Bodrios que hay que ver: El héroe y el terror

No podía tardar mucho Chuck Norris en aparecer por esta sección de los martes, y es que muchas de sus películas son auténticos bodrios... que hay que ver para pasar una entretenida noche de domingo.



Hoy le toca el turno a El héroe y el terror, una de sus películas que, inexplicablemente, cuenta con mayor beneplácito por parte del aficionado. Quizá sea porque en ella el personaje que interpreta el actor y luchador, lejos de ser un maestro absoluto de las artes marciales y por tanto casi invencible, se presenta más bien como un individuo más terrenal y vulnerable.

El argumento de este film de 1988 es, como no podría ser de otra forma, muy sencillo: el protagonista, un policía de Los Ángeles llamado Danny O'Brien, todavía tiene pesadillas en las que recuerda su enfrentamiento con Simon Moon, un asesino en serie con nombre de personaje de tebeo y comportamiento entre psicopático y autista: se trata de un individuo enorme que no pronuncia una palabra y cuyo modus operandi se basa en asesinar a mujeres y conservar sus cuerpos en una especie de madriguera. Ahora, años después, Moon consigue escapar del psiquiátrico donde estaba encerrado, y los crímenes vuelven a sucederse...



Y muy poco más. La cinta, dirigida por William Tannen y en la que Jack O'Halloran (al que los aficionados recordarán como el tercer villano en discordia, junto a Terence Stamp y Sarah Douglas, de Superman II) interpreta a Moon, carece de un interés destacable, su ritmo es demasiado pausado, y además cuenta con una subtrama romántica del protagonista con su novia embarazada (a la que además, horror, se le ha adelantado la crisis de los 40) que resulta cansina hasta decir basta.



Por lo tanto, no es nada del otro jueves, y nos hace preferir otros films de Norris, tan malos como este, pero más desvergonzados... como Invasión USA. Esa sí es, de verdad, un bodrio que hay que ver.