Aunque resulta tristemente comprensible dado que no se trataba precisamente de una gran estrella del celuloide, es una pena que haya pasado tan desapercibida la desaparición de un gran actor como siempre fue John Neville, esa figura característica que con su sola presencia ennoblecía toda película en la que se dejaba ver.
Y es que este actor británico encarnó la mayoría de las veces roles secundarios más o menos relevantes, y en muy escasas ocasiones encabezó el reparto de aquellas producciones en las que participaba. Pese a ello, podemos recordarlo en un par de papeles estelares: para empezar, fue el mismísimo Sherlock Holmes en Estudio de terror, un notable film de 1965 dirigido por James Hill y que gracias a su atractiva premisa -enfrentar al popular detective creado por Arthur Conan Doyle con otra figura de la cultura popular como el letal Jack el Destripador- ha devenido en cinta de culto hoy en día. Con este trabajo, Neville consiguió lo que parecía imposible: no desmerecer a otros grandes actores que han encarnado a Holmes, como Basil Rathbone o Peter Cushing.
Volviendo la vista atrás, hay que señalar que aunque debutó en la interpretación en los años 50, su labor a lo largo de esa década se ciñió a programas de la televisión inglesa, un círculo que no le dio fama más allá de las fronteras de su nación pero que le permitió demostrar su talento interpretativo al especializarse en papeles creados por el gran William Shakespeare, como Romeo, el rey Enrique V o el mismísimo Hamlet. Y sería en 1960 cuando debutaría en la gran pantalla gracias al biopic Oscar Wilde dirigido por Gregory Ratoff: en esta cinta Neville interpretaba a Lord Alfred Douglas, mientras que el voluminoso Robert Morley -que precisamente fue Mycroft Holmes, hermano de Sherlock, en la citada Estudio de terror- daba vida al autor de El retrato de Dorian Gray.
Antes de encarnar a Holmes, a Neville le daría tiempo de ser dirigido por dos actores que se ponían detrás de las cámaras: sus compatriotas Peter Sellers y Peter Ustinov, respectivamente en Mr. Topaze (donde coincidió con el también fallecido Michael Gough) y en La fragata infernal, esta última adaptación de la novela de Herman Melville Billy Budd. Lamentablemente, al menos para los cinéfilos de todo el mundo, Neville no tuvo suerte en la gran pantalla, y salvo una colaboración puntual con Jerzy Skolimowski (en Las aventuras de Gerard, donde el actor volvía a encarnar un personaje creado por Conan Doyle), se refugió de nuevo en el mundo de la televisión. No sería hasta 1988 que Terry Gilliam le ofreció el otro gran pepel de su carrera: el de Hieronymus Karl Frederick Baron von Munchausen, el personaje protagonista de Las aventuras del barón Munchausen, adaptación de la fantasiosa novela de Gottfried August Bürger y Rudolph Erich Raspe que ya había sido llevada al cine previamente en un par de ocasiones.
Este papel -con el que la mayoría de cinéfilos lo siguen identificando- consiguió reflotar la carrera cinematográfica de Neville, si bien siguió alternando trabajos para el cine con su labor para la televisión. De todas formas, a la hora de encarnar personajes para la gran pantalla Neville se especializó en personajes secundarios: así pudimos verle, citando solo las más populares, en El balneario de Battle Creek, Mujercitas, Mentes peligrosas, El quinto elemento, Goodbye Lover, Leyenda urbana, Sunshine (el drama de István Szabó protagonizado por Ralph Fiennes, no la cinta futurista de Danny Boyle), Spider (donde repitió con Fiennes) o La sentencia (junto al veterano Michael Caine). Así pues, una breve pero gloriosa última etapa donde fue dirigido por cineastas de la talla de Alan Parker, Luc Besson, Roland Joffé, David Cronenberg o Norman Jewison.
Su último largometraje sería Laberinto de mentiras, cinta protagonizada por Tom Wilkinson y Emily Watson y estrenada en 2006. Pero antes, y durante este último período de su carrera, su rol más destacado representó muy bien lo que había sido su labor profesional hasta la fecha, que siempre aunó cine y televisión: en este último medio encarnó al misterioso 'Well-Manicurated Man' ("El hombre de la manicura" o "el hombre de las manos bien cuidadas", según la traducción), uno de los poderes en la sombra de la excepcional serie Expediente X creada por Chris Carter; un papel que tendría la oportunidad de volver a encarnar, ya en el cine, en 1998, con el estreno del primer largometraje protagonizado por los agentes del FBI Fox Mulder y Dana Scully. En el segundo, una lástima pero algo lógico dado que su argumento se apartaba de las teorías conspiratorias de la serie, se prescindió de contar con la siempre agradecible presencia de John Neville.
John Neville nació en 2 de mayo de 1925 en en Londres (Inglaterra), y falleció en 19 de noviembre de 2011 en Toronto, Ontario (Canadá). Tenía por tanto 86 años. Descanse en paz.
Lamentable perdida la de este gran actor pero en la pelicula de 1998 de x-files su personaje d ehombre bien manicurado aparentemente muere en una explocion por darle info a mulder.
ResponderEliminarMis respetos y una lastima q la notisia no haya sonado en ninguna parte