jueves, 22 de abril de 2010
La Semana de Alicia: Night of the Jabberwock
Si hay un escritor dentro de la literatura de género del siglo XX que merece la categoría de autor de culto, ese es sin lugar a dudas Fredric Brown. Y quizá sea así por tres razones: la primera, obviamente, la indudable calidad de buena parte de su obra (frente al resto, a decir de los entendidos mediocre); la segunda, su facilidad no solo para moverse dentro de las coordenadas de géneros narrativos distintos, sino para mezclarlos en un explosivo cóctel -por usar un símil alcohólico que seguro habría sido del gusto del autor- que sus lectores enseguida perciben como algo escrito "a lo Fredric Brown"; y tercera y última, la dificultad de acceder hoy a muchos de sus libros, al menos en España e imagino que en otros países también, pues el desconocimiento de primera mano siempre es un elemento que promueve la mitificación.
Hoy en día, en nuestro país y para los nuevos lectores, es más fácil hablar de Brown como escritor de ciencia ficción que de género negro. Esto es así gracias al buen hacer de la editorial Gigamesh, que de forma encomiable ha publicado en cuatro volúmenes de adquisición indispensable la "Ciencia ficción completa" de su autor, tanto novelas como narraciones breves, incluyendo clásicos como Universo de locos o Ven y enloquece. Además, Bibliópolis recuperó hace unos años, con nueva traducción, su célebre Marcianos, Go Home!. En cambio, la producción policíaca del autor traducida a nuestro idioma está prácticamente descatalogada, y para localizar títulos como La viva imagen o Plenilunio sangriento (publicados en la colección Black dirigida por Javier Coma) o el título que hoy nos ocupa hay que recurrir a las librerías de lance que vendan ejemplares descatalogados o de segunda mano.
Night of the Jabberwock, posiblemente la novela "policíaca" -las comillas son, en este caso, muy relevantes- más popular de Fredric Brown, fue publicada en español con el título de La noche a través del espejo como el número 57 de una de las colecciones canónicas del género: la desaparecida y nunca suficientemente añorada Etiqueta Negra de Júcar. La serie, dirigida por el escritor y director de la Semana Negra de Gijón Paco Ignacio Taibo II, arrancó con un título de Donald E. Westlake y en ella vieron la luz otros clásicos como Dashiell Hammett, Jim Thompson, Chester Himes, Horace McCoy, David Goodis o Lawrence Block. Pero con la aparición del título de Brown, y antes que él de otros firmados por Marc Behm o Isaac Asimov, Etiqueta Negra se revelaba como una línea heterodoxa que no se iba a parar en mientes si esto significaba privar al lector español de miradas originales, personales e intransferibles a los estilemas de la literatura criminal.
Pero centrémonos ya en el libro de Brown, digámoslo ya una joya divertidísima llamada a reelerse varias veces, y que traemos a colación por lo que tiene de texto inspirado en Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll: la acción del libro acontece a lo largo de un solo día, desde el final de la tarde de un jueves cualquiera hasta altas horas de la madrugada del viernes. Carmel City es un pueblo pequeño donde, como suele decirse, nunca pasa nada. Y esto no le pesa a nadie más que a Doc Stoeger, propietario del Carmel City Clarion, único periódico de la localidad, que se las ve y se las desea para completar junto con Pete, su linotipista, las páginas del semanario con contenidos varios.
Lo que no sospechaba Doc es que ese día, en apariencia tan anodino, se iba a convertir en una velada inolvidable gracias a la conjunción de varios hechos, entre ellos la visita de unos pistoleros al pueblo, un intento de atraco, la fuga de un loco del manicomio y, sobre todo, la aparición de un misterioso individuo, que según su tarjeta de visita atiende al nombre de Yehudi Smith, en el porche de la casa de Doc. Este sujeto, cuyo apelativo remite a la leyenda de "el hombrecillo que nunca estuvo allí", afirma estar interesado en que Doc, del que sabe es un gran admirador del escritor Lewis Carroll, a quien dedicó un par de libros en su juventud, le acompañe a una casa encantada donde se han de reunir los miembros de una sociedad secreta dedicada al culto a Carroll y sus creaciones literarias que responde al lema de Las Hojas Vorpales.
A partir de ahí se desarrolla un relato de suspense con reminiscencias a las historias de Carroll protagonizadas por Alicia, donde varios sucesos aparentemente inexplicables se suceden a un ritmo vertiginoso; todo ello relatado por un Brown en estado de gracia, que maneja con maestría los resortes del humor, convirtiendo el relato en un antecedente de cualquier interpretación posterior y libérrima de las novelas, caso de las películas ¡Jo, qué noche! (After Hours) de Martin Scorsese o la ya comentada Malice in Wonderland.
Muy pocas veces se consigue una fusión tan perfecta entre dos géneros -el fantástico y el negro- como en La noche a través del espejo, cuyo título original debería haberse traducido como La noche del Fablistanón -si atendemos a la traducción más clásica de "Jabberwock"- o, ahora, como La noche del Galimatazo -según la terminología de la versión doblada del film de Tim Burton. Esta fusión perfecta se produce porque Brown sabe diferenciar y separar la historia que se relata, que responde a la estructura del relato de intriga, con la atmósfera empleada para ello, decididamente fantastique. Al final de la novela todos los enigmas se resuelven, pero como pasa con algunas grandes creaciones del género eso ya es lo de menos: lo que convierte a este libro de Brown en una magnífica novela es tanto la atmósfera que envuelve la historia como, muy especialmente, su personaje protagonista, un periodista alcohólico -como el propio Brown- y que entiende su profesión con algo de romanticismo -en muchas ocasiones se queda de su labor, pero pese a haber recibido ofertas de compra se resiste a desprenderse del periódico- y que se desvive por dotar de novedad y emoción a su rutinaria existencia.
Resulta complicado destacar algunos episodios, pues el argumento se desarrolla de forma perfectamente hilvanada y no se dan digresiones innecesarias, pero sí es verdad que resulta difícil olvidar a ese barman prosaico y bonachón llamado Smiley reconvertido en héroe pistolero ajustándole las cuentas a los facinerosos; mientras que un episodio como aquel en el que Doc intenta convencer a un vecino suyo de talante excesivamente conservador de las excelencias del consumo de alcohol -en un discurso donde, más que nunca, el protagonista ejerce de alter ego del autor- al mismo tiempo que le insta a dejar más cancha a su hijo para que no se sienta agobiado por la figura paterna, se convierte en uno de los momentos más conseguidos de un libro ya de por sí memorable en su totalidad.
En definitiva: La noche a través del espejo de Fredric Brown, más allá de las resonancias a Alicia en el País de las Maravillas y muy especialmente a A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, es una estupenda novela de misterio y aún mejor relato de personaje(s). La lástima es que, como decíamos, está descatalogada. No estaría de más que algún editor se animase a recuperar un texto indispensable, en la medida en que es una de las novelas más divertidas, y su protagonista uno de los más carismáticos, que nos haya ofrecido jamás el género. El negro, el fantástico o cualquier otro.
La noche a través del espejo
(Night of the Jabberwock)
Fredric Brown
Madrid, Júcar, 1987
196 pp. - [Descatalogado]
No lo conocía, salvo de oídas. Voy a buscarme algo de lo que se pueda pillar "más fácilmente" de él :)
ResponderEliminarFredric Brown es mi escritor favorito (sus cuentos son insuperables), y por supuesto tengo una debilidad especial por esta novela.
ResponderEliminarPor cierto, hace poco leí que la iban a reeditar.
El párrafo con que termina el libro es una gamberrada supina. Pasé un rato muy agradable con este libro.
ResponderEliminarEl mejor, al menos para mí.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, familia!
no se si leeras esto, pero que saber porque dejo de salir la coleccion etiqueta negra?
ResponderEliminarNo sé si entiendo tu comentario... Si preguntas por qué desapareció la colección, imagino que porque también, prácticamente, desapareció la editorial como tal...
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