jueves, 5 de noviembre de 2009

Nuestra propia sangre: La huella del crimen



Enfrentarse a la lectura de una novela y al juicio posterior cuando se conoce de primera mano al autor y, todavía más, se sabe algo del proceso de creación de dicho texto, puede resultar un trabajo, aunque a priori pueda parecer lo contrario, mucho más arduo y complicado que acercarse a una obra con la mirada limpia y totalmente libre de prejuicios (sean estos a favor o en contra). Esta era a priori mi peliaguda situación como lector y crítico frente a Nuestra propia sangre, del escritor y periodista alicantino, y amigo del que esto suscribe, Mariano Sánchez Soler.



Pese a ello, creo que he conseguido superar cualquier coacción ajena al material literario y he podido disfrutar del mismo con justicia y rigor (aunque no faltarán quienes me acusen de proselitismo, pero tanto me da) de esta novela recientemente publicada por Rey Lear y premiada con el XII Premio Francisco García Pavón de Narrativa convocado por el Ayuntamiento de Tomelloso.



La acción de la novela, tras una cita de Los hermanos Karamazov de Fiódor Dostoyevski, arranca con el hallazgo en la localidad alicantina de Beniarbeig de un cuerpo sin vida, el de un pequeño empresario de la construcción llamado Ramón Sendra Tarrades, sobre su propia cama, con un agujero de bala en la cabeza. Y continúa con la subsiguiente acta de inspección ocular y levantamiento del cadáver, que fragmentada planeará durante toda la obra a modo de cita introductoria de cada uno de los 29 capítulos que componen la novela. Pero antes podremos leer una declaración de intenciones de Sánchez Soler: "Los nombres y personajes de esta novela son reales, aunque se deben a la imaginación del autor". Optando por una variante mucho más osada del habitual "Basado en hechos reales", algo en lo que mienten desde los mismísimos hermanos Coen hasta el más torpe realizador de telefilmes de sobremesa, el autor confiesa la ficción del libro al mismo tiempo que nos adelanta una verosimilitud y una adecuación a la realidad que nos rodea que se demostrará casi a cada página.



Leyendo estas líneas y la novela en su totalidad es imposible no recordar el pasado de Sánchez Soler como periodista de investigación en publicaciones como Tiempo, así como su actividad presente como autor de ensayos de índole política y social, con una particular querencia por lo criminal (como buen autor de novela negra que es), y que nos ha dado títulos como Descenso a los fascismos, Ricos por la patria, Los banqueros de Franco o una biografía no autorizada del juez Baltasar Garzón. Y es que Nuestra propia sangre, que tuvo otros títulos como El Día del Padre hasta alcanzar su forma definitiva -y es que Sánchez Soler sabe muy bien, como lo sabía Flaubert, que la obra solo está terminada cuando se entrega a su público-, se inscribe con naturalidad en la producción novelística del autor, marcada siempre por su acercamiento a la realidad. Aquellos que hayan leído Para matar, la reciente La brújula de Ceilán o las novelas que forman el corpus titulado Grupo antiatracos sabrán muy bien de qué estamos hablando.



¿Y qué cuenta exactamente Nuestra propia sangre? El libro, como decíamos, arranca con el fallecimiento de un personaje que, por supuesto, solo cobrará vida en la novela a partir de los testimonios de las personas que le conocieron. Sobre todo de su viuda y sus hijos, a partir de cuyas voces Sánchez Soler articula la novela en su totalidad. Como en Rashomon de Akira Kurosawa, o como en la parte final de Jackie Brown de Quentin Tarantino (las referencias cinematográficas no son gratuitas, habida cuenta la confesa cinefilia del autor y su labor docente en el Centro de Estudios Ciudad de la Luz de Alicante), las distintas declaraciones van armando a modo de puzzle una realidad que a veces no acaba de casar, dadas ciertas contradicciones.



Al final todo se aclara, dicho sea esto para tranquilizar a los más conservadores amantes de los whodunits al más puro estilo de Agatha Christie. Pero eso es lo de menos: lo que hace de Nuestra propia sangre una magnífica novela, que funciona tanto como narración de género negro como drama de denuncia social (y ahora es cuando algunos se preguntarán, con lógica, si acaso no estamos hablando de lo mismo), es el retrato, lleno de aristas y matices, de un monstruo real como Ramón Sendra y de las víctimas que sufrieron durante años.



El libro, basado o no en hechos reales (que es, verdaderamente, lo de menos), no habría desentonado en la serie televisiva producida por Pedro Costa La huella del crimen, que tan popular fue hace algunos lustros en televisión al llevar a la pequeña pantalla casos como los del criminal Jarabo (en el episodio, Sancho Gracia) o las envenenadas de Valencia, y de la que acabó surgiendo como película para la gran pantalla la soberbia Amantes de Vicente Aranda. Tal es el grado de realismo que consigue Sánchez Soler en la descripción de los hechos, armando el pasado de los personajes -tan conseguido como el de Ramón, el "Rosebud" alrededor del que gira la acción, nos parece el de Soledad Campos, su sufrida esposa y quizá responsable de su muerte- a partir de los recuerdos de familiares y conocidos, documentos oficiales y hasta el diario que escribe la viuda en prisión, en uno de los capítulos más conseguidos (y reveladores) de todo el libro... Aunque el favorito del que esto firma sea el que forman los análisis clínicos de los hijos de Ramón, en donde el código analítico y frío de los científicos desvela las consecuencias posteriores de los maltratos y otros horrores.



Por lo demás, solo cabe destacar que Mariano Sánchez Soler, defensor confeso de la palabra justa y precisa, libre de artificios innecesarios y de cualquier concesión a la galería, depura todavía más su estilo y nos regala un relato tan seco y austero como cabría esperar de su permanente evolución como escritor. Así pues, y para entendernos, Nuestra propia sangre está mucho más cerca de la precisión cortante de Jim Thompson que de la poética del fracaso de Raymond Chandler. Por tanto, no espere el lector un gran fresco social y criminal al estilo de James Ellroy, con índice de personajes al final para que el lector no acabe perdiéndose en las procelosas aguas de una trama alambicada; la obra de Sánchez Soler es más bien una pequeña pieza de cámara, una joya de orfebrería que, de todas maneras, no resulta complicado entenderla como proyección de una realidad mucho más amplia y tangible, la de la violencia de género, lamentablemente presente en los noticiarios y la prensa casi a diario.



Así pues, y como conclusión, solo nos queda declarar que Nuestra propia sangre se nos antoja una novela espléndida, de lectura absorbente y, más aún, digna de un adjetivo que muchas veces se emplea con demasiada alegría irresponsable pero que aquí nos parece más que justificado: el de necesaria.


Nuestra propia sangre
Mariano Sánchez Soler
Madrid, Rey Lear, 2009
168 pp. - 14,95 €

Nota bene.- Hoy jueves 5 de noviembre, a las 20 horas, tendrá lugar la presentación de Nuestra propia sangre en la librería 80 Mundos de Alicante (C/ General Marvá, 14). El acto, de entrada libre hasta completar el aforo del local, contará con la presencia del autor y del que esto escribe, y al finalizar la presentación el librero y anfitrión, Fernando Linde, obsequiará a los asistentes con un vino.

(+) Previously on Abandonad toda esperanza, Mariano Sánchez Soler:
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