jueves, 18 de octubre de 2007
Sitges 2007 (III): Triangle, Mad Detective y Confession of Pain
Como es costumbre desde hace unos años, el cine asiático ha tenido una importante presencia en el Festival de Cine de Sitges, y no solo en su apartado propio (Orient Express), sino también en la sección oficial -donde compitieron, entre otros, los últimos trabajos de Park Chan-wook, Takashi Miike y Katsuhiro Otomo- y en otras secciones paralelas.
Y no solo tuvimos ocasión de ver cine fantástico o de terror, sino también diversas muestras de un género por el que las filmografías orientales siempre han mostrado una gran predilección: el policíaco.
A este género pertenece Triangle, cinta dirigida al alimón por Johnnie To, Ringo Lam y Tsui Hark. To, ahora mismo la gran esperanza asiática del género, es un cineasta acostumbrado a trabajar con otros realizadores, como Ching Siu-Tung o su fiel colaborador Wai Ka-Fai. Por tanto suponemos que no debió costarle mucho aliarse con los más veteranos Lam y Hark para filmar este particular film noir. Pero no se dejen engañar: Triangle no es una película de episodios, sino una única historia de poco más de hora y media donde cada uno de los realizadores ha dirigido un tercio... sin conocer el material filmado por los otros dos.
O al menos eso dice la distribuidora del film; porque vista la película, presenta una unidad no ya narrativa sino formal tal que resulta difícil de creer que estamos ante un trabajo de autoría colectiva.
El título del film no solo alude a la tríada de realizadores, claro está, sino también a los tres protagonistas de la historia, aliados en un robo muy peculiar: el de un traje de oro antiquísimo de las cámaras subterráneas del Parlamento. El hurto solo será el comienzo de una serie de peripecias entre cómicas y dramáticas, y en las que tendrán un papel muy importante la esposa de uno de ellos y su amante, de profesión policía. Para complicar aún más las cosas, uno de los tres ladrones es un traidor...
Una vez finalizada la proyección, la sensación que prima es que Triangle, desde luego, no aporta nada nuevo al género. Ahora bien, se trata de un film resuelto con oficio, que se deja ver con agrado y que supone un entretenimiento digno de principio a fin, dirigido con pulso por tres cineastas que, sorprendentemente, funcionan aquí como uno solo.
Mucho más interesante resulta el otro trabajo de To visto en Sitges: Mad Detective. Co-dirigida también, esta vez con el citado Wai Ka-Fai, el film aúna los géneros negro y fantástico a partir del personaje de Bun, un policía retirado que tiene un don especial: puede ver las mentes de las personas y descubrir sus verdaderas personalidades.
El argumento de partida es el siguiente: después de cortarse una oreja y regalársela a su superior en un acto de locura, Bun es destituido. Tiempo después, un joven policía que le admira recurrirá a él para que le ayude en un caso que está investigando, y que involucra a dos compañeros de policía y una pistola en un oscuro bosque...
El problema (si se le puede llamar así) de Mad Detective es que carece de verdadera intriga, siendo uno de esos casos -como ocurre con series de reciente éxito como Monk o Psych- en los que el interés por la idiosincrasia del personaje protagonista es mucho mayor que el que pueda despertar su trama policiaca. No obstante este personaje, y la visualización de sus aptitudes paranormales (a su alrededor pululan las distintas personalidades de sus congéneres) son lo suficientemente interesantes como para mantener el interés durante toda la proyección. A ello ayuda el espléndido trabajo de Ching Wan Lau en la piel del peculiar policía protagonista.
Y si lo que prefieren, antes que las innovaciones y la mezcla de géneros del cine de To, es un film policíaco de corte clásico, trazado y ejecutado con precisión milimétrica, harían bien en ver Confession of Pain, la última película del tándem formado por Andrew Lau y Alan Mak.
Lau y Mak pasaron a engrosar la lista de cineastas a seguir gracias al éxito internacional de Infernal Affairs, que contó con dos secuelas dirigidas por ellos mismos. Y si todavía quedaba alguien que no conociera su trabajo, tuvo que llegar Martin Scorsese y su Infiltrados, oscarizado remake de Infernal Affairs, para poner los nombres de Lau y Mak en boca de todo el mundo, llegando a elogiosas comparaciones entre ambos trabajos que en muchas ocasiones beneficiaron al original asiático.
La película cuenta con el protagonismo de dos grandes estrellas del cine oriental: el japonés Takeshi Kaneshiro y el chino Tony Leung. Al primero, más habitual en la filmografía china que en la suya propia, lo hemos visto en títulos como Returner o Perhaps Love (esta última, un espléndido musical romántico visto en el pasado Sitges); al segundo lo conocemos sobre todo por sus repetidas colaboraciones con Wong Kar-wai. Curiosamente, ambos coincidieron ya (e interpretando también a dos agentes de la ley) en Chungking Express de Kar-wai, y volverán a coincidir el año próximo en Red Cliff, el nuevo John Woo.
Confession of Pain es una cinta modélica, que analiza la relación de amistad y profesional de dos policías: uno de ellos (Kaneshiro) acaba de abandonar el cuerpo policial y se deja caer en la bebida tras el suicidio de su prometida en Nochevieja; el otro (Leung) investiga el brutal asesinato del padre de su esposa y su secretario en el despacho de su domicilio...
No nos extenderemos más en el argumento del film, para no desvelar más de lo conveniente. No obstante, y como sucede con Mad Detective, sus mayores méritos no radican en el whodunit, en la pura intriga, pues al poco de arrancar el film el espectador descubre enseguida quién está detrás del asesinato del suegro empresario; el interés de Confession of Pain lo encontramos en la meticulosa puesta en escena de Lau y Mak, así como en el trabajo de los actores (ambos protagonistas, espléndidos), bien secundados por otros personajes de menor relevancia pero necesarios para la trama (salvo la alocada camarera a la que da vida la atractiva Shu Qi, el personaje menos interesante de la cinta).
De cualquier forma, Confession of Pain es un film digno de verse y revisarse, que está más cerca de la tradición del cine negro norteamericano que de los thrillers asiáticos, y que nos hace interesarnos por los futuros trabajos de sus firmantes. Lamentablemente, en los próximos y variados proyectos de Andrew Lau, el nombre de Alan Mak ha desaparecido. ¿Será este Confession of Pain el canto de cisne de esta pareja de cineastas tan prometedora?
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