Terry Dodson es uno de esos dibujantes de los que siempre se espera algo en concreto, que en este caso no es otra cosa que personajes femeninos de belleza impactante y anatomía rotunda que respondan a las fantasías eróticas del lector. En ese sentido, se considera heredero directo del arte de Adam Hughes, como le sucede igualmente al Frank Cho de Liberty Meadows o la polémica, al menos en Estados Unidos, Shanna.
Por tanto, es normal que Dodson desarrolle su arte en series mainstream, como la dedicada a Spiderman... y en la que coincidió, precisamente, con Cho. En las páginas de Marvel Knights: Spider-Man no faltaban una sugerente Mary Jane Watson y una explosiva Gata Negra.
No obstante, a la hora de trabajar con compañías extranjeras, como con la francesa Les Humanoïdes Associés, no deja de lado aquello por lo que es más conocido... Si bien, lejos de contar con la presión de la periodicidad mensual, ha dedicado más de tres años a este Sueños: Coraline que ahora nos ocupa, y esto es algo que sin duda se nota en cualquiera de sus páginas.
Por ello, no desespere el lector: aquí volverá a encontrarse con una heroína de físico deslumbrante, en esta ocasión una joven de nombre Coraline Doucet, que, como una Mary Poppins de nuevo cuño, se dispone a ejercer de institutriz para un niño muy peculiar, un joven genio recluido en su mansión mientras inventa toda clase de aparatos y máquinas.
El guión de D.P. Filippi, puesto al servicio de forma incondicional a los lápices de Dodson, se limita (al menos en este primer volumen) a presentar a los personajes y el entorno, así como a plantear la dicotomía realidad / sueño sobre la que parece se sustentará la obra: como en Las Crónicas de Narnia de C. S. Lewis, la puerta de acceso a un universo fantástico no es otra que un armario ropero, por el que Coraline, cada noche, vivirá aventuras de muy diversa índole, acompañada por peligrosos piratas o por un émulo de Tarzán.
Los autores sitúan la acción de este Sueños: Coraline en un lugar y espacio indeterminados, donde Dodson, a partir de unas planchas de gran belleza, juega con las fantasías eróticas del lector mediante dos dualidades: por una parte, la que se establece entre un mundo irreal y onírico, repleto de peligros y donde Coraline se permite estar desnuda del todo, y un mundo real, pero repleto de elementos fantásticos (los artilugios creados por Vernère) y donde la protagonista sigue despertando el deseo del lector voyeur.
Por otro lado, se establece otra dualidad entre el atractivo de la protagonista y su continuo comportamiento de forma inocente: pese a su escaso recato, no está dispuesta a que se aprovechen de ella ni las personas reales (el mayordomo) ni los personajes de ensueño, y ofrece todas sus atenciones precisamente a quien no las demanda: el joven señor Vèrnere, cuyo afán inventor lo ha hecho madurar demasiado pronto y olvidarse de que, en el fondo, todavía es un niño.
Por lo tanto, a la hora de enjuiciar esta obra de forma justa, conviene esperar a la publicación de nuevas entregas, pues la historia no ha hecho más que comenzar. Ahora bien, si queremos referirnos al apartado gráfico, basta con ojear el volumen, lujosamente publicado por Dolmen Editorial, o las páginas que acompañan a esta reseña, y dejarse llevar por el deslumbrante arte de Terry Dodson.
Título: Sueños: Coraline
Autores: D.P Filippi (guión) / Terry Dodson (dibujo)
Editorial: Dolmen Editorial
Fecha de edición: julio de 2007
56 páginas (color) - 15 €
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