lunes, 5 de febrero de 2007

Dreamgirls: Operación Triunfo

Dreamgirls, dirigida por Bill Condon, es una película convencional de principio a fin. Lo que no es necesariamente negativo, siempre que no se le pidan peras al olmo y el espectador sepa lo que va a ver: un biopic (en esta ocasión, de ficción) acerca del surgimiento, auge y caída (no siempre en ese orden) de una estrella de la música.



A algunos les ha sorprendido que Bill Condon, después de la lírica Dioses y monstruos, haya filmado Dreamgirls. No se sorprenderían tanto si recordaran que antes del biopic de James Whale filmó nada más y nada menos que Candyman 2, olvidable secuela (tanto que no nos extraña que nadie se acuerde) de la película de Bernard Rose basada en el relato "Lo prohibido" de Clive Barker. Fue Barker precisamente quien produjo Dioses y monstruos; no resulta extraño que productor y realizador, ambos miembros confesos de la comunidad gay de Hollywood, dedicasen un film al igualmente homosexual Whale, autor de dos clásicos del cine de terror como Frankenstein y La novia de Frankenstein.



Ahora, con Dreamgirls, es obvio que Condon pretende entrar en primera división: la del éxito en taquilla y las nominaciones a los Oscars (que al final no han sido tantas como esperaban). Para ello, construye un film a mayor gloria de sus estrellas y de la recreación de una época y un estilo musical, como hicieron en su día cintas como ¡Gran bola de fuego! (Jerry Lee Lewis), La Bamba (Ritchie Valens), Backbeat (The Beatles), Ray (Ray Charles) o, el año pasado, En la cuerda floja (Johnny Cash).



Porque el hecho de que las Dreams que protagonizan la cinta están inspiradas en The Supremes, y que Deena Jones (encarnada por la también cantante Beyoncé Knowles) es Diana Ross, es algo ya sabido por todos. A lo largo del metraje no es difícil ver a émulos ficticios de los Jackson Five, y el Jimmy Early que interpreta Eddie Murphy parece un remedo de diversos cantantes, quizá con Little Richard -al que se refieren explícitamente en un momento del film- como principal inspiración.



Lo más interesante de Dreamgirls es, sin duda, que estamos ante un auténtico musical, donde los personajes dejan de hablar y empiezan a cantar con naturalidad... Si bien es un musical algo tímido, pues lo hacen en muy contadas ocasiones (el resto de las -numerosísimas- canciones están integradas en la trama como tales). Otro aspecto destacable del film es la recreación del paso del soul de los años 60 a la música disco de los 70, perfectamente captado en la evolución del personaje interpretado por Beyoncé. Es más, en un momento dado, cuando se anuncia el salto al cine de Deena Jones, esta pasa a ser una curiosa mezcla de Diana Ross y Pam Grier, la musa de la blaxploitation (y de Quentin Tarantino), encarnada en la piel de la ex cantante de Destiny's Child.



Aparte de esto habría que destacar, claro está, las canciones, así como el hecho de que -por una vez- los mejores actores son aquellos de los que la Academia se ha acordado en sus nominaciones: el descubrimiento de Jennifer Hudson, surgida del Operación Triunfo yanqui, y que contra todo pronóstico sabe actuar; y la recuperación de un Eddie Murphy cargado de esa extraña mezcla de patetismo y dignidad que tan bien viene a la hora de construir un personaje memorable. Ambos, junto al veterano Danny Glover, son los mejores de la función. El siempre estupendo Jamie Foxx, en esta ocasión, parece tomarse su papel protagonista con algo de desgana. Debe ser porque después del Oscar que ganó con su recreación de Ray Charles, esta Dreamgirls debía de saberle razonablemente a poco.

2 comentarios:

  1. Anónimo1:05 p. m.

    Lo que es para partirse de risa es han dejado en los titulos de credito el letrerito de que cualquier parecido con personas vivas o muertas es coincidencia.

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  2. Es que en esta vida hay coincidencias increíbles... :-)

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