lunes, 28 de diciembre de 2009

Nuestro lado oscuro



No quería que llegara el cambio de año sin haber recomendado en este vuestro blog uno de los ensayos más interesantes de entre los publicados a lo largo de este 2009 a punto de finiquitar: Nuestro lado oscuro, de Élisabeth Roudinesco, publicado por Anagrama y cuyo título sirve para encabezar estas líneas.



En este estudio, y como reza el subtítulo "Una historia de los perversos", la autora francesa analiza el concepto de la perversión y la figura del perverso desde su aparición en la Edad Media hasta nuestros días, haciendo particular hincapié en los puntos álgidos de la historia de la perversión, desde el brutal Gilles de Rais a las atrocidades cometidas por los nazis en el siglo XX, pasando por el Marqués de Sade o por Erzebet Bathory, apodada la Condesa Sangrienta.



Por supuesto, el devenir de la perversión está muy sujeto a la sexualidad, como bien demuestran los dos títulos que hoy recomendamos. Empecemos por Reincidente, del norteamericano Zak Sally, recientemente editado por Apa Apa Còmics... una editorial que, como ya he señalado alguna vez, no deja de darnos alegrías conforme va aumentando su catálogo. Solo con este título y con Ombligo sin fondo justifican toda una labor editorial anual.



Dejémoslo claro desde el principio: Reincidente me parece uno de los mejores cómics del año, una aseveración que les adelanto ya se comprobará cuando el próximo sábado publique una lista con la selección de las mejores novedades editadas en 2009. Se trata de una antología de seis historias escritas y dibujadas por Zak Sally, y publicadas originalmente como la tercera entrega de Recidivist. Dada la calidad del material, espero que Apa Apa se decida a publicar el resto de historias breves de este autor, editor de La Mano 21 curiosamente conocido también por ser hasta el 2005 el bajista del grupo musical independiente Low.



Relatar lo que cuenta Reincidente es tarea ardua, en primer lugar porque las seis historias que incluye no conforman realmente una sola, pero tampoco son del todo independientes entre sí, ya que el autor se preocupa de usar constantes desde la misma maquetación del volumen que las interrelacionan todas entre sí, articulando un peculiar discurso unitario caracterizado por el misterio, la sugerencia, la ambigüedad.



Nada parece estar dejado al azar en este Reincidente: de las seis historias, aquellas ubicadas en un puesto impar son las más narrativas, esto es, aquellas que pueden contarse más allá de las dificultades que pueda entrañar su interpretación. Esto último es particularmente destacable en "Vómito animal", la tercera historia, apenas quince páginas en las que Sally construye una fábula de animales antropomórficos tan desasosegante como fascinante, y en la que no parece complicado encontrar ecos de Jonathan Swift o George Orwell.



Menos ambiciosas, pero por eso mismo más conseguidas, me parecen las historias primera y quinta del volumen: la primera es "Alimentar a la esposa", que entronca en la línea del terror moderno y cotidiano de autores como el merecidamente laureado Clive Barker o el más desconocido (aquí) y reivindicable Jack Ketchum. Se trata de un relato intimista acerca de la dominación y la sumisión, interpretable en clave metafórica (ese curioso final) o simplemente realista (la posibilidad de un juego sexual asumido e interpretado por los dos únicos actores de esta función).



En cuanto a la historia quinta, que no tiene título y se desarrolla toda ella en el marco de un quirófano, me parece el mejor relato corto que he tenido la fortuna de leer en el ámbito de la narrativa secuencial este año. Es una historieta breve -de cuatro páginas más que "Vómito animal", pero con mucho menos texto y menos densa que la anterior- en la que a partir de cuatro personajes -el cirujano, las dos enfermeras y el paciente- y la relación que se establece entre ellos Sally refleja las grandezas y miserias del ser humano, la capacidad de jugar a ser Dios y el miedo a la muerte. Una historia en la que apenas una frase -"Por favor, no me dejen morir"- escrita en un papel que el lector ya tuvo oportunidad de ver como puerta de entrada al primer relato cobra una fuerza inusitada. Absolutamente demoledor.



Por su parte, las historias pares parecen más bien composiciones poéticas ilustradas, sin diálogos y donde el discurso es un monólogo interior, con un sutil hilo narrativo: "Las niñas secretas" es una variante muy conseguida del tema de la perversión y la maldad infantiles; "La gran cura" es un reflejo de la enfermedad, la mortalidad, la condición caduca de la carne, en un marco de soledad que precede a un posible apocalipsis individual; finalmente, la sexta y última historia, también sin título, y que presenta ecos de las historias precedentes, cierra utilizando como elemento de engarce la presencia de ángeles el universo mortecino e inquietante de este Reincidente que, repito, me parece merecedor de mucha más atención de la que se le ha dado.



Menos perfecto, pero para nada desdeñable, me parece Nosotros las bestias, una novela gráfica de Abel Ippólito publicada hace poco por Edicions de Ponent. Si Reincidente optaba por retratar la perversión de manera esquinada, este relato en contundente blanco y negro apuesta por plasmarla en sus páginas con absoluto descaro, sin cortapisas ni subterfugios, en una narración más lineal y, hablando siempre en términos instrumentales, conservadora.



El protagonista de Nosotros las bestias es Cristiano, un autor de libros infantiles creador de Pió-Pió, un pequeño pollito que protagoniza una serie de álbumes que le han dado prestigio dentro del mundo editorial. Un pollito cuya tragedia personal es que no tiene sombra, lo que lo caracteriza como alma pura pero lo distingue del resto de sus congéneres y lo acaba sumiendo en una gran depresión. Este relato ilustrado, que puntúa con su aparición todo el volumen, servirá de contrapunto, de proyección del propio drama personal vivido por el protagonista.



Pese a su triunfo, Cristiano no es feliz: seis años antes, en un momento de distracción, su hija Lucía desapareció en el parque donde jugaba. Esto fue seguramente el denotante de una crisis matrimonial que acabó provocando la separación del protagonista y su mujer (que, por cierto, acabó recalando en la cama del editor de los libros del susodicho). Pero el destino quiere llevar a Cristiano por otros derroteros: un accidente de coche acaba provocando que el protagonista acabe en una isla donde un anciano apodado por su nacionalidad "El Alemán" impone -al parecer sin necesidad de violencia ni ningún tipo de castigo- su autoridad.



Este giro argumental, que puede recordar al punto de arranque de Strangehaven de Gary Spencer Millidge, llevará a Cristiano a conocer no solo al Alemán, sino también a la misteriosa y fascinante Morena, una bella joven de doble personalidad, a Caín y al Chino, dos matones al servicio del Alemán, o a Silvia, una exuberante pitonisa que pronto se sentirá atraída por Cristiano.



Ippólito muestra una gran valentía a la hora de retratar las simas más abisales del ser humano, y no me refiero precisamente a esas orgías de adultos que pretenden transgredir las normas al más puro estilo de Eyes Wide Shut, sino a otros aspectos de la narración que me permitiré reservarme para no desvelar nada inconveniente al futuro lector. Ahora bien, lo que Nosotros las bestias gana en valentía y funcionalidad, lo pierde en capacidad de sugestión. Sea el lector quien elija cuál de las dos opciones le parece la más adecuada.



Suele decirse que entre lo sublime y lo ridículo apenas resta un paso, y el relato de Ippólito bordea peligrosamente la frontera entre ambos, aunque afortunadamente nunca la rebasa. Pero sí es cierto que los giros argumentales de esta historia a veces rozan alguna que otra casualidad increíble. Pecata minuta, también es cierto, en un relato de atmósfera muy conseguida e interés constante por parte del lector, un lector que se propone desentrañar los misterios que alberga en su interior este relato cruel y romántico -en la acepción más clásica y literaria del término- acerca del amor, la pérdida y la capacidad de superación.



Dos obras, pues, sobre la dualidad que alberga el ser humano, y que merecen tener su hueco en las estanterías de todo coleccionista que se precie.

Título: Reincidente
Autor: Zak Sally (guión y dibujo)
Editorial: Apa Apa Còmics
Fecha de edición: diciembre de 2009
112 páginas (b/n) - 14 €

Título: Nosotros las bestias
Autor: Abel Ippólito (guión y dibujo)
Editorial: Edicions de Ponent
Fecha de edición: noviembre de 2009
172 páginas (b/n) - 16 €


[Fotografias: 1.ª y 3.ª- Zak Sally; 2.ª- Abel Ippólito.]

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