Es obvio que la labor de los directores de cine tras las cámaras siempre es más discreta que la de los intérpretes que se ponen delante del objetivo, quedando la atención hacia su figura reservada para los más cinéfilos y pasando desapercibida para la mayor parte de los espectadores. Por ello resulta hasta cierto punto lógico el hecho de que el fallecimiento del legendario Tony Curtis y, en menor medida, el de la centenaria Gloria Stuart haya relegado a un segundo plano la reciente desaparición hace hoy una semana del cineasta norteamericano Arthur Penn.
Hermano del director de fotografía Irving Penn, fue uno de los miembros más destacados y talentosos de lo que se ha venido a denominar "la Generación de la Televisión", formada por un grupo de realizadores curtidos en la pequeña pantalla que acabaron saltando a la grande con resultados desiguales pero dignos de seguir con atención. Ilustres compañeros de Penn fueron directores como John Frankenheimer, Sidney Lumet, Robert Mulligan, Stuart Rosenberg o Martin Ritt, por citar algunos.
En el año 1958, después de pasar media década dedicada a la realización televisiva, Penn estrenó su primer largometraje: el western heterodoxo El zurdo, donde Paul Newman encarnó a un desmitificado Billy el Niño. Pero sería cuatro años después que Penn alcanzaría la gloria con El milagro de Anna Sullivan, hoy mítica película cuyo relato el director ya había filmado para la pequeña pantalla, y que ahora le valía a sus dos protagonistas, Anne Bancroft y Patty Duke, otros tantos Oscars, así como una nominación para el propio Penn como mejor realizador del año.
Sin duda, los años 60 fue la década más afortunada para Penn, pues en 1965 estrenó Acosado (Mickey One), una cinta para mayor gloria de Warren Beatty que llegó a competir por el León de Oro en el Festival de Venecia; y solamente un año después llegaría a los cines una de sus más grandes obras maestras: La jauría humana. El film, un drama con ínfulas de western contemporáneo, contó con un reparto de lujo encabezado por Robert Redford, Jane Fonda y un inconmensurable Marlon Brando, que en la piel del sheriff Calder ofreció uno de sus más grandes recitales interpretativos.
Por si esto fuera poco, al año siguiente Penn dirigiría la que sin duda es su película más mítica, y a decir de muchos su mejor trabajo: Bonnie & Clyde. El proyecto, que en un principio iba a suponer el desembarco de François Truffaut en el cine estadounidense, acabó en manos de Penn cuando el realizador francés se negó a contar con dos estrellas como el citado Warren Beatty y Faye Dunaway en la piel de los míticos ladrones y pistoleros Clyde Barrow y Bonnie Parker. El resultado final es conocido por todos: varias nominaciones a los Oscars, éxito rotundo en taquilla, consagración de sus protagonistas y estatus actual como una de las películas más célebres del cine norteamericano de todos los tiempos.
Penn cerró la década con el cantante Arlo Guthrie interpretándose a sí mismo en El restaurante de Alicia, y abrió la siguiente con otro de sus trabajos más reconocidos: Pequeño gran hombre, de nuevo un western postmoderno esta vez protagonizado por un actor que se consagraría para el público y la crítica durante aquella década: Dustin Hoffman.
Durante los años 70 Penn volvería a hacer solo dos películas más: un soberbio film noir y de nuevo un western desmitificador. El primero fue La noche se mueve, protagonizada por un excepcional Gene Hackman y donde debutó como actriz una jovencísima Melanie Griffith. El segundo fue Missouri, que contó con un choque de personalidades tan fuertes como las de Marlon Brando, que volvía a trabajar con Penn, y Jack Nicholson.
Georgia y, en menor medida, Target (Agente doble en Berlín), esta última de nuevo con Hackman y con un Matt Dillon en el mejor momento de su carrera, cierran la etapa más vistosa de la filmografía de Penn: después vendrían la más discreta, aunque francamente entretenida, Muerte en invierno (un film de suspense a la antigua usanza con una estupenda Mary Steenburgen) y Penn & Teller Get Killed, el salto a la pantalla grande de la pareja televisiva protagonista, y a la postre último largometraje de Arthur Penn para el cine.
Un par de telefilmes, The Portrait y Inside, el primero protagonizado por dos viejas glorias del Hollywood clásico como el ya fallecido Gregory Peck y la gran Lauren Bacall, y su colaboración en el film colectivo Lumière y compañía, que celebró en 1995 el centenario del nacimiento del cine, completan la filmografía de este realizador considerado por muchos como figura clave del llamado "cine de la violencia".
Arthur Penn nació en 27 de septiembre de 1922 en Philadelphia, Pennsylvania, y falleció en 28 de septiembre de 2010 en Manhattan, New York. Tenía por tanto 88 años. Descanse en paz.
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