"He visto el futuro del terror, y su nombre es Clive Barker."
- Stephen King
Digámoslo ya: El blues de la sangre de cerdo es la primera de las varias obras maestras que encontraremos en los Libros de Sangre de Clive Barker. En un primer encuentro con su obra, y después de disfrutar (y de padecer) narraciones tan interesantes como "El tren nocturno de la carne" o "El Charlatán y Jack", podría parecer que -como mucho- las páginas venideras se limitarían a mantener ese nivel; pero la historia que ahora nos ocupa lo supera con creces y es, todavía hoy, una de las más altas cotas artísticas de su autor.
Y es que un relato que, ambientado en un centro correccional de marcado homoerotismo, arranca señalando que "Se podía oler a los niños antes de verlos" y finaliza mostrando cómo uno de los personajes empieza devorar a otro y describe que el primero se abalanza "sobre el cuerpo de su salvador para arrancarle la vida a besos", no puede sino encontrarse entre lo mejor que ha dado el relato de terror en los últimos tiempos.
La acción del relato transcurre en Tetherdowne, un centro de rehabilitación para delincuentes juveniles, una auténtica cárcel donde los residentes son vigilados férreamente por el personal del complejo. A las filas de este se incorpora Neil Redman, el protagonista de la historia, un ex policía que empezará a trabajar en el centro y deberá ganarse el respeto, cuando no la amistad, de los jóvenes a su cargo.
Entre estos jóvenes se encuentra Tommy Lacey, un chaval conflictivo que parece mostrar una relación de fuerte dependencia respecto de Hennessey, otro de los presos que acabó fugándose del centro. Lacey advierte a Redman de que Hennessey murió, pero que todavía está presente en el lugar. Pero Redman no cree en fantasmas...
Con "El blues de la sangre de cerdo", Barker construye su particular mirada al mundo de los adolescentes conflictivos, casi una versión morbosa, siniestra y gore de El señor de las moscas de William Golding o Viento en las velas de Alexander MacKendrick, cambiando isla y barco por un centro correccional y unas pocilgas donde los adolescentes trabajan, y donde reside una enorme cerda que tendrá una presecia fundamental en el devenir de los hechos. El resultado es un relato de marcado homoerotismo, aspecto este que reaparecería después en otros cuentos de Barker, como el soberbio "En las colinas, las ciudades": muchos años antes de que el propio escritor de Liverpool saliera del armario y confesase su homosexualidad, ya plasmaba en sus textos su condición sexual. Y "El blues de la sangre de cerdo", donde Eros y Thanatos se funden y confunden, es una joya de lectura imprescindible.
"El blues de la sangre de cerdo", en Libros de Sangre (vol. 1)
Clive Barker
Madrid, La Factoría de Ideas, 2005, pp. 93-129.
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ResponderEliminarLo que me gusta de ese relato es cierta atmósfera de film noir
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