lunes, 20 de noviembre de 2017

Plaza de La Bacalá: Un antídoto contra la nostalgia




La nostalgia, como las armas, la carga el Diablo. Recurrir a los recuerdos del pasado, particularmente a los de la infancia y la adolescencia, es una elección muy arriesgada por parte de todo creador: es bien sabido que por lo general tendemos a idealizar el tiempo pretérito, olvidando todo aquello que tuvo de negativo; y que un narrador transforme esos recuerdos sesgados en el material de partida de su obra puede dar pie a un relato sensiblero y cursi con el que solo se identificarán aquellos lectores que hayan experimentado unas vivencias muy similares a las suyas.




Afortunadamente, no es este el caso que nos ocupa: el alicantino Carmelo Manresa, autor de la novela gráfica Plaza de La Bacalá que ha publicado recientemente Desfiladero Ediciones, ha sido capaz de, si se me permite la expresión, reunir la suficiente sangre fría como para bucear en su propia memoria y traerla al presente haciendo gala de la sensibilidad suficiente y el pulso firme como para eludir la autocomplacencia onanista y la falta de perspectiva crítica que casi siempre conlleva la nostalgia, dando pie así a una obra accesible a un amplio espectro de lectores... Aunque, qué duda cabe, aquellos que crecieron en las décadas de los años setenta y ochenta se sentirán particularmente reflejados en sus páginas.




Precisamente, una de las claves para entender Plaza de La Bacalá la proporciona el propio autor en su texto a modo de epílogo (también hay sendas aportaciones de Javier Ikaz y Francisco Ruizgé, autor del bestseller Yo fui a EGB y dibujante de Eloísa y Napoleón respectivamente): "Yo no soy un cronista, ni este libro pretende ser un documento veraz; sino simplemente una recopilación de recuerdos, algunos bastante alterados por el paso del tiempo, otros medio inventados", afirma el responsable de la obra justo antes de declararse un enamorado confeso de Amarcord. Y resulta cuanto menos curioso que Manresa mencione esta oscarizada cinta de 1973 dirigida por Federico Fellini cuando el editor de la obra, Pablo Herranz, tuviera también a otro importante film del realizador italiano, I vitelloni, entre las referencias clave de uno de sus trabajos como guionista de cómic: Las manos en los bolsillos. No es de extrañar, por tanto, que el Herranz editor viera en las páginas de Manresa una mirada que valía la pena dar a conocer al público.




Plaza de La Bacalá se articula en un breve prólogo de dos páginas y en quince capítulos de extensión variable, a través de los cuales este colaborador de publicaciones satíricas como TMEO o El Jueves nos presenta a una pequeña parte de los habitantes del ficticio Villacil, un pequeño pueblo que es Callosa del Segura, la localidad alicantina en la que nació el autor en 1965, como la Vetusta de La Regenta de Clarín era el Oviedo de entonces. Esta particular selección del censo de Villacil -que el autor nos adelanta en la ilustración de cubierta y contracubierta- conforma una pequeña comedia humana cuyos miembros se cruzan caminando por las calles del pueblo, muy especialmente en la plaza que da título a la obra, aunque cada uno de ellos por separado tenga sus propias vivencias, unas más bien cómicas, otras decididamente dramáticas; pero todas ellas verosímiles y reconocibles como tal por el lector conforme se van exponiendo ante sus ojos en el discurrir de este relato coral.


Carmelo Manresa


Así, por las páginas de Plaza de La Bacalá desfilan personajes de distinta edad y condición social: de los más veteranos, como el fotógrafo Miguel Olmo o la mendiga Cucu, a los más jóvenes, como los niños que juegan a las canicas en la calle o que hacen de las suyas en el anfiteatro del Cine Haba. Y todos ellos merecen igual atención, y en ocasiones un cariño apenas sugerido, por parte del autor a lo largo y ancho de unas viñetas plagadas de referencias sociales y culturales de la época convocada, la mayoría relativas a la cultura popular: los estrenos y carteles que alimentan la pantalla y las paredes del citado Cine Haba, las publicaciones que vende Manuel 'el Pimo' en su kiosco, la revista Discoplay que cede su título como apodo al asocial Ernesto Marcos o las películas que entusiasman a Pepe 'el Loco' condicionando su comportamiento y forma de vestir -de Grease a Terminator pasando por las cintas más célebres de Bruce Lee- son solo algunas de ellas. Llegado este punto, mención especial merece el epígrafe en tres partes "Una del oeste", donde Manuel el kiosquero, como le ocurría a Pepe Isbert en Bienvenido, Mr. Marshall (también un bestiario humano propio de nuestra tradición cultural debido a otro valenciano y gran observador de la condición humana: Luis García Berlanga), experimenta una ensoñación ambientada en el Far West que, en este caso, remite y homenajea diáfana y confesamente (véase la dedicatoria del volumen) a los tebeos del Oeste de Jordi Bernet y Alfonso Font.




Y ya que hablamos del estilo del autor, no queremos dejar de glosar el excelente acabado gráfico de la obra: al margen de los ya citados autores de Torpedo y Clarke & Kubrick y el puntual episodio de vaqueros, Manresa hace gala aquí de una limpieza narrativa muy de agradecer, con un estilo perfectamente ejecutado que recuerda al de Daniel Clowes -muy especialmente cuando el autor de Wilson cultiva el dibujo en blanco y negro, como Manresa aquí- y sobre todo a Beto y Jaime, los más populares y celebrados Hernandez Bros... sin dejar por ello de adquirir una cierta personalidad propia en el retrato de los personajes y el reflejo de los espacios conforme avanza la obra.




En resumidas cuentas: Plaza de La Bacalá no es, como pudiera parecer a simple vista, un tebeo solo apto para nostálgicos. Y es que, más allá de que su mirada al pasado no sea nada complaciente sino todo lo objetiva que puede llegar a ser una voz narrativa que parte de la propia memoria (y de lo que es buena prueba el último capítulo del volumen, el único ambientado en la época actual), la propuesta de Carmelo Manresa se lee y disfruta como un slice of life costumbrista que, de no ser por las citadas referencias a la sociedad y la cultura de entonces, podría estar ambientado en nuestros días. Y creo que en este último e hipotético caso, y eso es lo que hace del presente un cómic soberbio, se leería con igual delectación.


Título: Plaza de La Bacalá
Autor: Carmelo Manresa (guion y dibujo)
Editorial: Desfiladero Ediciones
Fecha de edición: octubre de 2017
176 pp. (b/n) - 13,90 €

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