miércoles, 24 de febrero de 2010

El cruzado enmascarado y el dream team británico



Después de una primera avanzadilla de autores británicos comandados por Alan Moore, la pareja formada por Grant Morrison y Neil Gaiman -una suerte de buque insignia de un dream team de autores ingleses- supusieron una (segunda) bocanada de aire fresco para el cómic mainstream norteamericano. Ambos se habían forjado una temprana reputación de enfants terribles en su Inglaterra natal, y el mercado estadounidense, concretamente las oficinas de DC Comics, les recibieron con los brazos abiertos. Mucho antes de que sus respectivos caminos se cruzaran con el Hombre Murciélago, el primero escribiría historias como Kid Eternity o la primera (y gloriosa) etapa de Animal Man; el segundo concibiría Orquídea Negra junto al habitual Dave McKean y no tardaría en poner -junto al Jamie Delano de Hellblazer- la que podría considerarse como primera piedra sobre la que edificar luego lo que sería la línea Vertigo: The Sandman. Como suele decirse, el resto es historia.





Uno de los últimos episodios de esta larga historia nos relata que ambos se han encargado en los últimos tiempos de dos de los relatos más exitosos a la vez que polémicos protagonizados por Batman, el cruzado de Gotham City: mientras Morrison se encargó de los guiones de la serie principal durante una larga temporada, culminando en la muy discutida saga "R.I.P." -la que hoy nos ocupa-, el segundo tuvo el honor de escribir un relato en dos partes que vendría a ser la última historia, el relato definitivo, del Hombre Murciélago.



Empecemos, por estricto orden cronológico, con Batman: R.I.P. Dicha saga, escrita por Morrison y dibujada por Tony Daniel, abarcó los números 676 a 681 de la serie central de la franquicia, y su fama, como decíamos no exenta de polémica, le ha permitido verse editada también en formato de lujo por Planeta de Agostini muy poco tiempo después de su edición en grapa. Dicha obra, como no podía ser de otra forma, presenta un apéndice de material extra formado por la reproducción de los dibujos que sirvieron para las portadas de los distintos comic books, así como por bocetos del ilustrador.



Pero centrémonos en la historia en sí, que parte de la siguiente premisa establecida por el guionista escocés: considerar que todas las historias de Batman narradas desde que Bill Finger y Bob Kane lo crearan en 1939 en las páginas de Detective Comics le han ocurrido realmente a un mismo hombre, el millonario y filántropo Bruce Wayne, en el margen de los últimos quince años; y, a partir de ahí, analizar qué provocaría esta amalgama de experiencias al límite en la mente de dicho individuo, sobre todo a partir de que un misterioso enemigo, el Guante Negro, intentase utilizar todo ese backup en contra del propio Batman.



La saga podrá gustar más o menos, y creo que juega en su contra las altísimas expectativas generadas por una poderosa campaña de marketing previa a la publicación del primer cómic y a la polémica e interés que siempre rodean la figura de Morrison, que en sus tratamientos de distintos personajes icónicos de Marvel y DC muy pocas veces -quizá sea su aplaudido All Star Superman la excepción- ha convencido por entero a crítica y público. Además, la idea de destruir psicológicamente al personaje no es nada nuevo, ni refiriéndonos al género en sí (ahí está el soberbio Daredevil: Born Again de Frank Miller y David Mazzucchelli para demostrarlo) ni al propio Batman en particular: recordemos el reivindicable The Cult de Jim Starlin y Bernie Wrightson o el Arkham Asylum del propio Morrison dibujado, curiosamente, por el colega de Gaiman Dave McKean.



Pero lo que sí es innegable es el atrevimiento de Morrison a la hora de no limitarse a cumplir con los mínimos requeridos y en cambio a optar por hacer que se tambaleen algunas ideas ya consolidadas de la historia del Hombre Murciélago, pasando por la recuperación de personajes del pasado de Batman vilipendiados por los lectores (cuando no directamente considerados ridículos por cualquiera) como el Batman del planeta Zur-en-arrh, "los Batman de todas las naciones" o el inefable Bat-Mito.



Así, el relato de Morrison arranca con una serie de planchas magníficamente ilustradas por Tony Daniel y en las que ambos autores subrayan al alimón la dualidad que rodea a Bruce Wayne / Batman a partir de un encuentro entre este y su más encarnizado enemigo, el letal Joker. Se trata de un enfrentamiento que recuerda poderosamente a una de las historias más memorables de Batman y su némesis: por supuesto, me refiero a La broma asesina de Moore y Brian Bolland.



A partir de ahí, Morrison urde un puzzle donde cada personaje secundario -el doctor Hurt, Jezebel, el citado Guante Negro- funcionan como piezas que hay que ir encajando para llegar a descubrir la imagen final. Una imagen que, como decíamos, no ha sido del gusto de todo el mundo, y que me reservo mucho de desvelar aquí por si quedase alguien que pese a vivir en la era de los spoilers a mansalva vía Internet todavía no supiese cómo concluye este arco argumental. Lo que sí puedo subrayar es que, sinceramente, prefiero pese a sus incongruencias, sus imperfecciones y sus flirteos con el absurdo un relato atrevido y provocador como el de Morrison a la demagogia fácil y de escaso mérito en la que ha caído Gaiman con su más reciente propuesta.



Esta no es otra que Batman: ¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado?, la cual se presenta como la que podría ser la última historia de Bruce Wayne. Publicada en dos partes en Batman 686 y Detective Comics 853 y con dibujos de un -como casi siempre- estupendo Andy Kubert, se trata, como se ha dicho en más de una ocasión y como destaca el propio guionista en su introducción, de una carta de amor abierta al personaje de Bob Kane.



Difícil lo tenía Gaiman para superar las supuestamente odiosas pero inevitables comparaciones que desató la propia DC Comics al titular el relato, en lugar del con el previsto Batman: The End de Gaiman, con el que ha resultado ser el título definitivo, y que remite a la, esta sí, obra maestra absoluta concebida por Alan Moore en Superman: ¿Qué le sucedió al Hombre del Mañana?.



Volvamos al Batman de Gaiman: el autor de Los hijos de Anansi recurre de nuevo a la estructura tan habitual en él, rescatada de clásicos literarios como el Decamerón de Boccaccio o los Cuentos de Canterbury de Chaucer, basada en el relato oral de distintas historias por parte de unos personajes-narradores reunidos en un espacio común, y que tan buen resultado le dio, por ejemplo, en la citada The Sandman. Aquí, con motivo de la muerte de Batman, se reúnen aquellos que le acompañaron en su lucha contra el crimen (Robin, Alfred, Jim Gordon, Oráculo) y también aquellos que se enfrentaron a él (una larga nómina de villanos entre los que destacan el Joker, el Pingüino, Dos Caras o Rhas Al'Ghul).



El valor de estos relatos orales, claro, es variado, y no acabo de ver, por ejemplo, qué interés puede tener la historia que cuenta Selina Kyle, alias Catwoman, y que abre la sesión. Otra cosa muy distinta supone el relato inmediatamente posterior, contado por Alfred, y de lejos lo mejor de toda la función; como suele decirse, es una narración que justifica por sí sola la lectura de la obra, tratándose de un relato emotivo y sorprendente que redefine la amistad que durante años unió al ex-actor y mayordomo con Bruce Wayne y, de paso, a su némesis definitiva.



Pero, finalmente, Gaiman no puede evitar caer en una molesta estructura circular y, sobre todo, en esa filosofía new age que una y otra vez reaparece en su producción más reciente, y que en mi opinión malogra muchas veces su obra literaria al acercarla a la fantasía más soft, algo con lo que un servidor personalmente no comulga.



Queda, para el recuerdo, los distintos homenajes que Gaiman y Kubert realizan a algunas de las historias más significativas del Hombre Murciélago -particularmente, me encantó el muy sutil homenaje a McKean y el citado Arkham Asylum-, así como a las distintas encarnaciones gráficas de Batman por parte de autores como el propio Bob Kane, Neal Adams o Frank Miller... Algo que, de todas formas, ya hizo de forma más explícita el espléndido John Cassaday de Planetary / Batman: Noche en la Tierra.



Con todo, el álbum se deja leer y no solo por el buen hacer de Kubert y hallazgos como la mencionada historia de Alfred Pennyworth: Batman es un personaje icónico y, como tal, tiene un peso detrás que para bien y para mal condiciona y mucho cualquier lectura que se haga de cualquiera de sus historias. Y esta, también para bien y para mal, no es una historia cualquiera. Aunque solo sea por eso, vale la pena echarle un vistazo... pero teniendo siempre en cuenta que a Gaiman le ha resultado de antemano mucho más fácil ganar este combate (en comparación, amañado) que a su compatriota Morrison, siempre tan proclive a autoimponerse retos para no caer en el tedio, el suyo.



Volviendo a Morrison y su "R.I.P.": como muestra del tirón comercial del autor y de la relevancia de una saga como la citada, hay que destacar la existencia de Batman: Black Casebook, recientemente publicada por Planeta como Batman: Los archivos negros. Se trata de una suerte de complemento que recoge doce historias clásicas protagonizadas por el Hombre Murciélago y su compañero Robin realizadas por varios guionistas y dibujantes, destacando entre los primeros el co-creador Bill Finger y entre los segundos Sheldon Moldoff.



En el ámbito artístico, la distancia temporal es la que permite enjuiciar ciertas obras de manera muy distinta a la intención con la que fueron concebidas. Partiendo de este axioma, que justifica por sí solo la existencia de lo kitsch y lo camp como tendencias estéticas, es de la manera en que Los archivos negros cobran consistencia y adquieren relevancia. Pues solo así, y dejando a un lado el afán completista, si se entienden estos relatos en clave de humor surrealista, pueden lograr interesar al lector de hoy.



Y es que este Batman, como bien explica Alberto García en su ilustrativa introducción, es -lógicamente- el más vilipendiado de toda su existencia: el de los años 50 y primeros 60 (las historias aquí recogidas se publicaron entre 1951 y 1964), una época que llevó al superhéroe más urbano y más humano de DC Comics, una figura más o menos creíble pero lejana a la grandeza épica de, pongamos por caso, Superman o Wonder Woman, hasta el espacio exterior, y a vivir algunas de las más extrañas aventuras de toda su carrera contra el crimen.



Porque más allá de introducir apuntes dramáticos como la posibilidad de la muerte de Robin, mucho antes de que lo hicieran Jim Starlin y Jim Aparo en la saga "Una muerte en la familia", estas "historias que inspiraron Batman: R.I.P." -como reza el subtítulo- incluyen, entre otras: un relato en el que Robin siente celos ante la posibilidad de que un tal Wingman sea el nuevo sidequick de su mentor (en una de las historias de corte más filogay de la historia del Cruzado Enmascarado); un encuentro entre el dúo de héroes y sus correlativos indios; una reunión de "los Batman de todas las naciones", entre ellos el Caballero y el Escudero (Inglaterra), el Mosquetero (Francia), el Legionario (Italia), el Guarda (Australia) o el Gaucho (América del Sur); una historia retrospectiva que sitúa al mismísimo Thomas Wayne, padre de Bruce, como un antecesor de Batman con todas las de la ley; una historia protagonizada al alimón por Batman y Superman con un final sorpresa que, hoy, se adivina a la legua; el encuentro entre el protagonista y su réplica del planeta Zur-en-arrh; o la que es mi favorita sin duda alguna: un relato en el que Batman debe convertirse en Starman al haber conseguido el malvado profesor Milo que el héroe tema la figura del murciélago (!).



Como ven, y más allá de la curiosidad de localizar la primera aparición de algunas de las ideas recuperadas recientemente por Morrison, se trata de una obra que hay que leer con la perspectiva que demanda el paso del tiempo; si se logra, y créanme que un servidor lo hizo, supone uno de los mayores divertimentos que pueda proporcionar el mercado nacional de cómics superheroicos, dicho sea esto sin ningún atisbo de ironía ni cinismo. Así pues, no dejen pasar estos Archivos negros, sean o no seguidores de la visión del creador de Los Invisibles acerca del Hombre Murciélago, el cruzado enmascarado de Gotham City: Batman.


Título: Batman: R.I.P.
Autores: Grant Morrison (guión) / Tony Daniel (dibujo)
Editorial: Planeta de Agostini Comics
Fecha de edición: noviembre de 2009
168 páginas (color) - 16,95 €


Título: Batman: ¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado?
Autores: Neil Gaiman (guión) / Andy Kubert (dibujo)
Editorial: Planeta de Agostini Comics
Fecha de edición: diciembre de 2009
90 páginas (color) - 9,95 €


Título: Batman: Los archivos negros
Autores: Bill Finger et alii (guión) / Sheldon Moldoff et alii (dibujo)
Editorial: Planeta de Agostini Comics
Fecha de edición: enero de 2010
146 páginas (color) - 11,95 €


3 comentarios:

  1. Para mi el estilo de dibujo de Tony Daniel no encaja nada con el cruzado de la capa, y la historia, sí, entretenida nada más, lástima del bombo y platillo que le han dado.

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  2. Hombre, yo creo que como historia,dejando todo lo demás a un lado, la de Neil Gaiman le pasa muy por encima a lo perpetrado por Grant Morrison (sin ser tampoco una maravilla). Pero es como comparar Grindhouse con Pulp Fiction. No hay color. Que luego la historia de Neil Gaiman no sorprenda pues sí, no es su mejor trabajo, es una historia sencilla que sólo busca el homenaje a un personaje. Neil Gaiman tampoco intenta por eso contar algo nuevo sino que limita a recoger lo mejor de la historia del personaje que otros autores han ido aportando anteriormente y le aporta sus reconocibles clichés. Lo de Grant Morrison si sorprende en cambio, para mal, porque una historia a la vez tan tópica y tan absurda es difícil de conseguir. ¿La idea era buena? Puede que sí pero se queda simplemente en un sinsentido. Y Alan Moore me encanta pero ¿Que sucedió con el hombre del mañana? no me parece ni de lejos lo mejor que ha escrito en su carrera. Desde luego consigue lo que no logra Grant Morrison y como historia deudora de su tiempo es de alabar pero sacada de ese contexto es una historia llena de absurdos que no tiene sentido más allá del guiño.

    Por lo demás felicidades por el artículo. Muy bueno, aunque no este de acuerdo en todo.

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  3. No sé si obra maestra absoluta, pero desde luego el "Superman: ¿qué le sucedió al hombre del mañana?" de Moore me parece infinitamente superior al tebeíllo de Gaiman y Kubert, muy menor y olvidable. El escritor inglés confirma una vez más que es autor de una sola obra...

    No creo que pique con "RIP". Lo inmediatamente anterior en el Batman de Morrison me parece una castaña pilonga, así que creo que me limitaré a comprar los números de "Batman & Robin" dibujados por Quitely porque serán muy bonitos de mirar...

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