martes, 20 de abril de 2010

La Semana de Alicia: Malice in Wonderland



Malice in Wonderland es una discretísima producción británica de 2009 de la que ya nadie parecía acordarse pero que, con ojo empresarial y al más puro estilo exploit, una distribuidora norteamericana ha adquirido para estrenarla en Estados Unidos el viernes 16 de abril, poco después que la Alicia de Tim Burton y casualmente el mismo día en el que esta llegaba a los cines españoles.



El argumento del film es fácil de resumir: la película empieza in medias res, con la protagonista huyendo de un par de matones por los pasillos del metro de Londres; en su huida es atropellada por un taxista del que luego descubriremos tiene que hacer una entrega para un mafioso local de poca monta que regenta un night club. Fruto del atropello la chica -de la que luego descubriremos que es hija de un multimillonario- pierde la memoria, y mientras intenta recordar quién es y de qué huía se verá inmersa en una serie de peripecias en los bajos fondos de la capital inglesa, junto a personajes a cuál más pintoresco.



Los espectadores reconocerán a la protagonista absoluta, Maggie Grace, principalmente como la Shannon de Perdidos, si bien también pueden haberla visto en el remake de La niebla de John Carpenter o como hija secuestrada de Liam Neeson en Venganza. Junto a ella completan el reparto una larga nómina de intérpretes ingleses, vinculados al cine patrio y/o de temática decididamente británica: Danny Dyer (Severance), Matt King (RocknRolla), Nathaniel Parker (Stardust), Bronagh Gallagher (Sherlock Holmes) y el veterano Anthony Higgins (El secreto de la pirámide).



La presunta originalidad del film radica en tratarse de una versión muy libre de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll: la protagonista se llama Alice Dodgson (el apellido real del autor), y su padre tiene por nombre de pila Lewis. El resto de personajes, claro, son trasuntos de las creaciones de Carroll, si bien algunos son claramente identificables por su papel en el relato, como el taxista Whitey, que remite al Conejo Blanco (White Rabbit), o el gángster que se enfrenta a Alice (versión simplificada del Rey y la Reina de Corazones); mientras que el resto solo lo son por su apariencia física, como los porteros sosias de Tweedledum y Tweedledee, o por elementos que complementan su descripción visual, como el tipo colocado que hace las veces de Oruga, el macarra que sustituye al pájaro Dodo o el DJ que ejerce de Gato de Cheshire. Los que sientan curiosidad acerca de estas y otras correspondencias, aquí encontrarán el revelador trailer del film.



Por lo demás, y una vez superada la curiosidad de emparentar la trama con la Alicia original, la historia que cuenta la película carece de todo interés: los personajes están totalmente desdibujados -algo particularmente llamativo y criticable en lo que respecta a la protagonista- y, qué quieren que les diga, la presunta gracia de retratar los bajos fondos londinenses hace tiempo que ya desapareció por obra y gracia de Guy Ritchie. Si Quentin Tarantino fue la figura más influyente -y lo que le queda- en los años 90, en lo que llevamos de siglo es el autor de Lock & Stock y Snatch (Cerdos y diamantes) el que parece llevar la batuta. Eso que hemos perdido con el cambio.



En definitiva: una película absolutamente olvidable, dirigida por Simon Fellows -que viene de dirigir nada menos que a Jean-Claude Van Damme en dos filmes inéditos aquí- y escrita por Jayson Rothwell, guionista con una carrera muy breve y bastante sujeta a la obra del propio Fellows... y de la que no estaríamos hablando de ninguna de las maneras no ser por la excusa de la obra de Carroll y el film de Burton que la han puesto de nuevo, muy convenientemente para sus responsables, en circulación internacional.

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