domingo, 23 de diciembre de 2007

Soy leyenda: Alone in the Dark



A la hora de realizar una nueva versión de una historia ya contada previamente caben dos posibilidades bien distintas: por un lado, la extrema fidelidad al original, decisión que suele tomarse para no defraudar a los fans de este último, pero que puede suponer también mermar la capacidad de sorprender; por otro lado, el tomarse ciertas libertades respecto del material previo, con el fin de ofrecer a su público algo nuevo y sorprendente, pero que a su vez puede anular algunos logros del original o incluso malograrlo de tal manera que lo que se cuente sea algo totalmente nuevo.

Algo de lo primero encontramos en la adaptación al cómic de Soy leyenda, recientemente editada en España previniendo que la nueva película de Will Smith iba a volver a poner de actualidad la mítica novela de Richard Matheson; y bastante de lo segundo define este film de Francis Lawrence, que acaba de llegar a la cartelera española como uno de los platos fuertes de estas Navidades.



Soy leyenda, que supone la culminación de un proyecto largamente acariciado por varios directores y actores a lo largo de mucho tiempo (si no recuerdo mal, el actor que más sonó durante años fue Arnold Schwarzenegger, y directores como Ridley Scott o Paul Verhoeven estuvieron a punto de filmarla), se ha materializado finalmente como un blockbuster protagonizado por Will Smith (que lleva encadenando desde hace años películas comerciales, algunas verdaderos taquillazos, como Independence Day, Dos policías rebeldes y su secuela, Enemigo público o Yo, robot) y dirigido por Francis Lawrence, que hasta la fecha solo había realizado Constantine, según el cómic de DC.

La película, como ya sabrán si han leído la novela o visto algunas de las dos versiones previas -L’ultimo uomo sulla terra, con Vincent Price, o El último hombre... vivo con Charlton Heston-, centra su acción en un futuro más o menos inmediato, una época postapocalíptica en la que la humanidad parece haberse convertido en una raza de vampiros ávidos de sangre. Solo un hombre, Robert Neville, parece resistir a la transformación, convirtiéndose en un enemigo encarnizado de aquellos que lucha a diario por sobrevivir en un entorno hostil.



Dos son los grandes temas o aspectos del libro de Matheson que hay que mantener si se quiere realizar una digna adaptación del texto: el primero de ellos es la soledad del personaje. En la novela, el autor de El increíble hombre menguante usó la tercera persona narrativa para enfrentarse a una historia que, por su propia naturaleza, se presentaba más propensa a la primera persona; así, acentuaba la soledad del protagonista, a la vez que eludía la tentadora tendencia a considerar que la atroz historia de Neville podría ser fruto de su paranoia y ocurrir tan solo en la mente enferma de un hombre enloquecido por la soledad y el aislamiento.

En el film, un medio distinto con recursos muy diferentes, hay que mostrar esa soledad, y Lawrence lo consigue con creces: los primeros cuarenta minutos son lo mejor de un film donde brilla un Will Smith que va creciendo como actor, y que aquí ofrece un recital en la piel de un solitario Neville que solo puede comunicarse con su perra Sam -por lo tanto, todo un acierto adelantar su presencia en la narración- y con un conjunto de maniquíes dispuestos tal que personas con las que interactuar.



Es en esta parte de la película que encontramos una traslación más que correcta, por encima de cambios más que superficiales y sin relevancia (convertir un personaje de ascendencia germánica y ojos azules en un afroamericano), del universo literario creado por Matheson, a la vez que somos testigos de la posibilidad de que un blockbuster, además de ofrecer entretenimiento, puede también generar reflexión.

En la traslación a los fotogramas del otro aspecto de la novela radica el mayor problema del film, y que hace que estemos ante una adaptación fallida. Soy leyenda, la novela, refleja también el relativismo de toda individualidad: en un mundo donde toda la humanidad se ha convertido en monstruos chupasangre, y donde solo un hombre resiste a la transformación y se convierte en un aniquilador de aquellos, ¿quién es el auténtico monstruo? Así, Neville se acaba constituyendo como el único elemento que altera el status quo, el verdadero monstruo al que hay que eliminar para que todo siga como estaba. Lamentablemente, en la película de Lawrence esto no acaba por transmitirse: las simpatías del público están siempre con un Neville al que interpreta un actor cuya presencia transmite enseguida la iconografía del héroe (véanse las películas del actor citadas hace unas líneas), y que además se enfrenta a una horda de criaturas del averno, creadas infográficamente a partir de actores reales (¿para cuándo se darán cuenta de que, al menos hasta la fecha, los efectos digitales no pueden suplir a los efectos especiales de toda la vida?), y que podrían ser tanto vampiros como zombis o cualquier otra horrible criatura fugada de los píxeles de Resident Evil, Silent Hill o Alone in the Dark.



A esto habría que añadir otras libertades que se han tomado respecto del libro y que no lo enriquecen, sino todo lo contrario: algunas no tienen demasiada relevancia, como los breves flashbacks que muestran a un Nueva York en el que se empieza a desatar la plaga que transformará a los seres humanos, y que muestran a la mujer y a la hija del protagonista, si bien rompen la línea estética y sensorial de soledad conseguida hasta el momento. Pero otras, como ese final más o menos feliz, tan distinto del de la novela, son de juzgado de guardia, y de paso anulan el sentido del título y la última lectura del texto de Matheson.

Así, como ocurrió con el cómic de Steve Niles y Elman Brown, y que nos lleva a seguir esperando una digna adaptación al noveno arte de Soy leyenda, habrá que seguir esperando también a la versión cinematográfica definitiva de este libro que es, digámoslo antes de despedirnos, una de las más grandes novelas de la literatura (en general, no solo fantástica) de todos los tiempos.


(+) Otras adaptaciones de la novela de Richard Matheson:
- El último hombre... vivo (la película de 1971)
- Soy Leyenda (el cómic)

2 comentarios:

  1. A mi me ha gustado (por mi blog anda la crítica) teniendo en cuenta que estamos ante la adaptación de una obra maestra al estilo de blockbuster cinematográfico actual, mediante lo cual podian haberse estrellado o no... quedándose en un término medio aunque con un aprobado alto (bajo mi punto de vista).

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  2. Anónimo6:16 p. m.

    A mi en general me ha gustado, Eso si, yo creo que mas que una adaptacion del libro es una adaptacion de la peli de Charlton Heston, que me sigue gustando mas.
    A ver si veo la de Vincent Price.

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