Vaya por delante que una película que se autodefine como The Last Horror Movie (esto es, La última película de terror; con este título pueden encontrarla en el mercado doméstico y en plataformas digitales) tiene, a priori, todas mis simpatías: hacen falta tan altas dosis de prepotencia y sinvergonzonería como para nombrarse el salvador (o el enterrador, que para el caso es lo mismo) de un género, que no podemos menos que sentir cierto afecto por los artífices del film en cuestión.
Ahora bien, después de padecer la película y comprobar que es un engendro con todas las de la ley, dicha simpatía se convierte en animadversión hacia los ideólogos que están detrás de este estreno de 2003: en este caso, el guionista James Handel (esta película es su único trabajo, y no nos extraña nada) y el realizador Julian Richards. A este último lo descubrimos al sufrir su debut, la execrable Darklands... pero la experiencia fue tan lamentable que hicimos todo lo posible por olvidarla. Y por ello hemos acabado pagando el pato de repetir.
The Last Horror Movie es una de esas oportunidades que tiene el ser humano de pasarse de listo hasta llegar, como la Enterprise de Star Trek, a territorios a los que el hombre no ha había llegado jamás antes, y que se dan no solo en el cine, sino en todas las artes narrativas: esto es, hacer gala de una autoconciencia de estar inventando algo nuevo y rompedor, cuando en realidad no se hace más que repetir algo ya hecho bastantes veces y, lo que es peor, casi todas ellas mejor.
El film de Richards está protagonizado por Max Parry (al que interpreta un odioso Kevin Howarth, en un trabajo que no sé si es sublime o ridículo, está ahí ahí), un individuo de clase media que disfruta asesinando a personas elegidas al azar mientras un asistente lo graba todo en vídeo. Su finalidad, más allá de explorar su propia condición de homicida, es la de colocar dichas grabaciones en un videoclub, haciéndolas pasar por un film de terror más (esto es, La última película de terror) y estudiar el comportamiento de aquellos que alquilan el film, a los que sigue para vigilar desde una oportuna ventana del salón abierta: ¿es que esta gente no valora su intimidad o qué?
Como imaginarán, el tontolaba de Julian Richards parece creer que ha inventado el cine dentro del cine y las piruetas metanarrativas de guión... De esta forma, The Last Horror Movie empieza como un film de horror teenager más: una camarera de un establecimiento abierto las 24 horas habla por teléfono con su hijo, que está en casa solo viendo una peli de miedo en lugar del Canal Disney o el porno pay per view (que también son ganas)...
De repente, la figura de un extraño (que enseguida identificamos con el loco fugado de un manicomio, algo de lo que una emisora de radio nos ha avisado anteriormente) la ataca por detrás. Pero la acción se interrumpe, y en su lugar aparece un individuo -el citado Max- que interpela directamente al espectador, rompiendo la cuarta pared y advirtiéndole de los horrores extremos que va a ver.
¿Les suena? Claro que sí. Para empezar, esto mismo ya se hizo, y muchísimo mejor, once años antes en el país vecino: Ocurrió cerca de su casa, producción francesa de 1992 escrita y dirigida al alimón por Rémy Velvaux (que se suicidó hace un año; esta película ya adelantaba que era un tipo alegre), André Bonzel y Benoît Poelvoorde, y que seguía las andanzas de un serial killer mientras un reportero y un cámara lo filmaban todo para realizar un reportaje. Como no podía ser de otra forma, los propios realizadores interpretaban al asesino (Benoît), al periodista (Rémy) y al cámara (André).
El film, si no recuerdo mal, fue el vencedor del Festival de Sitges de aquel año (la misma edición en la que un individuo que nadie conocía recibía el premio a la mejor dirección por su debut: el film se llamaba Reservoir Dogs y el realizador, Quentin Tarantino), y cosechó excelentes críticas allá donde fue proyectado. Con todo, siempre la hemos considerado una cinta bastante sobrevalorada, así que ya imaginarán lo que nos parece esta The Last Horror Movie...
Pero hay más: ¿recuerdan la soberbia Henry: Retrato de un asesino? Realizada seis años antes que el film francés, y casi veinte respecto de The Last Horror Movie, ya incluía una escena en la que Henry y Otis (encarnados por unos sobrecogedores Michael Rooker y Tom Towles) veían una y otra vez un vídeo que mostraba la matanza perpetrada por ellos en el hogar de una familia compuesta por un matrimonio y su hijo. Esta escena, de una brutalidad sin parangón, adelantaba la corriente de películas sobre el cine snuff que vendría después, de Asesinato en 8 mm. a la española Tesis.
Como verán, The Last Horror Movie no cumple con lo prometido, y no aporta nada al género como no sea un nuevo intento de sumirlo en los pozos del olvido más abisales... A no ser que con lo de "la última película de terror" se refieran a que es la última película de terror de Julian Richards que vamos a ver. Porque, ahora sí, recordaremos su nombre: al más puro estilo de Memento, nos hemos tatuado un recordatorio en el prepucio que nos evite volver a padecer semejante tormento. El mal rato en el sillón del tatuador habrá valido la pena.
En fin, huyan de Max Parry como de la peste... Aunque por razones distintas a las esgrimidas en el film: podría matarles, sí, pero de sopor.
Post Scriptum.- Que esta película pueda encontrarse por estos lares y sin embargo no suceda lo mismo con esa pequeña joya titulada Behind the Mask (The Rise of Leslie Vernon), que pudimos ver en Sitges 2006, y que también es un experimento formal sobre un asesino en serie cinéfilo, nos parece de juzgado de guardia.
No sabía lo de Rémy Belvaux.....
ResponderEliminarLa peli que comentas, pues eso, a evitarla hasta el día de mi muerte.
Saludos.
donde puedo ver "la ultima pelicula de terror" no exite en ningun sitio, me parece raro
ResponderEliminarEn su día la encontré en la red, pero después, al menos en España, se ha podido ver en televisión por cable (siempre doblada al castellano, claro)... e incluso he visto saldado el DVD de la película en tiendas donde tienen este tipo de artículos a precios irrisorios: 1, 2, 3 €...
ResponderEliminarSuerte con la búsqueda.