Neil Gaiman es, sencillamente, uno de los nombres clave del cómic norteamericano de los años 90. Y todo gracias a The Sandman, una de las primeras series de Vertigo, el sello adulto de DC Comics, y que siguiendo la estela del Hellblazer escrito por Jamie Delano dio carta de nobleza al género de terror en el noveno arte, actualizándolo y librándose de tópicos y vicios que se iban arrastrando desde los tebeos de EC Comics de los años 50.
No conforme con eso, el guionista inglés ha desarrollado una carrera como autor de narrativa, desde que sorprendiera gratamente con los relatos recopilados en Humo y espejos. Ahora, tras la decepcionante Neverwhere (demasiado deudora de su origen televisivo), la premiada American Gods y Coraline (este último, libro infantil con ilustraciones de su habitual colaborador Dave McKean), publica Los hijos de Anansi, que aquí edita Rocaeditorial.
La trama de este nuevo libro arranca con la muerte del padre de Gordo Charlie, el protagonista de la historia; a partir de ahí, Charlie descubrirá que tiene un hermano, apodado Araña... y que su padre no era sólo el payaso borracho que parecía ser.
En Los hijos de Anansi, Gaiman rescata personajes de la narración tradicional africana, de carácter oral, y los instala con naturalidad en el Reino Unido actual. No obstante, y pese a moverse siempre en el género fantástico, lo mejor de Los hijos de Anansi radica en su retrato de los aspectos más convencionales del protagonista y el mundo que le rodea, como su prometida Rosie o la agente de Policía Daisy.
Esta novela, que ha recibido también numerosos premios, y aun estando lejos de la calidad de su obra en el ámbito del noveno arte, nos hace guardar esperanzas acerca de su futuro como novelista. Pese a ello, todavía arrastra esa molesta sensación de deberse demasiado al arte pictórico, y sus párrafos buscan en todo momento generar imágenes demasiado arquetípicas, por más que su trama se mueva en el terreno de lo fantastique.
Con todo, Gaiman aprende el oficio rápido, y se confirma como un narrador clásico: su forma de escribir, para entendernos, está más cerca de Charles Dickens o Robert Louis Stevenson que de Stephen King o Clive Barker, y en muchas ocasiones es como si el propio autor pensase que las frases que escribe toman forma por primera vez. Esto, que a veces puede ser molesto, es maravilloso cuando el lector llega a plantearse en alguna ocasión si no será cierto que esa frase absolutamente brillante es la primera vez que se escribe en toda la historia de la Literatura.
Por todo ello, Los hijos de Anansi, ficción construida sobre la idea de la dualidad, cumple lo prometido. Pero también señala que la fórmula de Gaiman podría agotarse con celeridad, de no empezar pronto a aportar algo nuevo a su particular cosmogonía de mitos modernos.
Los hijos de Anansi
Neil Gaiman
Barcelona, Roca Editorial, 2006
384 pp. - 19 €
Los Hijos de Anansi, está en mi mesa con las lecturas que combino, no entro. La sorpresa negativa, tengo apartado la de Alan Moore, ya que le he dado oportunidad dos veces, y quiero que alguien opine lo contrario que yo, para volverme a meter en su lectura.
ResponderEliminarUn saludo,
José Andrés.
PD. Te dejo los comentarios, con anónimo, por que me ignora, tras la migración. Por cierto cada vez ponen letras más complicadas.