lunes, 16 de abril de 2007

El enigma de Craig T. Rumar

Craig T. Rumar. Se preguntarán quién es. Yo se lo cuento: Rumar es el principal artífice de Marine: Entrenado para matar, una de las peores películas jamás filmadas de la historia del cine. La he visto dos veces y puedo atestiguarlo.



Y no es que uno sea masoquista (bueno, o sí), pero la cuestión es que un servidor había visto esta película en su tierna infancia, cuando no tenía un criterio crítico formado, y el tener la oportunidad de volver a ver una película de la que todo el mundo renegaba pero que por lo menos podría ser objeto de echarse unas risas... era demasiado atractivo como para resistirse.

Pues eso. Corran como de la peste de este film, titulado originalmente Instant Justice, y que tiene el dudoso privilegio de ser la única película que se conoce, o eso he oído, con nacionalidad gibraltareña.



El film cuenta cómo un marine norteamericano viaja a Madrid tras recibir una llamada de socorro de su hermana, que al parecer se dedica a la prostitución de lujo en una red criminal de la que no se puede salir fácilmente. Cuando el protagonista llega a la capital de España descubre de la mano de un amigo de su hermana, un fotógrafo cojo (que se convertirá en su fiel compañero, pese a sus reticencias iniciales), que esta ha sido asesinada. Obviamente, enseguida ambos comienzan a preparar la venganza.



La cinta está protagonizada por Michael Paré, estrella de multitud de títulos de acción de los años 80 y parte de los 90, que forma parte de un star system de serie B, donde también están Michael Dudikoff o Lorenzo Lamas, paralelo al formado por figuras de primera fila como Stallone, Schwarzenegger o Seagal. El principal rol femenino corre a cargo de la pelirroja Tawny Kitaen, sex symbol de culto (y de saldo) de la época, que encarnó a Gwendoline en la versión cinematográfica del personaje de John Willie que filmó Just Jaeckin, y que protagonizó Despedida de soltero junto al hoy popularísimo Tom Hanks.

Lo más curioso de Marine: Entrenado para matar, donde también aparecen Charles Napier (actor fetiche de Russ Meyer o Jonathan Demme) y actores españoles como Manuel de Blas o Aldo Sambrell -ambos en la piel de un traficante de armas y un inspector de Policía, respectivamente-, es que es una película que el mentado Rumar no solo dirigió, sino también escribió y produjo en solitario. Esto es, y como decíamos al hilo de la reciente Ghost Rider, pero aquí aún más justificamente, cine de autor puro y duro.



¿Qué lleva a alguien a poner todo su empeño en escribir semejante despropósito y empeñar su presupuesto en filmar tamaña basura? Este es el enigma que rodea a Craig T. Rumar. Cuando lo descubra se lo cuento en este vuestro blog. Pero quizá cuando muera se lo lleve a la tumba. Así son los insondables misterios del cine de Hollywood... y de Gibraltar. Lo que no es un misterio es que Rumar no haya vuelto a ponerse detrás de una cámara, como no sea para limpiarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario