Bodrios que hay que ver: La mujer murciélago

Hoy toca una de superhéroes, porque en el cine de superhéroes, amigos míos, también hay bodrios. Y no, no me refiero a las recientes películas de Los 4 Fantásticos y su secuela, ni siquiera a esas joyas dirigidas por Mark Steven Johnson tituladas Daredevil y Ghost Rider. Hoy hablaremos de Batwoman. Pero no de esta:



Y ni siquiera de esta:



Sino de esta otra:



La mujer murciélago es una producción mexicana de 1968 que, con toda la cara del mundo, se apropiaba de la parafernalia del Batman de Bob Kane popularizado unos años antes en las televisiones de todo el mundo a partir de la serie protagonizada por Adam West -actor que hoy vive una segunda época de gloria profesional, ya ves tú qué cosas, como dibujo animado y alcalde de Quahog, la ciudad de Padre de familia-, para mezclarla alegremente con rasgos de otros subgéneros, películas, estilos y estéticas, caso del universo de los luchadores enmascarados mexicanos, los filmes de James Bond o las monster movies de serie B.



Esta impagable producción arranca con el descubrimiento en la costa del cadáver de un célebre atleta de lucha libre. Las fuerzas de la ley acuden enseguida al agente especial Mario Robles, que a su vez colabora con la Mujer Murciélago, luchadora enmascarada contra el crimen de la que solo Robles conoce su identidad secreta (ya que se deduce se la beneficia alguna que otra vez), y de la que a lo largo del film descubriremos que tiene dos versiones de disfraz superheroico, uno más tapadito para el invierno y otro más fresquito para cuando llega el momento de la "operación bikini".



Para descubrir la identidad del asesino, la Policía organiza una serie de combates en la Arena, e infiltra a la Mujer Murciélago (lo de infiltrar es un decir, porque va con el traje puesto allá donde va) en el gimnasio con el fin de que tenga la oreja de la máscara puesta en lo que se comenta por allí. Así, la aguerrida luchadora (contra el crimen y a secas, pues sobre el ring retuerce brazos y dobla piernas que da gusto) descubre que probablemente sea el misterioso y solitario Dr. Eric Williams quien esté detrás de los crímenes. Y digo yo, no creo que sea muy complicado saber que el criminal es alguien que se llama "Dr. Eric Williams" entre tanto Mario, José y Tony, sobre todo si vive apartado en un yate llamado Reptilicus -nada de la Santa María, el Virgen del Carmen o La Dorada II-, y tiene por ayudante a un tipo llamado Igor, que en este caso es una mezcla entre Elisha Cook Jr. y el abuelo de Médico de familia de Emilio Aragón.



Pero sigamos con el argumen... con las cosas que pasan en la película: el espectador -que no es tonto ni ciego- descubre antes que la propia Mujer Murciélago -que ciega no es, pero muy lista tampoco- que el propósito del Dr. Williams es crear un Hombre Pez, un híbrido entre... pues eso, entre un hombre y un pez, a partir de un experimento tan curioso como meter en una cisterna un pez dorado y un muñeco que parece un Geyperman y someterlos a ondas radioactivas (o así). Efectivamente, pronto dispone a su rendido servicio de Piscis, un Hombre Pez muy parecido a la Criatura del Lago Negro (en España, La mujer y el monstruo), y que, como imaginarán, es un figurante vestido con un traje de goma comprado en la tienda de disfraces del barrio y que en comparación deja los efectos especiales de las películas de Ed Wood a la altura de la última palabra en FX generados por ordenador.



A partir de ahí, la película se construye poco más que a partir de enfrentamientos puntuales de la Mujer Murciélago y el valiente Mario Robles -que tiene nombre más de torero que de agente gubernamental- con los secuaces de Williams, incluyendo la lucha marina entre la enmascarada y el hombre pez.


Finalmente, ella descubre que un enganche que Williams le colocó en la capa no es un adorno para un traje de fiesta, sino una suerte de localizador-atraedor para Piscis. Haciendo gala de su proverbial inteligencia, ella se lo coloca al propio mad doctor en un momento de distracción de este, y por ello el híbrido, cual criatura de Frankenstein, acaba por terminar con la vida de su creador.



Como verán, esta es una cinta verdaderamente inenarrable, aunque haya intentado narrárselo aquí; un simpatiquísimo engendro filmado por René Cardona padre, un clásico del cine mexicano, director de casi un centenar y medio de películas, entre las que no faltan varios títulos protagonizados por Santo, el luchador enmascarado, dos clásicos del cine fantástico más psicotrónico como La mujer sin cabeza o La llorona, así como títulos del calibre de Allá en el rancho chico, Jesusita en Chihuahua, Adiós mi chaparrita, ¡Ay qué rechula es Puebla!, Una canción a la vírgen (sí, con tilde, allí es con tilde, a mí no me miren), Una viuda sin sostén (espero que se refieran a sostén económico, no al otro), Sindicato de telemirones (¿de qué irá esto? No lo sé ni quiero saberlo, pero el título me encanta), Las luchadoras contra el médico asesino, Las luchadoras contra la momia, Las luchadoras contra el robot asesino (hay que ver lo que luchaban las luchadoras estas), La horripilante bestia humana, Entre monjas anda el diablo (¡apóstata!), Prisión de mujeres (ay ladrón), Raza de víboras (ay pájaro), Las lobas del ring (no comments)...



En cuanto a la protagonista del film, Maura Monti, destacar que en su momento fue toda una estrella mediática en México: mujer de cierta clase (económica, que no actoral, visto lo visto), modelo de pasarela, presentadora de televisión y estrella de cine que se jactaba de no ser doblada en las escenas de riesgo... aunque a poco que se fije uno, se dará cuenta de que quien lucha en el ring vestida de Mujer Murciélago pesa como veinte kilos más que la Monti...



En fin: La Mujer Murciélago de René Cardona es algo verdaderamente digno de verse, créanme, salvo que sean herederos de Bob Kane y no puedan soportar el pensar en su ilustre antepasado revolviéndose en la tumba al comprobar lo que alguien ha perpetrado a partir de su célebre Hombre Murciélago de Gotham City.