitancias.
Pero si hay un aspecto del que pueden presumir este film y su principal responsable es de alejarse de forma rigurosa de los recursos formales más trillados del género, esos que llevan a los directores a buscar el susto fácil mediante composiciones de plano fácilmente reconocibles (los movimientos de cámara que dejan espacio a un lado de la figura humana para que surja la amenaza de improviso, y que a poco que el espectador esté atento advertirá con adelanto) o técnicas de montaje facilonas (en esta ocasión, la amenaza surge de forma tan sorpresiva como el propio plano que la muestra), por no hablar de los golpes de efecto sonoros que pueblan la pista de audio. De todo esto, estilemas genéricos obligan, algo hay en The Damned, pero en su justa medida; el film, para deleite del gourmet del terror, toma el camino diametralmente opuesto y basa su efectividad como montaña rusa de emociones (que al igual que el citado film del uruguayo Fede Álvarez, la tiene y mucha) en el desarrollo natural de su trama, la atmósfera del espacio físico donde se desarrolla y el interés que despierta el drama que viven sus protagonistas.
En relación a este último punto, cabe destacar que otro de los grandes logros del film es que se muestra capaz de no andarse por las ramas en su arranque y, aun así, crear ciertos vínculos de identificación con sus personajes. Habitualmente, las producciones de este tipo tienen que tomar una decisión de base: o presentar pormenorizadamente a sus protagonistas, con lo cual no se entra en el meollo de la trama hasta bien avanzada la película y, por consiguiente, su ritmo y efectividad se resienten; o, por el contrario, prescindir de preámbulos supuestamente accesorios y pasar directamente a la acción, con lo que el espectador no establece ninguna empatía con los personajes y muy pronto pasa a desentenderse de lo que les pueda ocurrir, amenazas a sus vidas incluidas. A este respecto, The Damned opta por la mejor de las opciones posibles, siempre y cuando se alcance con éxito la meta (lo que, al parecer, no está al alcance de todos): tomar el camino de enmedio. Es decir: no extenderse demasiado en explicaciones innecesarias, pero ser capaz de definir a los personajes dibujando sus características y sugiriendo su pasado mediante breves pinceladas incluidas en las líneas de diálogo y apoyándose también, claro está, en el trabajo actoral de sus intérpretes. Este es el momento de destacar la estupenda labor de sus protagonistas, muy especialmente del cabeza de cartel Peter Facinelli, pero también de Sophia Myles, Nathalia Ramos, Carolina Guerra y Sebastián Martínez, así como de los más fugaces Gustavo Angarita, un estupendo Juan Pablo Gamboa, Tatiana Rentería y la niña Julieta Salazar, sin duda el gran descubrimiento del casting.
Finalmente, y aunque consideramos que ya se han dado aquí suficientes razones como para justificar nuestra admiración por esta cinta sin necesidad de desvelar más de lo conveniente de su argumento, cabe la posibilidad de llamar la atención sobre otros de sus aciertos, como el empleo preciso de los efectos digitales, lejos de los abusos habituales de los últimos años que tanto han dinamitado la credibilidad de las distintas propuestas. También hay que destacar su estructura narrativa, cercana a la circularidad, pero que a su vez deja la puerta abierta a la realización de una secuela; y The Damned nos parece una de las pocas películas recientes que despiertan el suficiente interés inmediato como para desear que esta posibilidad se materialice... si bien, no obstante, como relato único y cerrado funciona a la perfección.
En este último aspecto radica otro de los muchos atractivos de un cinta que, qué duda cabe, merecería estrenarse en nuestros cines, tan castigados de continuo en lo que al género se refiere por medianías que no hacen sino darles la razón a aquellos que se empeñan en desprestigiarlo como un (sub)género menor. Por lo demás, ahora toca esperar a que el próximo proyecto de Víctor García, un film (de terror, claro) titulado Digger y que, de nuevo, no es ninguna secuela ni ningún remake, llegue a buen puerto para comprobar si su autor se sigue mantiendo fiel al buen gusto técnico y al equilibrio narrativo demostrados en prácticamente todos y cada uno de los fotogramas de esta recomendabilísima The Damned.
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